Grandes iniciativas.
Pero quizás IBM España es la empresa que más teletrabajadores tiene en plantilla, superando los 1.000 empleados en toda España.
Son trabajadores móviles, también conocidos como nómadas, y antiguos empleados tradicionales. Los primeros ensayos de esta modalidad de trabajo se iniciaron en junio de 1995. Entre ellos se encuentran: analistas, consultores y técnicos de mantenimiento y de sistemas.
Aunque parte de su jornada laboral se desarrolla desde sus propios domicilios, el grueso de su trabajo lo realizan en la calle o en el domicilio particular o social de los clientes de IBM.
Pasan por la oficina un par de veces por semana, pero están interconectados con el centro de trabajo y entre ellos a través de redes informáticas y de Internet.
Antes, cada uno de estos trabajadores contaba con un espacio propio en las oficinas madrileñas de la compañía . Ahora, tres personas comparten la misma ubicación, ya que en raras ocasiones coinciden. Sin embargo, la superficie total de oficinas sólo se ha reducido un 50%. El motivo es que ahora las salas de reuniones se han ampliado.
Por su parte, en Mapfre Vida existen 500 asesores que realizan la mayor parte de su trabajo en la calle. Este sistema tiene más de 4 años. De todo el grupo, 100 personas cuentan con la posibilidad de presentar un proyecto a un cliente e incluso emitir la póliza en tiempo real a través de las nuevas tecnologías. Es decir, que ni el cliente ni el asesor tienen que pasar por las oficinas para que la póliza tenga validez. Responsables de esta compañía esperan que, en dos o tres años, el 80% de la contratación se realice mediante este sistema.
Los medios.
Para ser teletrabajador, además de conseguir trabajo, deberá apoyarse en las nuevas tecnologías. Cada profesión tiene su solución informática.
Periodistas, secretarias y traductores únicamente necesitarán utilizar Internet, como fuente de información y comunicación, y programas básicos de tratamiento de textos. Para ello, tan sólo tendrán que disponer de un equipo informático básico y, por tanto, económico. Con cuatro megas de RAM y 40 de disco duro, además de módem, fax, teléfono y proveedor de Internet, podrán trabajar en buenas condiciones, por unas 160.000 pesetas.
Los asesores y peritos de accidentes requerirán un equipo portátil, por aquello de los desplazamientos. Por 310.000 pesetas, dispondrán de un ordenador con ocho megas de RAM, 500 de disco duro y una velocidad de 100 Megaherzios. Además, el envío de datos lo realizarán a través de telefonía móvil, mediante una tarjeta de transmisión.
Diseñadores gráficos, ilustradores y arquitectos deberán disponer de mayor presupuesto para trabajar desde casa. Los programas informáticos necesarios y los elaborados trabajos a desarrollar requerirán un ordenador de gran capacidad. Así, ha de tener al menos 64 megas de RAM y dos gigas para el almacenamiento. En el mercado existe una amplia gama de precios y modelos que van desde las 350.000 pesetas hasta superar el millón.
Decidirse por el equipo a su medida le llevará su tiempo, aunque la gran oferta presentada en SIMO facilitará su elección (ver Págs. 4, 6 y 7).
Ventajas e inconvenientes.
Según una encuesta realizada entre directivos americanos, el teletrabajo tiene una excelente aceptación entre quienes lo practican. El resultado fue que la productividad aumenta un 58% y la moral mejora un 79%. Disminuye el estrés un 63%, el absentismo un 61% y los costes de alquiler para las empresas un 64%. Entre las ventajas teóricas destacan: la mayor posibilidad de integración de discapacitados, la mejora del tráfico, de la contaminación, el ahorro de costes empresariales y el aumento de tiempo de ocio.
Pero los inconvenientes actuales también son de peso. No sirve cualquiera para ser trabajador a distancia, hay que ser disciplinado. El problema en España es que existe una cultura muy arraigada de acudir todos los días a la oficina. Al empleado tradicional español le gusta sentirse arropado por la empresa. Hay quien se atreve a decir que "hay muchos más funcionarios de mentalidad que los que hay en realidad". Horario fijo, sueldo fijo y rutina es el ideal de muchos asalariados españoles. La flexibilidad, tan necesaria para adaptarse a la globalización del mercado de trabajo, no parece ser uno de los puntos fuertes de este país. Amén de estas peculiaridades ibéricas, lo cierto es que las conquistas sociales de los trabajadores pueden peligrar ante el avance de los nuevos sistemas. Muchas empresas pueden valerse de esta fórmula para ahorrar costes y conseguir trabajadores en condiciones precarias.
Faltan leyes.
Es precisamente la ausencia de un marco legislativo que regule esta actividad uno de los más importantes escollos. La normativa deberá ser trasnacional, ya que los teletrabajadores, con el uso de las nuevas tecnologías, realizan tareas para empresas de otros países (el caso de un traductor español que trabaja para Francia). Por este motivo, en el Tercer Congreso de la Unión Europea, que se ha celebrado esta semana, se ha incidido en la necesidad de la creación de un marco europeo.
Además, se tendrá que dotar al trabajador de la Unión Europea de armas, como programas de formación, que le sirvan para defenderse de la fuerte competencia de otros países, como Estados Unidos, donde el teletrabajo se encuentra mucho más desarrollado. En cualquier caso, antes de que esto suceda, a usted le conviene negociar con la empresa sus condiciones laborales.
Esta información se ha realizado con datos proporcionados por Alberto de las Fuentes, las empresas que se mencionan, Telefónica, la Asociación Española de Teletrabajo, K-Tuin, Fundesco y otros expertos.
Levantarse de la cama le cuesta igual que a cualquier trabajador tradicional. A las 7:30 de la mañana, el despertador interrumpe el sueño de Juan José Echanove, director del proyecto de teletrabajo en IBM España.
Media hora más tarde está metido de lleno en su trabajo, pese a que su domicilio se encuentra en las afueras de la ciudad. La razón se debe a que la primera hora y media de su jornada laboral transcurre en su domicilio. Desde allí conecta su portátil Thinkpad, revisa su agenda, contenido que comparten otros empleados de su empresa, y contesta su correo electrónico.
A partir de las 9:30 de la mañana, hora en la que el tráfico comienza a remitir en Madrid, se dirige en su vehículo al encuentro de sus colaboradores.
Su móvil no cesa de sonar en todo el día. Cada hora aproximadamente vuelve a conectar su ordenador con la oficina: contesta mensajes urgentes y solventa algunas dudas de colegas de otros países.
De 13:30 a 14: 30 regala su estómago con el almuerzo.
A eso de las 15 horas se compra un par de zapatos, a los que ya tenía "echado el ojo". Y es que, como él mismo asegura, la flexibilidad de este tipo de trabajo le permite disponer de más tiempo libre y organizar otras actividades para hacerlas compatibles con el trabajo.
Su tarde consiste en el desarrollo de actividades semejantes. Hoy desconecta su ordenador y su mente de trabajador a las 21:10 horas. "Es preciso recuperar el tiempo invertido en la compra de los zapatos".
Sostiene que ser teletrabajor (móvil ) a veces supone tener una jornada laboral más larga, pero a cambio dispone de más tiempo libre por la eliminación de ratos muertos.
Se ha adaptado perfectamente al nuevo sistema de trabajo. Detesta la oficina y el horario rígido. Ni siquiera sus más de 25 años de trabajo en IBM, de forma tradicional, consiguieron acostumbrarle. Mañana es uno de los dos días de la semana que debe acudir a la oficina.
Si usted desea conocer las entrañas del novedoso mundo del teletrabajo, existen varias publicaciones en castellano, aunque algunas de ellas son traducciones. Analizan detalladamente cada uno de los aspectos de esta nueva fórmula laboral.
-"Teletrabajo", por Remigio Carrasco Pérez y José M. Salinas Leandro. Serie monografías del Ministerio de Obras Públicas y Transporte (ahora, Ministerio de Fomento).
- "El teletrabajo", por Mike Gray, Noel Hodson y Gil Gordon. Fundación Universidad-Empresa.
- "El teletrabajo" (Una nueva sociedad laboral en la era de la tecnología). Editorial McGraw-Hill.
- "Teletrabajo" Christian Barrios y Pedro Muñoz. Dolmen Ediciones.