JOSE LUIS DE LA SERNA
Hace meses puso los pelos de punta a medio mundo. La aparición
de Dolly, el primer mamífero clonado a partir de la célula
adulta, levantó el pasado febrero una de la mayores polémicas
científicas que se han generado en las últimas décadas.
El temor a que Dolly trajera emparejada la clonación de humanos
hizo que se legislara de urgencia y se prohibiera cualquier experimento
que pudiera acercarse a ese propósito.
Sin embargo, y como ya ha pasado en otras ocasiones con avances científicos
de ética dudosa en un principio, el temor que en un inicio producía
la clonación humana está ya dando paso a la discusión
del problema entre muchos expertos e, incluso, a la certeza de que más
pronto que tarde nacerá el primer clon humano.
Hace un par de semanas se reunió en Chicago un extenso grupo
de sociólogos, científicos, abogados y expertos en bioética,
de muchas partes del mundo, para discutir el futuro de la tecnología
de la reproducción. La leyes impiden la clonación humana
sólo en cinco países -uno de ellos España- y en California,
en EEUU. En muchas otras partes del mundo se está experimentando
en humanos con técnicas muy próximas a lo que ahora se llama
clonación.
En la Universidad de Nueva York, por citar un ejemplo, se están
manipulando óvulos femeninos de una forma asombrosa. Los técnicos
extraen el genoma de un óvulo inmaduro de una mujer que ya ha cumplido
los 35 años, y que no ha conseguido quedarse embarazada, y lo insertan
en el óvulo previamente desnuclearizado de una fémina joven.
Los especialistas creen que una de las razones del fracaso de las técnicas
de fecundación in vitro en mujeres mayores se debe a la incapacidad
del citoplasma de sus óvulos para llevar adelante un embarazo. Las
manipulaciones que se llevan a cabo en este tipo de reproducción
asistida son casi similares a las que hay que realizar en una clonación.
Y por si fuera poco, las autoridades sanitarias en EEUU están
patrocinando la clonación de monos. Los expertos esperan con estas
clonaciones estudiar mejor enfermedades de la trascendencia del sida o
del cáncer. Si se clonan primates, fotocopiar humanos será
tarea sencilla. Otra cosa será que estos experimentos se ajusten
al derecho o contravengan las normas bioéticas actuales.