Desde hace siglos, las líneas de la palma de la mano han servido para —eso dicen quienes lo creen fervientemente— adivinar el futuro. A partir de ahora, una empresa española les ha buscado una aplicación mucho más científica: identificar personas. Basta con leer las arrugas, las líneas y los pliegues de la piel, que forman un patrón único que el sistema desarrollado por el grupo CDW es capaz de extraer y comparar de manera eficiente y a gran velocidad.
La biometría se ha convertido en uno de los sectores con mayor crecimiento de los últimos años. No en vano, cada vez es más habitual encontrar ordenadores, o discos duros portátiles, que sólo se pueden abrir con la huella digital, o entradas a lugares de acceso restringido que se abren con el iris, la retina o la forma de los músculos faciales. Sólo era cuestión de tiempo intentar la identificación con otros sistemas más sencillos para el usuario. Los primeros en intentarlo fueron los japoneses de Fujitsu, que desde hace meses vienen trabajando en un sistema que es capaz de identificar a una persona por las venas de la palma de la mano. Los ingenieros de CDW, apoyados por técnicos de Visoft Technologies, han creado un algoritmo matemático de identificación que permite clasificar a los individuos en función de varias característias personales e intransferibles de la palma de la mano. Entre otras, las líneas, las arrugas y los pliegues, lo que les ha permitido crear un sistema destinado a controlar el acceso en áreas restringidas y a permitir el paso únicamente a las personas autorizadas.
El sistema, que se comercializará a partir de esta misma semana bajo la marca Staff on time by Rimax, es capaz de leer la palma de la mano sin contacto físico entre la persona y el terminal, porque el escáner funciona a distancia. Además, al estar protegido tras un vidrio, es perfectamente resistente a cualquier condición meteorológica adversa e incluso al vandalismo.
Entre las ventajas de este tipo de sistemas está su bajo nivel de falsos negativos, es decir el número de veces que el sistema no logra reconocer al usuario. En el caso de las huellas dactilares, el índice de error está en torno al 2%; en los escáneres de iris y retina es de sólo un 0,2%. Los sistemas que detectan las venas de la palma de la mano reducen el margen de error hasta el 2%, pero si a eso se le suman las arrugas y los pliegues de la piel, como hace el Staff on time, el número de falsos positivos es inferior al 0,1%, y esperan seguir mejorándolo para reducir si cabe más la cifra.
Y es que en los últimos años la biometría se ha convertido en uno de los campos con mayor desarrollo de la tecnología, con aplicaciones cada vez más abundantes, desde pasaportes y documentos como visados, hasta etiquetas para contenedores de carga, seguridad o identificación de personas en eventos multitudinarios.
Para avanzar en el desarrollo de estas tecnologías, la empresa Unisys ha abierto en Bruselas el primer centro de investigación de biometría, donde empresas, investigadores y particulares pueden probar todo tipo de sistemas de escáneres y cámaras de reconocimiento de iris, músculos o huellas dactilares en desarrollo.