Salud y Medicina

259
jueves, 6 de septiembre de 1997

Suplemento actual

TRASPLANTES

Proteger los órganos implantados
Demuestran en monos la eficacia de un nuevo tratamiento que evita el rechazo
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JONATHAN KNIGHT. New Scientist/El Mundo

Gracias a un breve curso sobre anticuerpos, el sistema inmunológico de los monos ha aprendido a aceptar tejidos extraños. El descubrimiento puede hacer que el tratamiento que se administra de por vida a los pacientes con órganos trasplantados sea innecesario, según investigadores de EEUU.

Generalmente, los pacientes que reciben trasplantes deben tomar inmunosupresores de por vida para evitar el rechazo de dicho trasplante. Este tratamiento bloquea la activación de las células T que podrían atacar y destruir el tejido extraño.

Sin embargo, los efectos secundarios de las células T bloqueadas pueden provocar, a corto plazo, una lenta cicatrización de las heridas y una mayor susceptibilidad a sufrir infecciones y tumores. A largo plazo: diabetes y osteoporosis.

Científicos de la Universidad de Wisconsin, en Madison, y del Instituto Naval de Investigación Médica de Bethesda, en Maryland, afirman haber encontrado la forma de evitar el tratamiento permanente de inmunosupresión en macacos de la India que han recibido trasplantes de riñón.

Las células T necesitan dos señales para descubrir al nuevo invasor o antígeno. Mientras que los fármacos convencionales bloquean una de estas señales, el nuevo tratamiento actúa en la otra, llamada coestimuladora. "El factor coestimulador es el segundo interruptor", dice Allan Kirk, del equipo de investigadores navales. "Si se para, la célula T nunca podrá volver a reconocer al antígeno". Kirk sustituyó los riñones de 12 monos con trasplantes de donantes que no eran de la misma familia e inmunológicamente incompatibles. Cuatro de los animales no recibieron tratamiento adicional y murieron días más tarde, tras rechazar el riñón.

El resto recibió un mes de tratamiento con dos anticuerpos diseñados para bloquear la señal coestimuladora. Los anticuerpos se unieron a la superficie de las células que generalmente avisan a las células T de la presencia de un invasor. Allí, bloquearon a las proteínas específicas y les impidieron activar el interruptor del coestimulador.

Dos de los monos que recibieron sólo un anticuerpo, y otro que recibió los dos, rechazaron el trasplante en menos de un mes. Sin embargo, los otros cinco sobrevivieron. A pesar de que tres de los monos necesitaron un segundo y breve tratamiento de tres meses, pasados seis meses todos estaban sanos y no necesitaban fármacos, según afirman los investigadores. A pesar de los resultados, algunos expertos opinan que seis meses no es tiempo suficiente para garantizar el éxito del tratamiento.


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