Un estudio acaba de demostrar que los albaneses, a pesar de su pobreza,
poseen una incidencia mucho menor de enfermedad coronaria que la de otros
países europeos más ricos. Su "secreto": una dieta
rica en verduras y aceite de oliva, y baja en carne animal, y la práctica
habitual de ejercicio.
VICTOR CORDOBA
El dinero no siempre proporciona la salud, porque ésta depende
en gran medida del estilo de vida y de la dieta. De acuerdo con un trabajo
publicado en uno de los últimos números de The
Lancet, los indicadores sanitarios del país más pobre
de Europa, Albania, son, salvando las distancias, tan buenos como el más
desarrollado de los países mediterráneos y mucho mejores
que los de otras zonas del viejo continente con mayor riqueza. Albania
compartirá desde ahora, con Francia, la famosa paradoja francesa.
Así, los albaneses, que tienen un Producto Interior Bruto de
380 dólares al año (en el Reino Unido es de 18.340 ), gastan
el 75% de lo que ganan en comida , mientras que en los países ricos
esta cantidad es sólo del 15%.
En Albania, la mortalidad infantil es muy elevada y los servicios sanitarios
son escasos y de poca calidad. Sin embargo, cuando en ese país un
ciudadano cumple los 15 años, sus expectativas de vida son casi
iguales a las de los italianos o los griegos.
Por otra parte, en Albania, la incidencia de enfermedad coronaria (la
mayor causa de muerte en todo el mundo) es casi la mitad que en el Reino
Unido. Los secretos de esta longevidad, poco esperada en un principio para
un país de una pobreza extrema, tienen mucho que ver con la alimentación.
Los albaneses consumen poca carne y bajas cantidades de grasas animales.
En su lugar, las frutas y verduras y, sobre todo, el aceite de oliva
forman el núcleo de la alimentación. Además, Albania
tiene pocos automóviles, y los accidentes de circulación
son menos frecuentes que en otras ciudades europeas. El alcohol que se
consume es casi siempre vino, el tabaquismo está poco extendido
y el ejercicio físico es una costumbre más frecuente que
en otras partes de Europa. Así, los autores del trabajo -de la London School of Economics- recalcan que
éste es un ejemplo más del papel de la dieta mediterránea
en la salud.