DIANA ARRASTIA
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El presentador coruñés ha salpicado el espacio de motivos relacionados con el mar. / BERNABÉ CORDÓN |
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Me gusta pasar profesionalmente de una tesitura a otra, ser capaz de cambiar de un magazine informal, amable, en el que te haces querer, a una situación en la que realmente no te haces querer, porque el programa no permite espontaneidad ni ser simpático». Mon Santiso analiza su trayectoria profesional. Y, al hacerlo, repasa sus comienzos en Antena 3 co-presentando Sabor a ti con Ana Rosa Quintana y su llegada a espacios como Otra dimensión o El lugar del crimen. «El magazine, sin duda, es el tipo de formato que más me gusta, porque es el más variado y, sobre todo, porque es en directo y te exige estar muy activo».
Pero fiel a esa búsqueda de cambios, a ese encuentro con nuevas tesituras, el presentador coruñés ha dedicado los dos últimos meses a presentar, en la madrugada de los jueves, El lugar del crimen, un programa que reconstruye los crímenes y sucesos que más han impactado a la opinión pública.
«Partimos de una sentencia y a partir de ahí reconstruimos los hechos, a través de la aportación de gente que ha estado implicada en esos casos para intentar dar algo más de luz, aproximarnos a determinadas conductas humanas y encontrar una explicación».
Tras siete capítulos, el programa ha hecho una pausa. «No tenemos más material para poder continuar. La idea de la cadena es volver con él más adelante, preparar nuevos casos. El lugar del crimen tiene un proceso de elaboración bastante complejo».
Por eso, el presentador se ha embarcado en un nuevo proyecto: En la frontera de la realidad, un espacio de tres entregas dedicado a sucesos, apariciones y fenómenos, que estrenó en la madrugada del pasado lunes, en Antena 3.
«Recoge esas cosas de las que hay ciertas pruebas, que pueden haber sucedido en lugares de la geografía española, de las que no hay comprobación absoluta. Nosotros las exponemos y que el público determine lo que quiere creer».
ESENCIA DE MAR
No ha podido traerse el mar, pero ha hecho todo lo posible para tenerlo presente. En el salón, ha instalado un acuario, ha colgado una fotografía de la Estaca de Vares, en Costa da Morte, «con la fortaleza más absoluta del mar», ha colocado en una vitrina un juego de café de la fábrica de cerámica de Sargadelos, que copia la escultura de las caracolas, y ha distribuido algunas conchas, de gran tamaño, por el espacio.
Y lo ha hecho porque está lejos de A Coruña, su tierra natal, donde tiene ubicada su vivienda. «Teniendo en cuenta que ésta es una casa de alquiler, he hecho un mix de muebles que tenía la propietaria y otros que aporté yo de mi casa anterior, aquí en Madrid. Son muebles muy de salir del paso, que no están pensados de la manera que a mí me gustaría si éste fuera un lugar definitivo».
Mon Santiso necesita espacio, «no minimalista, pero sí que haya los elementos necesarios para la comodidad y la habitabilidad», porque «al final, una casa es la vida y vas acumulando cosas». De ahí su entrega al estudio de los objetos que integran su casa, la de A Coruña, y el escaso mobiliario, hecho a medida y diseñado por él mismo.
Y testigo de todas sus mudanzas es el cartel de la película A bout de souffle (Al final de la escapada), filme que vio de joven y que le impulsó a pedir el cartel en la taquilla. «Es como mi talismán, como si echase el ancla».
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