OPINION | |
domingo 30 de noviembre de 1997 | Diálogo con Nicholas Negroponte |
¿Es cierto que usted era arquitecto? ¿Me gustaría
saber por qué abandonó la arquitectura para llevar una vida
digital?
Amy Sandell, Minneapolis
Ser arquitecto es como ser filósofo: una distinción que hay que ganarse. De hecho me formé para ejercer la profesión; tengo dos títulos de arquitectura por MIT. Comencé mi carrera profesional en el diseño asistido por ordenador, que en los años sesenta, en plena década de la contracultura, era poco más que dibujo automatizado. En aquella época de espíritus libres, ningún diseñador con amor propio se dignaba a entrar en contacto con el frío, monótono e insensible mundo de los ordenadores.
Sin embargo, me propuse cambiar la situación y convertir el entorno informático en un lugar menos siniestro y más poético para las personas amigables y creativas, donde pudieran expresar su imaginación, inteligencia y comprensión de las cosas. De aquí la realización de experimentos informáticos más humanizados en los años setenta, y más tarde, la creación del Media Lab de MIT.
Si tuviera que hacerlo otra vez, tomaría el mismo camino. Trabajar en el mundo digital no supone necesariamente el aislamiento. Sí consiste en estar conectado al contexto y al funcionamiento del mundo que nos rodea.
¿Ha llegado usted a conocer íntimamente a alguien a
través del correo electrónico y más tarde, al verlo
en persona, no sentido mucha timidez, porque no deja de ser un primer encuentro,
aunque la otra persona sepa tanto de uno? ¿Qué hace usted
en esta situación?
W. Fernández, Palma de Mallorca, España.
Sí, hace poco conocí a un hombre con el que había mantenido correspondencia electrónica todas las semanas durante los últimos cuatro años ¡Ni siquiera habíamos hablado una sola vez por teléfono! Al principio me sorprendió comprobar que era más delgado, joven y elegante de lo que había pensado. Leyendo entre líneas, me había creado una imagen falsa de él a partir de su forma de escribir sus mensajes. No obstante, logramos comunicarnos muy bien. En el acto comenzamos a emplear información que habíamos compartido, metáforas conocidas por ambos y referencias comunes. ¿Sentí timidez? No, pero, sin duda, era una situación muy distinta.
En el tiempo real, a diferencia de lo que ocurre cuando usamos el correo electrónico, no podemos editar minuciosamente el lenguaje escrito y el gestual, por tanto me parece que nuestra primera impresión era nos expresábamos de forma algo tonta y torpe.
¿Cree usted que los fabricantes norteamericanos de chips tendrán
que hacer frente a una mayor competencia de las empresas asiáticas,
particularmente ahora, que hay tantos problemas económicos en la
región?
ITSigma@aol.com
La actual devaluación de las monedas de los países asiáticos, hasta el 40% en algunos casos, reducirá sin duda el costo de fabricación, aunque no necesariamente el precio de venta al público. El año pasado, por motivos como un exceso de stock, los fabricantes asiáticos recibieron una paliza tan dura en el mercado de los chips de memoria que, a mi entender, estarán más que dispuestos a dejar que suba su margen de beneficios antes que provocar otra guerra de precios.
¿Qué ventajas tiene para el consumidor las compras on
line? ¿Acaso no se benefician sólo las empresas?
B.Feidbrugge@daxis.nt
Sí, comprar en el ciberespacio tiene el mismo atractivo que hacerlo por televisión, correo o catálogo, sólo que resulta más automatizado e inmediato. Podemos quedarnos en casa comiendo palomitas y cuidando a los niños.mientras salimos de compras.
Lo verdaderamente nuevo del comercio on line es que los consumidores pueden formar una especie de asociación: pueden comunicarse vía Internet para reseñar los CD, las joyas o los recambios de coche que han adquirido por ordenador, destacando el precio, si la entrega fue rápida o no, y si recibieron los artículos en buen estado. Además, cuando se eliminan administradores y comerciales, los precios bajan y las empresas pueden aumentar su margen de beneficio.
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