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jueves, 27 de Marzo de 1997
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TRANSPLANTES

Con órganos del cerdo

El rechazo de los xenoinjertos se podría evitar con nuevas estrategias

El cerdo podría convertirse en la fuente proveedora de órganos para el hombre si se diseñan técnicas que hagan frente al rechazo de los xenoinjertos. En los próximos años se probarán nuevas estrategias.
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MYRIAM L. BLANCO

Un xenotransplante es un transplante de un órgano o de un tejido desde un animal a otro de distinta especie. Muchos científicos creen que puede ser la solución para acabar con la dramática escasez de órganos donantes, y que el cerdo será la fuente de órganos sólidos y más adecuados para el ser humano. Sin embargo, todavía hay muchos impedimentos científicos y éticos. La barrera más evidente es que los órganos procedentes de cerdos son rápidamente rechazados por el hombre por un proceso que se llama Rechazo Hiperagudo (RHA). Pero se están ensayando nuevas estrategias, que ya han sido probadas en animales, y que se espera que funcionen con éxito en los ensayos clínicos que hay previstos para los años próximos. En los xenotransplantes del mismo modo que ocurre en los aloinjertos (los transplantes que proceden de un organismo de la misma especie, en el caso del hombre, de otro ser humano) el mayor problema es el rechazo del órgano donante por el individuo receptor. Los seres humanos tienen anticuerpos naturales circulando por su sangre que reaccionan inmediatamente cuando un órgano de otra especie (por ejemplo, de un cerdo) se implanta en su territorio. Además, existe un sistema de proteínas llamado complemento que se activa siempre que un órgano de cerdo se implanta en un primate, desatando una toxicidad sistémica grave, seguramente porque los sistemas de complemento de los primates no reconocen al complemento de los cerdos.

En este sentido, los bioingenieros están tratando de modificar genéticamente a los cerdos para evitar este problema y hacer que los animales tengan los complementos adecuados en sus células. Otro inconveniente que podría limitar la utilización de órganos de otros animales es el riesgo de transmisión de enfermedades. Sin embargo, es difícil saber si esas preocupaciones tienen una base demostrable hasta que no se empiece con los ensayos clínicos. Muchos científicos están convencidos de que el éxito de los xenotrasplantes está a la vuelta de la esquina. Otros, en cambio, no son tan optimistas, en parte porque el rechazo de los órganos por la reacción de los anticuerpos parece que no es la única barrera científica que impide el éxito de esta técnica. El número de esta semana de la revista The Lancet hace un repaso del problema. Según el doctor Anthony Dorling, del Departamento de Inmunología del Hospital Hammersmith de Londres, cada vez hay más evidencias de que podrían existir otras barreras, inmunológicas y no inmunológicas, capaces de impedir la supervivencia de un xenoinjerto más allá de la fase de rechazo hiperagudo, y que en el futuro harán falta nuevas estrategias para superarlas si se quiere conseguir un xenotransplante que funcione a largo plazo igual o mejor que lo hacen hoy día los aloinjertos.

Cada año, mueren miles de personas esperando un corazón, un hígado, o un pulmón. Pero, según Dorling y sus colegas, un incremento en el número de donantes de las fuentes que se disponen actualmente no sería suficiente para solucionar el problema. Un estudio realizado en Seattle, EEUU, en 1992 reveló que cada año sólo se puede disponer de 7.000 cadáveres donantes en EEUU. Suponiendo que hubiese un 100% de consentimiento y de compatibilidad, los 14.000 riñones potenciales para transplante todavía serían insuficientes para abastecer el número de pacientes que empiezan una diálisis anualmente. Por tanto, está claro que hace falta una fuente de órganos alternativa, y que los xenotransplantes podrían ofrecer una serie de ventajas sobre los aloinjertos, o el resto de alternativas. La manipulación de los órganos donantes antes del transplante es particularmente interesante ya que ofrece la posibilidad de desarrollar un tratamiento inmunosupresor específico de los injertos, y reducir así los riesgos que van generalmente asociados con esta terapia. Ademas, disponer de una fuente inagotable de órganos y tejidos podría servir también para encontrar tratamientos para otro tipo de enfermedades, como el Alzheimer o la diabetes melitus.

A los pocos minutos

La Reacción Hiperaguda contra el xenoinjerto ocurre a los pocos minutos de la revascularización de un órgano y es la clave del rechazo entre las combinaciones de lo que se llama especies discordantes, como son el cerdo y el hombre (si las especies son iguales aloinjertos se llama concordante). La teoría principal para explicar la RHA, que fue propuesta por Platt y Bach en 1990 y que ahora está aceptada por la comunidad científica, sostiene tres bases del proceso de rechazo: los anticuerpos naturales del órgano injertado (el xenoinjerto); el complemento; y la activación del endotelio del xenoinjerto. Hay muchas pruebas que demuestran la hipótesis de que las células endoteliales tienen un papel importante en el rechazo, no sólo como diana del sistema receptor sino también provocando cambios patológicos que conducen a un rechazo del órgano. Los resultados de las últimas investigaciones han servido para diseñar dos estrategias para hacer frente a la RHA. La primera previene la interacción entre los anticuerpos xenoreactivos naturales (que podrían simbolizarse como llaves) y los epitopos de los órganos trasplantados (que serían las cerraduras donde encajan los anticuerpos). La segunda estrategia interfiere en la activación del complemento.

Manipular al cerdo pra injertar al hombre (GRÁFICO)

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