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Hemeroteca Ultimo número |
Número 203. Jueves, 23 de Mayo de 1996 |
Un ejemplo es el caso de un paciente que tenía dolores abdominales importantes y que solicitó a su médico de cabecera ser reconocido por un especialista. El médico de familia no quiso que el paciente fuera al gastroenterólogo porque tenía instrucciones de la HMO en la que trabajaba de disminuir el número de consultas con los especialistas. El resultado: el paciente tenía cáncer y ha ganado la demanda que ha puesto a su HMO por no haber recibido un diagnóstico en su momento. La compañía reticente ha tenido que indemnizar a su cliente con el equivalente a 100 millones de pesetas.
Más sangrante ha sido el caso de un chaval muy enfermo que tuvo que recorrer 60 kilómetros para llegar al hospital que su compañía tenía concertado cuando podía haber ingresado bastante antes en otro que estaba a sólo 10 kilómetros de su casa, pero que no estaba en la lista de su aseguradora. La cosa fue tan trágica que el juez ha condenado a la compañía de seguros a pagar el equivalente a 5.000 millones de pesetas como indemnización de las secuelas físicas que el retraso en el tratamiento ha dejado en el niño.
Los expertos creen que el problema apenas ha empezado. En un país que tiene un sistema legal tan dirigido a proteger al ciudadano como sea, la salud no puede escatimarse y si se hace habrá que esperar las consecuencias. Con un ejército de abogados preparado para defender a todo ciudadano del afán ahorrador de las empresas que quieren proporcionar servicios sanitarios y obtener beneficios, las demandas de esta naturaleza serán pronto una rutina.
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