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jueves, 13 de Febrero de 1997
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Herbert Lepor
Profesor de Urología de la Universidad de Nueva York

"Los problemas de la próstata no se deben a su tamaño"

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JOSE LUIS DE LA SERNA

Farmacólogo y urólogo, el doctor Herbert Leport de 43 años ha contribuido de forma decisiva a orientar el tratamiento médico de la hipertrofia benigna de la próstata (HBP).


BERNARDO DIAZ

El doctor Herbert Lepor en su reciente visita a Madrid.
Lepor es el primer firmante de un estudio en el que se demuestra el valor de un tipo de medicamentos, los alfa bloqueantes, en el tratamiento de los síntomas que causa la HBP. Después de la publicación de su trabajo en el New England Journal of Medicine hace unos meses, el terazosin que es un alfa bloqueante se ha convertido en el patrón oro de la medicación contra uno de los problemas más frecuentes que sufren los varones pasada cierta edad.

¿Qué es lo que se ha puesto en evidencia con el estudio publicado en el New England?
Existen ya muchos estudios que prueban el valor de los alfa bloqueantes en la terapia de la HBP. Lo que se ha demostrado con ese trabajo es que estos fármacos son mejores que la terapia hormonal, la otra alternativa que tiene esta patología.

Estos resultados han avivado la polémica sobre la causa de los síntomas en la HBP y sobre si el volumen de la próstata es un determinante de esos síntomas.
Hubo un estudio, publicado hace años en el que se veía que la terapia antihormonal tenía una incidencia estadísticamente significativa en el flujo urinario de los afectados por HBP. Sin embargo, los enfermos que formaban parte de ese trabajo tenían un volumen prostático un 50% superior al de los pacientes que habían tomado parte en estudios anteriores. Este es un matiz importante.

¿Quien aportó los fondos para realizar su investigación?
Tres instituciones a partes iguales. Dos de ellas fueron los laboratorios farmacéuticos implicados en la investigación de sus productos, el alfabloqueante y el producto antihormonal, la tercera fue el Instituto Nacional de la Salud de EEUU. Todos estuvieron de acuerdo en el diseño del estudio. Después de dar su aprobación nadie, salvo los investigadores, intervino en la interpretación de resultados, algo que siempre es independiente de los patrocinadores.

¿Por qué entonces tanta controversia?
Es difícil de comprender pero la realidad es que nuestros enfermos representan la media de los enfermos que tienen problemas prostáticos. El que tengan HBP no necesariamente quiere decir que tengan una próstata muy grande. Entonces, disminuir el tamaño de esa próstata no soluciona sus problemas. De hecho, la correlación entre tamaño de la próstata y síntomas es muy pobre.

¿Quiere eso decir que los síntomas urinarios secundarios a una HBP no se deben al aumento del tamaño de la próstata?
El tamaño de la glándula no determina la severidad de los síntomas y es irrelevante en el conjunto total de la enfermedad. De hecho, hay enfermos con próstata de 20 gramos que tienen síntomas molestos y personas con próstatas de 30 y 35 gramos sin síntoma alguno.

¿Cual es la razón entonces de los problemas en la HBP?.
Aún tenemos que profundizar más para conocer con exactitud los mecanismos que producen la sintomatología típica de esta patología. Quizá haya razones neurológicas ya que no creo que la obstrucción al flujo urinario sea lo más importante.

¿Qué hacer, por tanto, ante un paciente que tiene síntomas urinarios y HBP?
Lo primero es preguntarle si los síntomas le molestan. Hay personas que tienen síntomas pero estos no son demasiados incómodos. Si es así, lo mejor es no hacer nada y vigilar. Si los síntomas conllevan un deterioro en la calidad de vida yo daría en primer lugar un alfabloqueante. Lo más probable es que con esta medicación el enfermo mejore. Es lo que ocurre en el 70% de las ocasiones.

¿Cuándo llevar al quirófano al enfermo?
La medicación ha reducido la necesidad de cirugía, al menos en EEUU, en un 50%. En cualquier caso, me gustaría puntualizar que no tengo especial interés en defender este tipo de fármacos y que no lo haría si nuestro estudio fuese el primero en el que se prueba la eficacia de los alfabloqueantes. Trabajos que lo prueban ya hay muchos, el nuestro simplemente es un estudio en donde han participado muchos pacientes, muchos centros y muchos investigadores y que está bien diseñado. De los 31 firmantes del trabajo sólo uno ha manifestado su disconformidad con los resultados.

Dejemos ahora la HBP y hablemos algo de un problema más severo, el cáncer de la glándula. ¿Cree que la realización rutinaria del PSA sanguíneo para detectar cáncer de próstata puede salvar vidas o que esta prueba es, como dicen algunos urólogos, un patient stress amplifier en lugar de un prostate specific antigen?
Yo tengo fe en el PSA. Es verdad que hay que aplicarlo dentro de un contexto en el que se debe tener en cuenta la edad y las expectativas de vida de la persona que se somete al análisis, pero en mi opinión el PSA puede tener un valor más alto que el que tiene la mamografía.

¿Qué hacer con un cáncer de próstata, observar o intervenir?
Pongamos un ejemplo. Un paciente de 55 años con un cáncer de próstata sin otras enfermedades tiene el 70% de riesgo de morir de su tumor. Un anciano de 75 años con patologías asociadas lo más probable es que no se muera de su cáncer de próstata. En este contexto hay que manejarse. Por otro lado, la prostatectomía radical no se merece la mala prensa que tiene. En mi experiencia, el porcentaje de impotencia tras esta intervención es del 30% y el de incontinencia del 10%. La mortalidad se acerca a cero y los enfermos se van a casa en dos días. Y si el tumor maligno está localizado en la próstata, la cirugía cura la enfermedad.

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