Decir "Te quiero", en forma de regalo, cuesta 125.000 millones de pesetas cada año a los españoles. Y son varios los sectores comerciales que se reparten el pastel monetario, cuyas porciones recaen en una serie de fechas creadas por las cada vez más intensas campañas publicitarias.

La industria del regalo se encuentra en buen estado. Y la prueba de ello es que, esta semana, la actividad comercial se ha visto alterada por un fenómeno capaz de reactivar el consumo: el Día de los Enamorados.

Desde hace algunos años, el 14 de febrero, festividad de San Valentín, se ha convertido en un día señalado en el calendario de los comerciantes que engrosan la industria del regalo. Aunque se trata de un solo día, laborable o festivo, la campaña de San Valentín suele abarcar los siete días precedentes a la festividad del santo. Ningún establecimiento, cuyos productos sean susceptibles de ser regalados, escapa a la tentación de colgar corazones rojos en sus escaparates, mientras que las grandes superficies comerciales invierten cantidades millonarias en campañas de marketing (valgan de ejemplo los 90 millones que El Corte Inglés emplea en promocionar la fiesta de los corazones).

Precios más caros.

Desde el pasado lunes, varios sectores se han beneficiado del aumento de la venta de determinados productos. Por contra, el consumidor se ha visto obligado a pagar exorbitados precios por adquirir alguno de los regalos más típicos del día de San Valentín.

Según un estudio publicado esta semana por la Fundación Ciudadano, el precio de algunos artículos puede crecer hasta un 75% en el Día de los Enamorados. Este es el caso de las flores. Según la leyenda, San Valentín solía regalar flores a las parejas de jóvenes enamorados. Hoy en día, seguir las costumbres del santo repercute, sobre todo, en el bolsillo. Para las floristerías, esta campaña dura poco más de tres días, en los que la venta de flores puede incrementarse en más de un 1.500% sobre su venta habitual. La gran demanda repercute, a su vez, en el aumento de los precios que puede oscilar entre el 37 y el 75% de su coste normal. Por ejemplo, la misma docena de rosas que el pasado martes valía 4.500 pesetas, aumentó su precio hasta las 7.500 que costaba el viernes. El ejemplo es aplicable al resto de las flores más vendidas en San Valentín, desde las orquídeas (su precio pasa de 800 a 1.500 pesetas) o los claveles, cuyo precio oscila entre 600 y 1.400 pesetas.

Mientras que los jóvenes prefieren un ramo de rosas, los ya entrados en años se inclinan por el manojo de claveles. Y es que, en lo que a regalos se refiere, se debe tener en cuenta la edad y el sexo de cada cual. Según el estudio de la Fundación Ciudadano, son los hombres los más decididos a la hora de hacerle un regalo a su media naranja. Por ello, el 85% de los varones compra un regalo cada 14 de febrero: el 90% invierte en flores mientras que el resto se decanta por la joyería, la perfumería o los artículos de lencería.

Junto a las floristerías, estos tres sectores también aprovechan el tirón de San Valentín. Tanto el perfume como los colgantes de oro en forma de corazón son ya regalos clásicos del Día de los Enamorados. Pero el incremento de ventas en estos sectores no es tan pronunciado como en la floristería. Quien elige estos regalos lo hace con más anticipación y goza con la ventaja de comprar los artículos a su precio habitual, ya que, en estos casos, el coste suele venir definido desde la fábrica.

En todos los comercios.

El imparable ascenso que, desde hace algunos años, experimenta el consumo en estas fechas ha hecho posible que la concepción de esta fiesta, en principio ideada para los grandes centros comerciales, se haya extendido a cualquier tipo de sector comercial, independientemente de su tamaño o volumen de ventas. Según Salvador Bellido, vicepresidente de la Confederación de Pequeños y Medianos Comercios de España (Copyme), "la campaña de San Valentín contribuye a relanzar el comercio en el mes de febrero, cuando el volumen de ventas no está alcanzando las cotas previstas, y de ella se benefician cada vez más parcelas del mercado: poco a poco se está creando el hábito de comprar". De los nuevos hábitos consumistas se benefician sectores como la lencería o las tiendas de moda. Ambos aumentan sus ventas sin que por ello varíen los precios. Los artículos del sector textil suelen ofrecer sus productos más baratos en plena campaña de rebajas.

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