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2-04-1998



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  SmithKline Beecham


PSIQUIATRIA

Las secuelas de la violencia

La prevención puede evitar que las víctimas desarrollen trastornos psíquicos
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Expertos convocados en Madrid, en la Primera Reunión Internacional de Victimología, concluyen que la atención precoz a las víctimas del terrorismo puede evitar el desarrollo de trastornos psíquicos futuros.

PATRICIA MATEY

Que el miedo mata no es ninguna metáfora: siete israelíes fallecieron de terror durante la Guerra del Golfo. Sólo dos perdieron la vida por culpa de los misiles. Que los actos de violencia, en cualquiera de sus formas (guerra, atentados, violación, etc), son el cáncer del alma también está sobradamente documentado: el 60% de las víctimas directas o indirectas (familiares, testigos, etc) corre el riesgo, a lo largo de toda su vida, de sufrir un trastorno psíquico. El porcentaje de población que posee este mismo riesgo se reduce al 20%.

Sin embargo, y a pesar de estas y otras constataciones sobre los efectos de la violencia en la salud mental y de que la historia de la Humanidad está marcada por el crimen, los expertos siguen buscando las fórmulas más eficaces que eviten que las personas que sufren este tipo de catástrofes acaben desarrollando algún trastorno psíquico. Una de las medidas para lograr este objetivo ha sido la celebración, este fin de semana en Madrid, de la Primera Reunión Internacional sobre Victimología, convocada por la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT).

"Los estudios demuestran", destacó María Luisa Cabanas, directora del Gabinete Psicológico de la AVT, "que se necesita una ingente labor de prevención en las personas afectadas por la violencia, de ahí que uno de los objetivos de esta reunión sea el de informar y preparar a los psicólogos y psiquiatras que colaboran con la asociación para que se conviertan en auténticos especialistas, dadas las características peculiares de las víctimas".

La importancia de la intervención inmediata tras producirse el atentado, "proporcionando la información adecuada, escuchando y absorbiendo la ansiedad de la víctima, y respaldando con hechos y de forma práctica sus demandas sanas"; la necesidad de "concienciar a la sociedad y a los medios de comunicación de la potencialidad positiva y negativa que tiene siempre el impacto generado por las noticias difundidas", son algunas de las conclusiones alcanzadas durante la celebración de este congreso.

La doctora Zahava Solomon, del Adler Center, Universidad de Tel Aviv, una de las expertas mundiales en el estudio de las consecuencias psíquicas de la guerra, destacó durante el encuentro que se ha podido constatar que la "intervención precoz, la proximidad y la expectativa", son tres estrategias que han demostrado su eficacia a la hora de minimizar el sufrimiento que puedan padecer las víctimas en un futuro:

-Intervención precoz: atender a las víctimas lo más inmediatamente posible.

-Proximidad: que dicha atención se produzca lo más cerca posible del lugar de los hechos.

-Expectativa: conversar con los afectados y hacerles entender que están confusos, pero que sus reacciones son las normales ante una situación anormal.

Estrés postraumático.

"Un holocausto, siete guerras y la amenaza constante de atentado han convertido al pueblo judío en un laboratorio natural", insistió la doctora Solomon, "donde estudiar las consecuencias de la violencia". Así, las investigaciones llevadas a cabo por la profesora israelí y su equipo destacan, en primer lugar, que buena parte de las víctimas no demanda atención psicológica, a pesar de necesitarla.

"El estrés postraumático es un agente patogénico muy fuerte que puede causar trastornos graves de personalidad y otros problemas psíquicos". No obstante, insiste esta especialista, la mayoría de las víctimas de un atentado o de una guerra "no sufre este trastorno en su forma más severa, lo que no implica que muchas de ellas requieran ayuda y no la estén recibiendo". En segundo lugar, los trabajos demuestran la trascendencia del valor del diagnóstico para evitar problemas mentales en un futuro. "Muchas de las alteraciones psíquicas que sufren los soldados se catalogan como crisis, algo que puede suceder en la población civil. Es decir, como la respuesta inmediata a una tragedia y, por tanto, se tratan con terapias cortas. Sin embargo, estas crisis pueden degenerar en un problema crónico".

Personalidad.

La existencia o no de trastornos mentales antes de producirse el crimen, la maduración personal y el nivel de adaptación a la tragedia pueden determinar la respuesta de los individuos a la violencia.

No obstante, los estudios demuestran que las víctimas más afectadas por la catástrofe -aquéllas que viven bajo estrés postraumático- pueden sufrir una serie de mutaciones en su personalidad: aumentan los sentimientos de ira o venganza, pierden la capacidad de concentración, se vuelven más agresivos o irritables, abandonan el interés por las cosas, sufren dolores psicosomáticos, padecen depresión y ansiedad, disminuye su capacidad de comunicación con los demás y de sentir, y muchos se sienten culpables por lo sucedido.

"Algunas de estas respuestas personales, que son normales, pueden transformarse en patológicas o crónicas si no se tratan adecuadamente", apunta la doctora Solomon.

Otros efectos que han podido observarse como consecuencia de la violencia son el aumento de la automedicación, un elevado absentismo laboral y un mayor consumo de sustancias tóxicas. "En Israel no se ha producido un mayor consumo de alcohol y tabaco como sucedió en EEUU, tras la Guerra del Vietnam, pero sí existe una elevada tasa de automedicación y han aumentado las bajas laborales".

Patologías.

Las vivencias traumáticas no sólo afectan a la mente, también al organismo. "Nuestros estudios demuestran que el estrés postraumático reduce la inmunidad, eleva la tensión arterial, aumenta el riesgo de diabetes e incrementa la incidencia de trastornos gastrointestinales y de dolores psicosomáticos como los de espalda y cuello. Además, muchas de las víctimas sufren un envejecimiento precoz", destaca la experta israelí.

Tratamiento.

Dos son las reglas de oro apuntadas por los expertos para minimizar las consecuencias de un acto violento: la atención inmediata y no tratar a la víctima como a una persona enferma. En cuanto a las pautas terapéuticas, los expertos destacan la importancia de la "coordinación continua entre psicólogos y psiquiatras para la integración del tratamiento farmacológico y las técnicas psicoterapéuticas".


Hijos de la guerra

Nadie duda de que la guerra marca las generaciones futuras, pero un estudio de Pediatrics respalda este hecho con estadísticas. Un tercio de los niños bosnios que participaron en el trabajo -realizado con 364 menores de entre seis y 12 años- fue testigo de las lesiones o la muerte de alguno de sus padres o hermanos. Como consecuencia, todos ellos sufrían síntomas de problemas psicológicos y un 94% padecía síndrome de estrés postraumático. "Los pediatras deben profundizar en los efectos de la guerra en la salud presente y futura de estos niños", concluyen los autores.


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