GUIA INMOBILIARIA Y DEL HOGAR

EL MUNDO - Viernes 12 de abril de 2002 - Número 248
REPORTAJE ESPECIAL


Los mil y un cuidados para las piscinas
Un correcto mantenimiento hará que pueda contar siempre con un agua transparente y limpia, libre de posibles infecciones

 
  J.A.M.

Cada vez son más las viviendas que cuentan con una piscina como dotación especial para el esparcimiento de niños y mayores cuando llega el buen tiempo. Sobre todo en muchas de las nuevas promociones, este elemento, antes considerado de gran lujo, está pasando a ser algo habitual en el sector residencial.

Pero no todo en las piscinas es pura diversión, porque también hay que tratarlas con mimo para que las condiciones de su uso sean las óptimas, y todo el mundo pueda disfrutar de ellas con todas las garantías. No es sólo una cuestión estética (que el agua sea cristalina y brillante), sino que también se trata de la salud de los que se bañan. Una piscina puede convertirse en un foco de infecciones si no se trata correctamente.

Para no tener ningún problema, lo mejor es contratar los servicios de una empresa de mantenimiento, que por una cantidad mensual nos garantiza que nuestra piscina estará siempre perfectamente, evitándonos todas las dificultades. Pero también podemos hacernos cargo nosotros mismos. Vayamos por partes.

TRATAMIENTO DEL AGUA
Básicamente, hay dos tipos de tratamiento para el agua. El más sencillo y tradicional es el químico: aplicar una serie de productos que desinfecten y conserven el agua.

El primero de ellos es el cloro. Evita que el agua se pueda poblar de microorganismos que la “pudran”, evitando posibles infecciones y, además, consigue el efecto de transparencia y limpieza que buscan todos los bañistas.

La cantidad a diluir depende de muchos factores, como el calor que haga, la lluvia que haya caído, o el número de personas que hayan usado la piscina, por poner unos ejemplos. Como medida orientativa, se podría decir que basta con diluir 20 gramos de cloro por cada 15 metros cúbicos de agua, cada cinco o seis días.

Por supuesto, este producto debe echarse a la piscina en un momento en el que no haya nadie; de lo contrario se pueden producir molestos síntomas, como picores fuertes en los ojos y piel, o incluso quemaduras si la concentración de cloro es muy elevada.

Además del cloro, hay tres tipos de productos más que deben incluirse en todo mantenimiento de piscinas. El primero es un alguicida. Habría que echar, de forma orientativa, cinco gramos por metro cúbico de agua, cada quince días.

Otro producto es el floculante, que disolverá las pequeñas partículas en suspensión que acumulan las piscinas por su mera exposición al aire. También cada quince días habría que echar 10 gramos por metro cúbico.

La tercera sustancia química es un controlador del PH de la piscina. Según los expertos, conviene mantener el agua con un PH de 7 ó 7,8. Si el agua se hace muy ácida podría llegar a corroer algunos elementos metálicos.

Además de la química, o en vez de ella, si queremos que nuestra piscina funcione de la mejor manera posible, la opción óptima es la instalación de un purificador de agua en el sistema de filtración. Su funcionamiento se basa en las propiedades del oxígeno activo o el bromo, y sirve para eliminar hasta el 90% de los productos químicos y mantener el agua en perfectas condiciones.

Por último, un cuidado necesario en toda piscina es la limpieza de los fondos y paredes. Una vez que la piscina está en funcionamiento, este proceso puede llevarse a cabo con un sencillo barredor manual, que es una especie de aspiradora que se pasa por todas las superficies, eliminando la suciedad que se queda incrustada, sobre todo en las junturas.

Si nuestra piscina tiene dimensiones considerables, podemos adquirir alguno de los modelos semiautomático que se ofrecen en el mercado, o incluso una especie de robot que limpiará nuestra piscina casi de manera autónoma, mientras tomamos el sol tranquilamente.

Además de estos sistemas de mantenimiento, diversas empresas nos ofrecen sus servicios para conseguir que nuestra piscina todavía esté en mejores condiciones sanitarias, estéticas y funcionales.

Una buena parte de estos servicios tienen que ver con el mantenimiento a largo plazo de la piscina. Por ejemplo, si observamos que las juntas entre mosaicos presentan hendiduras, habrá que restaurar la lechada e impedir así cualquier oquedad, que puede ser un paraíso para algas, bacterias y hongos y, junto a ello, ensuciará la piscina.

Para un mantenimiento prolongado, además, habría que cambiar cada tres o cuatro años la arena del filtro, debido a la erosión y calcificación que sufren sus granos, entre los cuales quedan retenidas la mayoría de partículas que contaminan el agua.

CONSERVACIÓN INVERNAL
Una cuestión muy importante en el mantenimiento de la piscina es cuidarla durante el invierno. Una opción adecuada es depurar el agua durante todo el año: así se ahorran problemas. También se puede utilizar un producto de hibernación, que evita que crezcan algas o se reproduzcan organismos en el agua. Este producto debe darse dos veces al año: cuando se acaba la época del baño, y hacia febrero.

Además, será necesario recubrir la piscina con una manta especial para evitar que entre la luz y cuerpos extraños. Las mantas de invierno van sujetas al borde o a la parte externa de la piscina con unos tensores colocados cada medio metro. Antes de tapar la piscina, hay que bajar el nivel del agua unos 40 centímetros, para evitar que posteriormente pueda rebosar con las lluvias.

Los expertos recomiendan también colocar boyas en la superficie del agua, y aplicar anticongelantes para impedir que se formen placas de hielo.


 Tratamiento del agua



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