¿Saben una cosa? No conozco a nadie que haya comprado una vivienda hace cinco, 10 o 20 años y hoy esté arrepentido. Traigo esta reflexión ahora porque me parece especialmente oportuna debido a la visión catastrofista que últimamente se ha transmitido del mercado inmobiliario.

Es cierto que desde finales del año 2005 vivimos una situación de moderación en el sector residencial que en los últimos meses se ha vuelto más intensa por diversos motivos. Uno de ellos lo explica la teoría económica. Es habitual que, después de un largo periodo expansivo como el vivido en la última década, cuando los agentes perciben una ligera desaceleración tomen posiciones exageradamente precavidas ya que necesitan un tiempo para adaptar sus expectativas al nuevo escenario.

También han contribuido a una cierta contención de la demanda, las noticias negativas en torno al sector que han transmitido al potencial comprador una visión equivocada. Una cosa es que no estemos como hace tres años y otra es que esto sea una situación apocalíptica.

Entre otras, se ha generado la creencia de que los precios de la vivienda van a caer. Es necesario recordar que no bajaron a principios de los años 90 cuando azotaba al país una aguda crisis económica que derivó en una fuerte destrucción de empleo- la tasa de paro se llegó a situar en el 20%- los tipos de interés estaban por encima de los dos dígitos y no se creaban nuevos hogares. Pues bien, a día de hoy la situación es bien distinta, se siguen formando hogares, se sigue generando empleo y el Euribor, que es la principal referencia de los préstamos hipotecarios, se sitúa en un 4,6% y, según solventes analistas, descenderá a lo largo de 2008 para situarse por debajo del 4%. La vivienda, al contrario de lo que dicen algunos agoreros, va a cobrar cada día más relevancia, no sólo por ser un bien de uso duradero de primera necesidad, sino por ser un elemento fundamental para la estabilidad y el equilibrio de las economías familiares. El poseer un inmueble se hace cada día más importante para conseguir una financiación adecuada para destinar al consumo o a cualquier otra actividad, y se hará esencial como instrumento para complementar las pensiones en el periodo de jubilación-es inminente la regulación de la hipoteca inversa en la reforma de la Ley Hipotecaria-.

Todos hemos de ser conscientes de que venimos de un periodo de crecimiento sin parangón y el que nos situemos en un escenario de moderación de precios y de actividad, es necesario para el reequilibrio de la oferta y la demanda a medio y largo plazo, pero esto no quiere decir que la vivienda vaya a dejar de ser lo que siempre ha sido. Creo que debemos hacer un análisis racional y sensato de la situación y, ¿saben una cosa?, estoy seguro que dentro de cinco, 10 o 20 años no conocerán a nadie que haya comprado una vivienda y se haya arrepentido.

Guillermo Chicote Estruch es presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE).