El Mundo
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19-03-1998



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  SmithKline Beecham


DERMATOLOGIA

Pinchazos contra el sudor

Las inyecciones de toxina botulínica combaten la hiperhidrosis
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Las inyecciones de toxina botulínica acaban de demostrar su eficacia contra la sudoración excesiva. Esta terapia se presenta como una alternativa a la cirugía, aunque el tratamiento debe repertirse unas tres veces al año.

ALEJANDRA RODRIGUEZ

 

La toxina botulínica casi acabó con la industria conservera en los años 20 y 30 y, actualmente, es una de las armas bacteriológicas más temidas. Sin embargo, también tiene utilidad médica. Este mes, Archives of Dermatology, de la American Medical Association, publica un trabajo prometedor que afirma que el uso controlado, en forma de inyecciones, de la toxina causante del botulismo puede ser la alternativa para el tratamiento del exceso de sudoración.

Actualmente, son muchas las personas que, después de recurrir a los fármacos, se ven obligadas a pasar por el quirófano para solucionar su hiperhidrosis (denominación de la sudoración excesiva). Con el objeto de evitar la intervención quirúrgica, un equipo de científicos de la Universidad de Würzburg, Alemania, ha llevado a cabo un ensayo con 11 pacientes con hiperhidrosis patológica de distintos tipos en los que no había dado resultado ningún tratamiento con medicamentos. Los resultados no pueden ser más alentadores. Las inyecciones subcutáneas de toxina botulínica diluída eliminaron los trastornos clínicos de hiperhidrosis en todos los pacientes.

Los efectos del tratamiento comenzaron a notarse entre dos y cuatro días después de la inyección, y la patología desapareció por completo en una semana. La mayor parte de los pacientes toleró bien la toxina y hubo muy pocos efectos secundarios, todos ellos de carácter leve. Eso sí, los beneficios del pinchazo no son permanentes. Según ha observado el equipo investigador, la sudoración vuelve a ser abundante a los cuatro meses aproximadamente. Sin embargo, la solución está en volver a inyectar otra dosis para notar cómo la hiperhidrosis remite de nuevo.

Si tenemos en cuenta que tampoco la cirugía elimina el problema definitivamente y puede presentar complicaciones bastante serias, la alternativa de administrar tres inyecciones anuales a los pacientes no parece demasiado problemática. A pesar de que aún falta por estudiar el efecto a largo plazo y las consecuencias en mujeres embarazadas y en las que están en periodo de lactancia, los científicos de este estudio se muestran optimistas con respecto al futuro de esta terapia. "La administración subcutánea de la toxina botulínica es un tratamiento novedoso, simple y seguro para muchos pacientes con hiperhidrosis local. Puede convertirse en la alternativa a la cirugía".

En cualquier caso, ésta no sería la primera aplicación médica que se descubre para este tóxico capaz de llegar a provocar mareos, parálisis muscular, pérdida de visión y muerte por fallo respiratorio. Su facultad para incidir en las funciones musculares sin causar debilidad o pérdida de sensibilidad significativas ha hecho de la toxina botulínica una de las mejores alternativas para tratar determinados problemas oculares y otras alteraciones del sistema nervioso central.

De hecho, desde 1989, el tipo A de esta toxina está aprobado por la FDA (Food and Drug Administration), en EEUU, bajo el nombre Botox para el tratamiento de dos problemas: el estrabismo y el cierre involuntario de los párpados. También ha quedado demostrada su eficacia contra la espasticidad en enfermos con alguna parálisis, así como en los espasmos que se producen en un lado de la cara debido a la irritación del nervio facial. Las inyecciones de toxina botulínica eliminan asimismo las arrugas de la expresión del rostro y las patas de gallo.


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