INFORMATICA
domingo 16 de marzo de 1997	a prueba

ABEL MANTON

No es lo mismo comprar una máquina magnífica por 758.000 pesetas, que la misma magnífica máquina por 606.900. ¿Perogrullo? Pues sí, claro, pero así se escribe la historia más reciente de los ordenadores. Sobre la marcha, mientras echábamos un vistazo al portátil Echos Pro 150 S, una de las principales consideraciones ha variado rotundamente: el precio.

Antes de este cambio había que hablar de un equipo capaz de reemplazar ampliamente al ordenador de sobremesa, por un precio muy respetable. Ahora se trata de lo mismo, pero por una cantidad que se queda en respetable. Se puede perdonar el muy, como consecuencia de la batalla de precios en la que se acaba de embarcar el consorcio Piedmont, los nuevos propietarios de la división de ordenadores de Olivetti, que a este equipo le ha supuesto una rebaja del 18%.

 

16 megas

 

En todo caso, lo primero que importa contar es que el Echos Pro calza un Pentium a 150 megahercios, que va como un tiro, una memoria RAM de 16 megas, además de 256 Kilobytes de caché L2 y un disco duro extraíble de 2,1 megas. El periódico electrónico de EL MUNDO lo estamos haciendo con PCs más modestos, que sólo le ganan en pantalla... pero porque usamos enormes monitores. La pantalla del Echos Pro es un magnífico panel LCD de matriz activa de 12,1 pulgadas, muy luminoso, con un ángulo de visión muy amplio, resolución de 800 x 600 píxels y color de alta densidad.

A la velocidad de la informática ya no se puede decir que sea ultimísima generación (ya está ahí el Echos con procesador MMX y un equipamiento tremendo), pero todavía hay cosas que son muy recientes, como el bus PCI integrado en un portátil.

Cierto que en este caso ha dado un poco de guerra y se ha convertido en el único tropiezo con la máquina: hay algún problema de configuración en el registro de Windows 95, que no le permite ver directamente la unidad de CD Rom integrada. Es un problema relativo, que se resuelve instalando los pertinentes drivers en los ficheros config.sys y autoexec.bat (la herencia del viejo sistema operativo), pero a uno le parece que sería más elegante que el propio Windows 95 tomase el control del CD Rom como cosa propia.

El servicio técnico anda persiguiendo el asunto y trataron de ayudarme a resolverlo por teléfono. La verdad es que el proceso resulta complicado, no tiene el éxito asegurado y, por tanto, no se lo recomendaría a ningún usuario poco experto.

Además, el driver para manejar el lector es capaz de ver todo tipo de CDs sin las limitaciones de formatos que padecen otros congéneres suyos de 16 bits.

A cambio de esta sutil pifia, Olivetti ha aplicado una original solución para el uso conjunto de la disquetera y el CD Rom. Ambas piezas son intercambiables, en el mismo hueco del ordenador. Para usarlas a la vez, se suministra un cable (nada más que un cable), para enchufar directamente el lector que ha quedado fuera al puerto de la impresora. Funciona hasta para utilizar la disquetera con un disco de arranque.

 

Batería duradera

 

Hay otras cosas que quedan en el capítulo de las sensaciones: me ha parecido que la batería dura mucho, considerando el procesador tan veloz que lleva, el equipamiento multimedia incorporado y la pantalla. Se supone que la batería aguanta tres horas. Yo creo que incluso lo tuve funcionando un poco más.

También me ha parecido que no se calienta demasiado (cuanto más rápido es el procesador, más suele calentarse), o que la disipación de temperatura está muy bien organizada.

Quizá la carcasa del Olivetti es un par de centímetros más larga de lo que suele ser la medida habitual, pero no resulta sensiblemente más grande. Está en la media que se impone para el portátil multimedia: poco más de tres kilogramos de peso, en los que todavía cabe un extra no muy extendido: una salida para S-Vídeo, que permite conectar el ordenador directamente a un televisor a través de un cable RCA bastante corrientito (como los que suelen usar las cámaras de vídeo doméstico).