NOVEDADES
domingo 22 de junio de 1997	a prueba

Abel Mantón

A lo bueno se acostumbra uno enseguida. El portátil HiNote VP 575 combo es tan potente, que se puede pasar una semana entera sin encender el ordenador de sobremesa ni acordarse para nada de él.

Se trata de un cacharrito de 3,4 kilos de peso, con 2,16 gigas de disco duro y una pieza que combina en el mismo espacio la disquetera y el lector de CD-Rom.

De ahí le viene el apellido 'combo' a esta máquina de 765.000 pesetas en su configuración estándar. El ordenador que hemos probado vale algo más, porque incluía una ampliación de memoria, pasando de los 16 megas del equipo básico a 32.

La diferencia de memoria, como ya se ha escrito tantas veces, es fundamental para disparar el rendimiento. Por desgracia, las ampliaciones de memoria acostumbran a ser específicas para cada modelo y los precios lo notan.

Un equipo a gusto.

Para elegir bien un portátil hay que tener precaución en comprobar cómo se adaptan los gustos de usuario a tres parámetros básicos: el teclado, la pantalla y el ratón, que con los programas que corren resulta esencial.

Sobre el teclado hay que decir que tiene algunas teclas un poco descolocadas, sobre todo la de suprimir, la de inicio y la de fin. El modelo probado tenía el teclado inglés, lo cual siempre incomoda un poco, pero lo más fastidioso es tener que buscar la tecla de borrar, que está donde está sin vuelta de hoja, y es un lugar infrecuente. Por lo demás, se escribe estupendamente.

La pantalla es irreprochable. 12,1 pulgadas, matriz activa y un ángulo de visión fantástico. La tarjeta gráfica, que tiene mucho que ver, claro, es una PCI de 128 bits (puro lujazo), de lo más eficiente. Consiente una resolución de hasta 1024x768 puntos, aunque haciendo un truco de panning. Es decir, crea una pantalla virtual que 'se sale' de la pantalla visible y se desplaza sobre ésta cuando se lleva el puntero del ratón hacia los extremos. Lo recomendable y apropiado es usar la resolución de 800x600, con color de alta densidad, que produce los mejores resultados visuales, sin trampa ni cartón.

Y por último, el ratón, que es de lo que más me quejo. Nunca termino de acomodarme al sistema touchpad (esa superficie táctil sobre la que se desliza el dedo para dirigir el puntero), pero es que en esta máquina tan velocísima resulta de lo más impreciso.

Se roza un instante sin querer y resulta que ya has seleccionado media docena de carpetas, o has arrastrado sin querer hasta una esquina la ventana del programa.

Sinceramente, preferiría que fuese menos sensible. Y para trabajar con imágenes, con las que el procesador MMX (¿no había dicho todavía que, además, tiene un Pentium 166 MMX y 256 kb de caché?) es un cañón, lo más recomendable es enganchar un ratón tradicional. Desde luego, con el touchpad no hay manera de tratar una foto para siluetearla o hacerle alguna gracia.

El HiNote probado venía con la última versión de Windows 95, OSR2, que mejora el rendimiento del disco duro con un sistema más avanzado de gestión de ficheros, pero da la sensación de ser poco más que una versión beta del próximo sistema operativo de Microsoft. O sea, que falla por donde menos te lo esperas: éste se negó a instalar correctamente el Servidor Web de Front Page y no hubo manera de arreglarlo.

Buena batería.

Todo lo demás son extras tecnológicos. La batería de ión-litio dura mucho (hasta cinco horas dice Digital; yo certifico haber pasado de cuatro).

Según el fabricante, no padece el 'efecto memoria', un defecto por el que las baterías 'recuerdan' el nivel de carga que tenían, cuando se las recarga sin haberse agotado, y llegan a creerse que ese es el mínimo permisible, con lo que acaban por perder su capacidad.

El ordenador no se calienta demasiado, considerando lo velocísimo que es su procesador, y maneja con bastante soltura los asuntos de sonido e imagen (incluye software para descomprimir vídeo en formato MPEG), con el pertinente par de ranuras para tarjetas PCMCIA que se asocian al puerto zoom vídeo.

Resumiendo, una vez que los portátiles se han metido de lleno en la batalla de las altas prestaciones, el que tenga los duros para comprarse una máquina como ésta, ya puede ahorrarse el ordenador de sobremesa y rescatar la mesa de despacho para volver a poner el tren eléctrico. Es sólo una idea.