En el autorretrato se ve que Rembrandt, a sus 53 años, había
envejecido prematuramente - El pintor pudo sufrir dermacalasis, rosácea
y algún otro trastorno dermatológico, así como ataques
de arteritis - El tabaco y el estrés agravaron su estado
PABLO JAUREGUI
En 1659, Rembrandt se retrató a sí mismo. Para entonces,
el célebre pintor holandés se había convertido en
un hombre abatido por el sufrimiento. Había perdido a Saskia, su
adorada esposa, y a tres de sus cinco hijos. Pero además, por si
esto fuera poco, sus cuadros ya no interesaban a casi nadie, su situación
económica era penosa y vivía prácticamente como un
mendigo, en una chabola vieja de Amsterdam.
El autorretrato de aquel año es, sin embargo, una de sus obras
maestras. En su mirada triste, como han señalado muchos de los investigadores
que han estudiado este cuadro, se refleja perfectamente la dignidad herida
del artista.
Pero, hasta ahora, nadie se había percatado de que en aquel momento,
Rembrandt no sólo estaba deprimido y arruinado, sino que quizás
incluso podría decirse que estaba enfermo.
En el último número de The
Lancet, el doctor Carlos Hugo Espinal ha publicado un diagnóstico
insólito del famoso pintor holandés. En este caso, el paciente
del médico no ha sido un ser humano de carne y hueso, sino un cuadro,
una representación artística de la realidad.
Sin embargo, el doctor Espinal señala que el autorretrato está
pintado de una forma tan meticulosa que "el verdadero Rembrandt parece
estar presente". Según este médico, de la Universidad
de Georgetown, "al examinar la piel, la textura parece palpable, y
los colores utilizados por el pintor reflejan variaciones muy sutiles.
Es como examinar a una persona viva".
En primer lugar, el doctor Espinal señala que Rembrandt tenía
el rostro muy arrugado. A pesar de que en 1659 el pintor sólo tenía
53 años de edad, su piel parece la de un hombre que ya ha cumplido
los 80 ó 90.
El deterioro de la piel es especialmente llamativo debajo de los ojos
y en toda la zona de la frente. Según el investigador, es muy posible
que Rembrandt sufriera un trastorno de la piel que se denomina dermacalasis.
Entre 1626 y 1630, Rembrandt pintó doce veces a una mujer de
Leiden, su ciudad natal. En todos los retratos, la piel de la mujer en
cuestión está muy arrugada y deteriorada. Los expertos creen
que esta mujer era la madre del pintor.
Sin embargo, en 1626, su madre sólo tenía 58 años.
Por lo tanto, según el doctor Espinal es posible que existieran
factores genéticos o ambientales que provocaran síntomas
de envejecimiento prematuro en la familia de Rembrandt.
En la piel del autorretrato también se perciben claramente nueve
manchas rojas en distintas zonas de la cara: una en la barbilla, otra bajo
el ojo izquierdo, tres en la nariz y cuatro en la mejilla izquierda.
Es probable que estas manchas sean lesiones debidas a una enfermedad
de la piel que se denomina rosácea.
La nariz también parece estar deteriorada e, incluso, inflamada,
y quizás esto se deba a algún otro trastorno dermatológico.
En el estudio también se destaca que en la frente de Rembrandt
hay una especie de bulto que quizás sea un vaso sanguíneo
hinchado. Según el doctor Espinal, es posible que el pintor holandés
padeciera arteritis de la temporal.
En cualquier caso, este médico de Georgetown está convencido
de que Rembrandt envejeció de una forma prematura, y en su opinión
sería interesante investigar a fondo las causas de este fenómeno.
Quizá sus disgustos personales fueron un factor importante e
incluso es posible que Rembrandt sufriera depresiones graves.
El tabaco y la piel
Por otra parte, no hay que olvidar que el tabaco también puede
dañar la piel, y que en Amsterdam este producto ya era muy popular
en aquella época. Si Rembrandt fumaba, y si pasó por épocas
de mucho estrés, esto podría explicar al menos en parte el
deterioro llamativo de su piel. Con este original diagnóstico de
un autorretrato, el doctor Espinal ha querido rendir un homenaje a la obra
de Rembrandt.
A pesar de sus sufrimientos personales, el pintor encontró las
fuerzas para retratarse a sí mismo y dejar un extraordinario testimonio
de su propia vida: "Pintó su piel para que hablase por él.
Y su piel, en su lenguaje sincero y elocuente, habló de su lucha
contra el tiempo. Uno examina el cuadro de Rembrandt y recuerda al paciente
que soporta el envejecimiento y la enfermedad, sin abandonar nunca la esperanza".