Salud y Medicina

259
jueves, 6 de septiembre de 1997

Suplemento actual

CARDIOLOGIA

Antibióticos antiinfarto
Cada día es más evidente la importancia de los antimicrobianos en las cardiopatías

Un estudio demuestra que los enfermos coronarios que, además de su terapia, consumen fármacos contra la "Chlamydia pneumonie" reducen las probabilidades de sufrir nuevos infartos o anginas de pecho.
______________________
JOSE LUIS DE LA SERNA
jlserna@salud.el-mundo.net

Complicado pero esperanzador. Al elevado número de fármacos que ya tienen que tomar los enfermos con patología coronaria -el mayor problema de salud en el mundo- puede que en el futuro se añada un antibiótico.

De acuerdo con las últimas investigaciones, tratar a todo aquel que tenga problemas coronarios con aspirina, betabloqueantes, un inhibidor del enzima conversor de la angiotensina, productos anticolesterol y antioxidantes, quizá no sea del todo suficiente.

Si se confirman los resultados de un trabajo argentino, publicado en un número de The Lancet del pasado mes de agosto, a los que hayan sufrido un infarto de miocardio o una angina inestable habrá que suministrales, además de la medicación ya reseñada, un antimicrobiano capaz de eliminar la infección por Chlamydia pneumonie.

Un laboratorio con varios cultivos del gérmen "Chlamydia pneumonie".ANGELCASAÑA

Un estudio dirigido por el doctor Enrique Garfinkel, de la Fundación Favaloro (una de las más prestigiosas instituciones cardiológicas de Latinoamerica), probó que 150 miligramos diarios de rotrixomicina -un antibiótico de probada eficacia frente a la Chlamydia- reduce de una forma muy significativa la incidencia de problemas coronarios en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio o han sido ingresados por culpa de lo que los médicos denominan angina inestable.

La investigación se centró en estudiar a 202 pacientes con ateroesclerosis coronaria demostrada, y en dividirlos de forma aleatoria en dos grupos distintos. De forma doble ciega -ni los pacientes ni los médicos sabían que medicación se estaba administrando- un grupo recibió rotriximicina y otro, únicamente placebo. Además del antibiótico, los enfermos recibieron también la medicación cardiológica convencional. El antibiótico se administró un tiempo variable: un mínimo de tres días y un máximo de 31.

Los resultados, a los seis meses, fueron determinantes. La incidencia de angina recurrente, infarto de miocardio y muerte coronaria fue en los pacientes que consumieron placebo de 5,4%; 2,2% y 2,2%; respectivamente. Por el contrario, en los enfermos tratados con el antibiótico, estos mismos problemas tuvieron una incidencia de 1,1%, 0% y 0%. Una diferencia significativa.

Los editores de The Lancet han considerado el estudio trascendente y lo han publicado muy poco tiempo después de haberlo recibido, algo que sólo consiguen los trabajos que pueden hacer cambiar definitivamente la práctica clínica.

Sin embargo, algunos investigadores han puesto ciertas pegas al trabajo. La primera de ellas es que el número de enfermos estudiados es pequeño y, por lo tanto, no se pueden obtener conclusiones definitivas. La segunda es que no se aclara si los pacientes estaban infectados o no con la Chlamydia.

Aún así, los doctores Gregory Lip y Gareth Beevers, del departamento de Cardiología del City Hospital de Birminghan, en Gran Bretaña, opinan en un editorial que se publica en el mismo número de la revista, que el trabajo argentino es esperanzador y es, además, el primero que sugiere la importancia que en el futuro pueden tener los antibióticos en el tratamiento de la enfermedad coronaria.

La relación entre infección por Chlamydia y ateroesclerosis empezó a cobrar relevancia hace tan sólo cuatro o cinco años. La mayoría de los 18 estudios epidemiológicos que se han publicado hasta la fecha ha relacionado la infección por Chlamydia pneumonie con, por lo menos, el doble de riesgo de padecer enfermedad coronaria. A pesar de los sesgos en los que suelen incurrir los estudios epidemiológicos, incluso los observadores más críticos reconocen que la asociación entre la infección por este germen y la enfermedad coronaria es real.

Los mecanismos

Lo que no se sabe con seguridad es el mecanismo íntimo por el que la Chlamydia interviene en la génesis de la placa de ateroma, en la posterior rotura de la misma y en la trombosis que llega a obstruir parcial o totalmente la arteria.

Se ha hablado de proliferación de la capa muscular de la arteria, de inflamación capaz de fracturar la placa, de puesta en marcha de los mecanismos de la coagulación y de infección directa de la capa interna de la coronaria. Sin embargo, nadie ha demostrado el auténtico papel de estos mecanismos.

Pero de la misma forma que se desconoce aún cómo el Helicobacter daña la pared del estómago y la del duodeno, y eso no es un inconveniente para tratar con antibióticos a los ulcerosos que portan la bacteria, los expertos opinan que ha llegado el momento de probar si los antimicrobianos tienen un lugar privilegiado en la terapia de la enfermedad coronaria.

No obstante, hará falta que el estudio argentino se pueda repetir con un número mucho mayor de pacientes.

Van a ser necesarios 3.900 enfermos, por lo menos, para que las conclusiones, de seguir siendo favorables al tratamiento con antimicrobianos, sean consideradas como definitivas.

La infección por este germen es corriente (afecta al 50% de los humanos). Muchos de los catarros catalogados de virales son, en realidad, infecciones pulmonares por Chlamydia. En otras ocasiones, es una infección dental el origen primero del problema.


Sólo con aspirina

|| suplemento 259 | suplemento actual | búsquedas | Salud y Medicina |