El Mundo
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7-05-1998



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ADICCION

Fumar por placer

La nicotina altera los circuitos cerebrales que regulan ciertas sensaciones
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PABLO JAUREGUI

Muchos fumadores, incluso cuando se lo proponen, no logran desengancharse del tabaco. En cuanto se quedan de repente sin ese incomparable placer que les proporcionan los cigarrillos, se sienten deprimidos, ansiosos, irritables, malhumorados. ¿Por qué? Un nuevo estudio científico acaba de revelar el origen de los agobios emocionales que sufren los fumadores cuando intentan dejar el vicio.

La clave del problema está en que la nicotina altera de una forma muy notable los complejos circuitos cerebrales que regulan las sensaciones de la motivación y el placer. Por este motivo, cuando una persona que lleva mucho tiempo fumando intenta dejar los cigarrillos, su cerebro le castiga, reduciendo su capacidad para sentir placer y provocando deseos irreprimibles de volver a fumar.

En un experimento cuyos resultados se publican hoy en Nature, Athina Markou y sus colegas del Instituto Scripps en La Jolla, Carlifornia, han desvelado este fenómeno con las ratas de su laboratorio. En primer lugar, estos científicos engancharon a estos animales a la nicotina, inyectándoles esta sustancia durante semanas. La dosis que recibían los roedores era el equivalente a unos 30 cigarrillos diarios.

A continuación, de una forma repentina, los investigadores les cortaron el suministro de nicotina por completo. Desde ese momento, las pobres ratas se sintieron igual que el fumador empedernido que se queda sin tabaco: se volvieron ansiosas e irritables, y su comportamiento reflejaba una mayor incapacidad para disfrutar de la vida.

Según la interpretación de los científicos, el umbral del placer disminuyó en estas ratas, una vez que se les cortó el suministro de la nicotina. Durante cuatro días, a las ratas con mono de esta sustancia adictiva les costaba mucho más experimentar sensaciones agradables cuando se les estimulaba con diversos cebos.

Los investigadores señalan que esta alteración cerebral provocada por la nicotina es comparable a la que provocan otras drogas adictivas como la cocaína, las anfetaminas, la heroína y el alcohol. En su opinión, el comportamiento de las ratas que dejaron de recibir nicotina "coincide con las experiencias emocionales negativas que suelen padecer los fumadores en sus primeros días de abstinencia, cuando sienten unos deseos muy fuertes de fumar".

Por lo tanto, estos científicos consideran que han dado un gran paso adelante para poder comprender mejor la adicción al tabaco. En definitiva, hay que tomar conciencia de que la nicotina, igual que otras drogas, actúa directamente sobre los mecanismos cerebrales que controlan los sentimientos de la motivación individual es decir, las sensaciones del deseo y del placer.

"Nuestros resultados reflejan una profunda perturbación en los circuitos cerebrales que regulan el placer, como consecuencia de una administración crónica de nicotina", advierten los investigadores.


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