DIANA ARRASTIA
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Isidro Montalvo se relaja en su sofá, rodeado de madera, piedra e intensidad de colores. / DIEGO SINOVA |
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Personal, espontáneo, del día a día... y, sobre todo, genético. Así define Isidro Montalvo su humor. «Existe el aprendizaje en arte dramático para ser actor por métodos, pero en el humor no hay escuela. Naces y, desde que eres un niño, lo único que te apetece es estar de broma y, cuando lo trasladas a la madurez, compruebas que sientes el humor de verdad. Y es lo que hace que todos tus años de carrera –estudió Arte Dramático– finalicen, hasta el momento, en hacer humor».
Lo tiene tan claro como que cuando era estudiante ningún personaje dramático lograba cuajar en él. Y donde debía haber lágrimas, había «chispas, puntos para que se riera la gente».
Ahora, con una experiencia marcada por los sketches de televisión –junto a Cruz y Raya, entre otros– y por su labor como guionista en las secciones de humor de diferentes espacios, afronta el trabajo por partida doble.
La primera batalla la libra en las ondas como responsable de las bromas telefónicas del programa Anda Ya de Los 40 Principales. La segunda, como presentador de Dakitú con el zapping, desde noviembre en las noches de los martes de Telemadrid.
«El formato del zapping está bastante visto, pero éste está acompañado por un personaje que es Isidro Montalvo, que da paso a esos zapping y que hace unos sketches de humor sencillos, con los que más o menos creo que la gente se identifica. Si al zapping lo acompañas de flashes o pinceladas de humor, qué rico ¿no?».
Y es que, para Isidro Montalvo, la palabra dakitú es más que una expresión incongruente. «La utilizaba desde niño con los compañeros de clase y no significa nada. Lo que hacía era preguntar cualquier cosa y siempre metía el dakitú. La palabra se trasladó a la radio, donde pegó un punto muy simpático, y surgió utilizarlo como nombre del programa».
CONTRASTES
Le agobiaba la vivienda que se había comprado por su distribución. Necesitaba espacios diáfanos y abiertos. Y con la ayuda de su amigo Ramón, consiguió crear un nuevo concepto de casa. Uno «muy especial, muy personal, hecho a mi gusto».
Isidro Montalvo adora andar descalzo sobre la madera que cubre el suelo, a juego con las persianas que ha instalado en dos amplios ventanales. A la entrada del salón ha colocado un bar, definido por un mural de intenso color verde (creado por su amigo Carlitos) y combinado con incrustaciones del mismo material (estuco o imitación al mármol) en sus muebles de madera.
Las paredes lucen claras (que no blancas) y rompen su uniformidad en algunos tramos de color verde inglés. La piedra baña el espacio a través de una columna, que separa dos ambientes, o de una pared. A un lado, una chaise-longe y un sofá biplaza a juego. Al otro, una mesa y cuatro sillas, de estilo colonial, y un pequeño despacho, abierto, como todo en la casa del humorista. «Aquí todo está en presencia. No escondo nada. Al estar diáfano, al no tener tabiques, estoy continuamente en contacto con todos los objetos». En las estanterías, las paredes y los rincones, numerosos elementos. «Todas las cosas que existen en esta casa tienen un significado».
Y como ejemplo, un puzzle de Colombia, la primera radio que tuvieron sus padres («costó 700 pesetas y la pagaron a plazos»), los prismáticos de su abuelo Manuel, tres cuadros de Tailandia, una pintura al óxido realizada por su amiga Vega, un viejo baúl o una rinconera temática.
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