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EL RINCÓN DE... |
Antonio Orozco |
Cantante y compositor. Su segundo trabajo discográfico, «Semilla del silencio», triunfa con una nueva edición |
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DIANA ARRASTIA
El día que no tenga capacidad artística o moral para poder seguir escribiendo e interpretando mis canciones, dejaré esto, sin ninguna duda». Lo dice un hombre con el alma llena, aquel que, con la vocación a cuestas, tocaba en bares y calles hasta que un día logró hacerlo sobre el escenario más deseado: el éxito. «Soy tan feliz como lo era entonces tocando en cualquier sitio. La fama que me toca la llevo todo lo dignamente que puedo y lo cierto es que bastante mal».
Con su primer disco, Un reloj y una vela, Antonio Orozco lo aprendió todo, si bien ha tenido que esperar a su segundo álbum, Semilla del silencio, para descubrirse al gran público. «Este segundo disco está muy basado, pensado y desarrollado en lo que la gente nos enseñó durante la primera gira, en base a sus reacciones y sensaciones».
Un trabajo tan personal que el cantante y compositor asegura que «se siente un vértigo profundo a la exposición tan abierta de tu persona y de tus sentimientos a todo el mundo». Y es que, los temas que lo componen «no son más que el vehículo de transmisión de un montón de cosas que tenía que contar y que seguramente no me hubiera atrevido a decir si no es con la guitarra».
El pasado marzo, Semilla del silencio regresó con una nueva edición que suma dos atractivos: el tema Devuélveme la vida interpretado a dúo con Malú y un DVD con la grabación del directo que el cantante ofreció en la sala Luz de gas de Barcelona.
NATURALEZA Y ÉPOCA
Antonio Orozco acaba de hipotecarse. «¡Por fin tengo una casa!». Pero no ha escogido un entorno cualquiera, sino el que siempre tuvo en la cabeza. «Necesito sentir que es mi casa, cosa que resulta bastante difícil teniendo en cuenta que paso 300 noches al año fuera. Pero poco a poco lo estoy consiguiendo, porque está en un sitio que, desde que soy niño, siempre me ha encandilado».
En el porche de la casa, ha colocado una hamaca blanca. «Tiene un punto idílico y hasta casi místico el hecho de estar ahí tumbado y tener cantidad de árboles y de pajaritos y ese tipo de cosas que te pasas la vida entera buscando en la ciudad».
En el interior de la vivienda, muebles de estilo colonial recrean un espacio cálido y acogedor. «Este tipo de mueble es muy práctico y, sobre todo, me parece que te transporta a otra época. De alguna forma te hace sentir las cosas de forma diferente». En su retina, una sola imagen: «Mi casa, de noche, en penumbra y con un montón de velas encendidas».
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