INFORMATICA
domingo 11 de Mayo de 1997


Equipos Clónicos
Hay que buscar casas serias y que ofrezcan garantías posventa

Juana Gandía


Por fin he decidido comprar un ordenador para casa. Tras recorrer innumerables tiendas con lápiz y papel, para apuntar precios, modelos, accesorios... ¡no me he enterado de nada! Varios días de peregrinaje y aún no sé siquiera si adquirir un equipo de marca conocida o uno de esos llamados clónicos que se anuncian tan prolíficamente. ¿Compro a la oveja Dolly o no?

Esta disyuntiva acosa a muchos futuros propietarios de ordenador. La oveja Dolly ha popularizado, ahora, una palabra: clónico, que en el argot informático se emplea desde hace años.

La publicidad bombardea con infinidad de equipos que parecen iguales pero con unas diferencias de precio que confunden al comprador. ¿Por qué un modelo de similares características puede variar hasta 100.000 pesetas de una marca a otra? ¿No se supone que incluyen lo mismo? No. La calidad de los componentes y el valor añadido posventa influyen notablemente en estos precios.

Ha habido muy mala prensa sobre los equipos clónicos (o ensamblados) gracias a una serie de comerciantes con escasos escrúpulos que ofrecía mercancía muy barata pero sin ningún tipo de aval. Pocos meses después, la empresa desaparecía y el cliente se quedaba sin soporte técnico, en ocasiones con un ordenador roto, y sin nadie que quisiera hacerse cargo de su reparación. El chollo se convertía así en una costosa carga.

El mercado de ordenadores personales es un fructífero negocio, sobre todo desde el boom protagonizado por el PC doméstico. Una de las causas que llevó al estallido del mercado y a la generalización del producto fue la reducción de precios.

Mientras hace 10 años un ordenador medio se acercaba a las 500.000 pesetas, hoy se puede conseguir un equipo multimedia veloz y potente por unas 200.000 pesetas. Y en este salto tuvo una influencia determinante la proliferación de clónicos, que dinamitaron el mercado.

Esto se observa en las fichas que se adjuntan con este texto. Se muestran ordenadores construidos con el procesador Pentium a 166 MHz y todos los aditamentos multimedia (lector de CD-Rom, altavoces, micrófono y tarjeta de sonido). Son equipos ensamblados por empresas que ofrecen una garantía (entre uno y seis años), que disponen de soporte técnico propio y que llevan un tiempo en el mercado.

'Otro' electrodoméstico.

Estos precios han conseguido que el ordenador se haya convertido en un electrodoméstico más y que la presencia de un PC en el hogar sea algo normal.

Prueba de ello son las cifras de ventas conseguidas durante el pasado año que, según la consultora Dataquest, ascienden a 1,3 millones de ordenadores. No es de extrañar que muchos comerciantes vean en este negocio un filón para hacer dinero.

Sin embargo, el cliente no sólo quiere comprar un cacharro, quiere que se le ofrezca seguridad y que le resuelvan los problemas. No todos los clientes tienen que ser técnicos en informática.

Muchos compradores optan por un ordenador de marca (IBM, Compaq, Inves, Toshiba...). Si algo falla, aunque sea una clavija, siempre hay alguien que responde. Aunque cierre el comercio donde lo ha comprado, hay una empresa, un nombre, un prestigio que responde del equipo cuando surgen las complicaciones. En contra, está el precio. Estos modelos siempre son más caros. Las piezas utilizadas en las máquinas deben cumplir con una serie de especificaciones de calidad impuestas por la certificación AENOR (a la que los grandes fabricantes se acogen). No utilizan cualquier partida de componentes que llegue de Taiwan, sin más comprobaciones. Exigen. Y las exigencias encarecen la producción y, por tanto, el precio final.

Pero clónico no es sinónimo de malo. Cuando se habla de clónicos, hay que diferenciar entre ordenadores de calidad y los diseñados sin ningún tipo de garantía. Un clónico muy barato está construido con piezas igualmente baratas, no muy fiables. Cuando el precio es excesivamente bajo hay que sospechar de la calidad de la maquinaria.

Componentes.

Los clónicos son equipos construidos por componentes de distintos fabricantes que se introducen en una caja y se conectan entre sí, es decir, son máquinas ensambladas. Dependiendo de la calidad y procedencia de estos elementos se conseguirá un buen producto o un chollo de 100.000 pesetas.

Entre los fabricantes de clónicos hay gente muy seria que ofrece equipos de calidad. Las piezas suelen pertenecer a productores de primeras marcas y, tras la compra, el cliente cuenta con una garantía (como mínimo de un año y soporte técnico de la empresa), es decir, seguridad.

Los ensambladores argumentan que la relación precio-prestaciones que ellos ofrecen es mucho mejor. Sostienen, y con razón, que es mucho más fácil ampliar sus equipos: no se deben a un único fabricante, sino que pueden elegir el (o los) que más les convenga, y a la hora de construir los equipos es mucho más fácil configurarlos a la carta que si se trata de uno de marca.

Comprarlo o hacerlo.

Algunas casas permiten que sea el comprador el que defina su máquina, la marca y capacidad de su disco duro, el tipo de lector de CD-Rom, etcétera. El consejo es que, si busca un equipo estandarizado y no una configuración especial, es mucho más rentable adquirir un equipo ya ensamblado que hacerlo uno mismo.

Los puntos a tener en cuenta afectan tanto al comercio como al equipo. La tienda tiene que ofrecer ciertas garantías y una continuidad, que no cierre a los pocos meses. Que, en el precio, el vendedor adjunte una garantía tanto de las piezas como de la mano de obra y que si surge algún problema, se pueda acudir a un servicio técnico de la casa.

En lo que respecta al ordenador, es conveniente que las piezas hayan sido fabricadas por una empresa de prestigio y, si en el precio se incluye algún programa, que éste se acompañe de manuales y su correspondiente licencia. La piratería en el software afecta tanto al vendedor como al comprador. Según la última legislación, es delito vender programas sin licencia ya sea por separado o incluidos dentro del ordenador; y también se considera pirata, y por tanto que ha infringido la ley, a aquél que adquiere programas, por el medio que sea, sin licencia.


Seis versiones de un equipo
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