Viernes 18 de octubre de 2002
NÚMERO 270


A LA ÚLTIMA

EL RINCÓN DE ...
Lorena Berdún
 
  DIANA ARRASTIA
 
Bajo las vigas vistas de su buhardilla, ha creado un espacio de tonos cálidos y olor a madera. / ALBERTO CUÉLLAR
Por casualidad. La radio es lo último en lo que pensé que iba a trabajar». Con la misma naturalidad con la que desnuda el sexo, Lorena Berdún describe su llegada al medio que le dio la popularidad. «Yo trabajaba en un centro de anticoncepción y sexualidad –otra casualidad que vino marcada por las prácticas de su último año de carrera– y me llamaron por teléfono porque estaban buscando una persona para un trabajo en la radio. No sabía muy bien en qué consistía».

Pero bastó una entrevista para que el director de Los 40 Principales contactara con ella para ofrecerle la oportunidad de desenvolverse ante un micro.

«En la radio, cuando el director escuchó el programa piloto, dijo ‘Esto ha salido demasiado bien, no es creíble’, y lo tuvimos que repetir. Tengo facilidad de palabra en general y no sé... ¡La verdad es que nunca pensé que pudiera salirme tan fluido!». Un programa piloto que marcaría el comienzo de cuatro años en la dirección y copresentación del espacio En tu casa o en la mía, que cerró los micros el pasado mes de julio.

Ahora, Lorena Berdún se ha pasado al objetivo de la cámara y desde Telemadrid presenta, los miércoles a las 00.30, Me lo dices o me lo cuentas, un espacio sobre sexo, educativo y divulgativo, pero también ameno, divertido y con un toque de picardía.

«Todos los trabajos nuevos son grandes retos. En la tele, es un gran desafío dirigir y presentar un programa, porque tienes que tener muchas variables controladas. Pero he tenido la suerte de que me han dado absoluta libertad para hacerlo un poco, digamos, a mis anchas».

Calidez
Bajo un cielo que asoma entre vigas vistas, Lorena Berdún ha encontrado su pequeño refugio. «En el salón es donde hago toda la vida, porque esta casa es muy chiquitita. En la habitación duermo y se acabó. Aquí leo, veo mis pelis, como...». La luz de la buhardilla acentúa el color amarillo con que ha bañado las paredes. Su habitación es color fresa. «Me encantan las paredes pintadas de colores cálidos. Elegí este color porque ilumina mucho la casa». Y para ella la luz es lo más importante.

La decoración emana cierto aire rústico. «No me gustan nada las casas modernas, me parecen muy frías». Por eso en su salón todo huele a madera... Un baúl restaurado hace de mesa baja. «Cuando empecé a amueblar la casa, me fui con mi madre, que tiene un gusto decorativo increíble, a buscar una mesa y encontré este baúl. Estaba muy viejo».

Una planta cuelga del techo y un ramo de flores asoma desde el suelo. Junto a dos de las cuatro paredes ha instalado dos sofás. El primero, naranja; el segundo –«en este pobre nunca me siento»–, blanco. Numerosas baldas de madera salpican las paredes, donde lucen libros y objetos variopintos. El espacio está aprovechado al máximo.

Láminas y fotografías surgen por todos los rincones. «Un pergamino que me trajeron mis padres de Egipto, láminas que compré en un anticuario en Londres, fotos de mis hermanas, una foto de mi abuelo, un retrato mío...». Y una jaula dorada. «Cuando era pequeña mi abuelo me llamaba jaulita dorada». Pero, entre tantos objetos, hay un collage de pequeños carteles de cine que ha hecho ella misma. Destaca un fotograma de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, que delata una de sus grandes pasiones. «Soy una enamorada del cine y en mi casa no puede faltar Audrey Hepburn».



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