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Número 203. Jueves, 23 de Mayo de 1996 |
El trabajo es la recopilación de otros cuatro estudios clínicos aleatorios controlados y "ciegos" en donde están incluidos 1.094 pacientes en fallo cardiaco severo que ya estaban tratándose con la medicación habitual: digoxina, diuréticos e inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (ECA). A la mitad de los enfermos se les añadió al tratamiento carvedilol en dosis lentamente progresivas y, a la otra mitad, un producto placebo.
El objetivo de la investigación era averiguar cuál era la mortalidad a medio plazo de una patología tan frecuente como es la insuficiencia cardiaca congestiva. Los resultados sorprendieron incluso a los investigadores más optimistas. El carvedilol redujo la mortalidad en un 65% cuando se comparó con la que se obtuvo con el placebo. El resultado fue tan espectacular que se tuvo que suspender el trabajo antes de tiempo tras la recomendación del comité de ética que seguía el estudio. Dicho comité no podía permitir que los enfermos que consumían placebo estuvieran más tiempo sin el carvedilol.
De acuerdo con muchos investigadores, lo que hace que el carvedilol sea un producto con un enorme futuro por delante no sólo son los resultados que el fármaco ha conseguido, sino cómo lo ha hecho. El producto pertenece a una familia de fármacos sin papel hasta ahora en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca. El que hoy algunos betabloqueantes como el carvedilol puedan ser eficaces en una enfermedad que tiene la misma mortalidad que el cáncer -y casi la misma prevalencia- se debe al nuevo paradigma científico que define el fallo de la bomba cardiaca.
Aliviar la carga del corazón
De acuerdo con muchos investigadores, cuando el corazón fracasa lo que hay que hacer no es tanto fustigarle para que dé más de sí, sino aliviar la carga que soporta. Y esto es precisamente lo que consiguen ciertos betabloqueantes selectivos como el carvedilol. A menos acción de las hormonas y más dilatación de los vasos sanguíneos, debido a los betabloqueantes, más capacidad le queda al corazón para impulsar la sangre.
Sin embargo, tratar a los enfermos con carvedilol no es nada fácil. Hace falta identificar muy bien a los pacientes y empezar subiendo las dosis muy despacio para que el fármaco se eficaz y no dañino. De hecho, en el editorial que acompaña al trabajo, firmado por cardiólogos del Brigham and Women Hospital de Boston, se matiza que el carvedilol es un medicamento muy prometedor, pero que tiene que ser utilizado con un tiento exquisito.
Algunos matices en el diseño del estudio hace que los más críticos recelen sobre cuándo y cómo se debe recomendar el uso del betabloqueante. Quizá ese recelo es lo que ha llevado a la FDA estadounindense a pedir más datos clínicos antes de aprobar el carvedilol para usarlo de rutina en el tratamiento del fallo cardiaco congestivo.
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