Es de esas cosas que uno no acaba de comprender: a pesar del innegable atractivo de la época del Séptimo de Caballería, Billy el Niño y, sobre todo, el espíritu del spaghetti western o las epopeyas de tipos duros a lo John Ford, el Salvaje Oeste no acaba de cuajar en territorio PC. Más allá del memorable Outlaw, de Lucas Arts, o juegos en flash de calidad bajo mínimos, los vaqueros no han cabalgado demasiado a lomos del compatible. Es lógico entonces que una serie como la que comenzó Spellbound en 2001 con Wanted Dead or Alive, despertase el ansia del personal. Más aún si se piensa que Desperados adoptaba sin sonrojo alguno la mecánica del juego español por excelencia, Commandos.
Con Cooper’s Revenge volverá la América polvorienta de finales del XIX. Y lo de volver tiene más de un sentido. Porque lo último de Spellbound hace gala de un espíritu más bien continuista. En esencia, esta secuela sigue el camino marcado por su hermano mayor. Repiten parte importante de los personajes e incluso algunos de los escenarios como el Eagle’s Nest también hacen aquí acto de presencia. Eso sí, debidamente actualizados a las modernas tres dimensiones. Hay más: la interfaz apenas ha sufrido cambios y las acciones de los personajes siguen pudiendo ser grabadas y ejecutadas después, cuando el enemigo y el peligro aprietan. Claro que hay novedades. A las ya mencionadas 3D se le viene a sumar la combinación de perspectivas, consecuencia directa de haber adoptado una dimensión más. De este modo, el juego puede pasar de una vista isométrica, estilo estratégico, a una en tercera persona propia de juegos de acción, especialmente útil cuando manda el plomo sobre la neurona.
Dicho así, parece que Spellbound ha hecho lo que se esperaba de ellos: dar un paso hacia el futuro, quedarse con lo mejor, y servirnos un juego como mandan los cánones: divertido, moderno y lo suficientemente desafiante. Lo han hecho, cierto, pero sólo a medias.
Por una parte, el juego acierta a la hora de combinar las acciones de todos los personajes. A pesar de que el protagonismo recae sobre Cooper por exigencias del guión, aquí nadie le roba importancia a nadie, y tanto Sánchez como Doc o Kate pueden ser decisivos a la hora de avanzar en la partida. Los diseñadores también han creado un juego de escenarios y misiones variadas en los que o sacas a un borracho a cuestas de un saloon o ayudas a un grupo de colonos a sobrevivir al ataque indio de rigor. Ahora bien, el nuevo motor gráfico nos hace añorar las dos dimensiones. No es sólo que Desperados 2 necesite un ordenador de gama alta para mover sus escenarios, es que el cambio de perspectiva a tercera persona resulta más doloroso de lo necesario y deriva en problemas de cámara o personajes que impiden el paso a otro.
Juegos que basan parte importante de su discurso en el sigilo y la infiltración, no pueden permitirse fallos de inteligencia artificial flagrantes como los encontrados en Cooper’s Revenge: personajes que apuntan hacia una pared cuando deberían estar haciendo guardia en un pasillo, pistoleros que no detectan tu presencia a pesar de que casi puedas besarles el cogote y tipos que se quedan atrancados en una escalera o inmovilizados de espaldas sobre la arena, como aquella cucaracha que hizo famosa Kafka y que sudaba para levantarse de la cama. Por suerte, el ritmo del juego y la variedad de los objetivos a resolver acaban por ganar la partida a una factura técnica mejorable; y uno es capaz de hacer de tripas corazón, seguir adelante, y divertirse. Al final eso es lo que importa.
Desarrolla: Spellbound. Distribuye: Atari. PVP: Para PC (39,99 euros)