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jueves, 27 de Febrero de 1997
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Hijos de sí mismos

EMBRIOLOGIA

Ian Wilmut
Era necesario guardar el secreto

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MYRIAM LOPEZ BLANCO

La auténtica pasión del doctor Ian Wilmut es su laboratorio, donde ha pasado la mayor parte del tiempo durante los últimos 23 años.


JEFF J. MITCHEL/REUTERS

El creador de la oveja clónica Dolly, el doctor Ian Wilmut.
Pero tiene otras. A Wilmut, de 52 años, le encanta pasear por las montañas de Escocia, sobre todo por las de su pueblo, cerca de Edimburgo, que es «tan pequeño que ni siquiera se puede encontrar en el atlas», dice. Se ha reservado el nombre del pueblo para tener algún lugar tranquilo en el cual cobijarse después de todo el revuelo que se ha armado tras la presentación de Dolly, la oveja clónica que ha fabricado su equipo. El experimento que sirvió para crear a Dolly se estuvo realizando durante algún tiempo pero sólo 4 científicos de un grupo de 12 conocían los detalles. Según Wilmut, era necesario guardar el secreto hasta esperar a ver los resultados del nacimiento de la oveja, cosa que ocurrió en julio. A partir del esperado nacimiento siguieron aguardando hasta registrar la patente del descubrimiento. Wilmut nació en Hampton Lucey, Inglaterra, cerca de Warwick, y se sintió atraído por la embriología cuando estudiaba en la Universidad de Nottingam, donde su mentor, el profesor G. Eric Lamming, era un famoso experto en la biología de la reproducción.

Desde entonces, Wilmut sabía con certeza que la ingeniería genética animal era a lo que quería dedicar su vida. En 1971, fue al Darwin College de Cambridge donde se doctoró dos años después, con una tesis sobre la congelación de semen de jabalí. Y casi inmediatamente se fue a Escocia, donde entró a formar parte de una institución privada de investigación animal financiada por el gobierno y por donaciones privadas, y que acabaría convirtiendose con el tiempo en el Instituto Roslin, situado en Roslin, Escocia. «Conozco a Wilmut desde hace 10 años», dice el doctor Ron James, jefe ejecutivo de la compañía Pharmaceutical Proteins Ldt., o PPL, una compañía con sede en Edimburgo que ha financiado algunas de las investigaciones del Instituto Roslin. «Las palabras que salen de mi mente al pensar en él son: cuidadoso, diligente, honesto y responsable». Wilmut, que vive en una casa rodeada de verdes prados desde donde no se ven animales clónicos, dice que su objetivo inmediato es seguir adelante con el proyecto para «estudiar las enfermedades genéticas para las cuales todavía no hay curación».

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