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 DIRECTORIO   Viernes 23 de enero de 2004, número 331
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Cómo vivir «tranquilo» en su «loft»
si se halla en un edificio industrial o terciario, bastará con ser autónomo y contar con la licencia de actividad; si se trata de un local comercial, habrá que solicitar los pertinentes permisos al ayuntamiento y los vecinos
ÁUREA FELIPE
Alfonso y Marta viven encantados en su «loft», ubicado en el bajo de un edificio de la capital, desde hace un año. / carlos miralles  
     

Son más baratos que un piso. Son la nueva moda residencial. Son los lofts: locales comerciales o naves industriales reconvertidos en espacios en los que sus propietarios viven, independientemente de que desarrollen o no en ellos un trabajo profesional. La magia de una reforma integral o de una minuciosa rehabilitación los ha transformado en zonas perfectamente habitables –al margen quedan, naturalmente, los supuestos de infraviviendas– que, pese a todo, no han perdido su condición técnica de oficina o industria. Y ahí radica el problema; al menos en la ciudad de Madrid.

El Consistorio ha mostrado su rechazo frontal a la utilización de algunos de estos espacios como residencias –en oposición a las políticas llevadas a cabo en otras grandes ciudades del mundo, como Nueva York, pionera en estas lides, o la propia y más cercana Barcelona–, advirtiendo de que perseguirá los usos indebidos.
La amenaza municipal ha puesto en alerta a los actores implicados, sobre todo a los actuales y futuros propietarios y usuarios de estas superficies que, por otro lado, en opinión de muchos, están sirviendo para regenerar zonas muertas de Madrid y locales comerciales obsoletos.

Pero, ¿hay una opción real de poder vivir en un loft sin tener problemas con la Administración municipal? La ausencia de legislación específica sobre la materia es una vía de escape que, además, puede verse reforzada por el simple hecho de que el residente acredite el ejercicio de una actividad profesional dentro del loft. En el caso concreto de los locales comerciales transformados en uno de estos modelos, tener en curso una solicitud de cambio de uso o estar a la espera de la cédula de habitabilidad puede cubrirle las espaldas.

Pese a la posición municipal, el novedoso fenómeno de los lofts está muy de moda, sobre todo entre determinados grupos profesionales y jóvenes. Es más, en un principio, la ciudad –tanto particulares como profesionales y políticos– los recibió con los brazos abiertos: ¡viviendas más baratas y modernas en zonas muertas o locales obsoletos! Pero ahora, poco tiempo después, casi nadie sabe a qué atenerse.

Mientras que la Administración municipal se decide a tomar cartas en el asunto, aunque de momento no consta que vaya a hacer nada, lo cierto es que el fenómeno loft tiene férreos defensores que argumentan que su aparición es consecuencia de un cambio en la sociedad: el teletrabajo es una realidad, los precios de las casas son desorbitados y las familias son cada vez menos numerosas.

Pero, ¿qué es lo que puede ocurrirle si decide vivir en un loft? En principio, la mayoría de las consecuencias son ventajas. Por un lado, permiten –entre comillas, puesto que legalmente no hay nada específico– un espacio para trabajar y vivir a la vez, ahorrando la adquisición de dos inmuebles distintos.

Por otro, resultan más asequibles que una casa tradicional, según Carlos Ferrer-Bonsoms, director de Residencial de Jones Lang LaSalle. «Son, de media, un 30% más baratos», precisa José Ramón Lajarín, fundador y director de Candem Town. Además, urbanísticamente, permiten la recuperación de zonas muertas, como naves industriales o bajos inutilizados.

A pesar de estos pros, hasta la fecha, no ha habido una repuesta legal para este fenómeno. De ahí la incertidumbre. Por eso, es conveniente, si decide adquirir uno de estos espacios para usarlo como residencia, en primer lugar conocer el terreno en el que se mueve.

En estos momentos, el Ayuntamiento parece decidido a ir en contra de su ocupación como vivienda, con matices, eso sí. «La Gerencia Municipal de Urbanismo quiere evitar situaciones de ilegalidad en los edificios industriales que se transforman en lofts», por eso «no permitirá el uso residencial en edificaciones situadas en zonas de uso industrial», según declaraciones a SU VIVIENDA.

Edificios terciarios

Esto nos lleva a otra consideración: y es que, hay que distinguir entre los lofts que se están comercializando sobre edificaciones industriales, semiindustriales o terciarias. Y además, dentro de estas últimas, el caso específico que representan los locales comerciales.

En el caso de los lofts ubicados en edificaciones terciarias, independientemente de que la promoción sea de nueva planta o se trate de una rehabilitación de un edificio ya existente, la normativa es precisa.

«En este caso, el loft tiene un uso profesional», dice Elisa Martínez, directora del departamento de Espacios Profesionales y Loft de King Sturge. Y así se lo harán saber las empresas que los comercializan. Además, se dará cuenta, puesto que el IVA que paga por ellos es de un 16%, en vez del 7% que se aplicaría si se tratara de una residencia; no podrá utilizar su cuenta vivienda en la adquisición, en caso de que la posea; y no se desgravará en la declaración de la Renta como si se tratara de su casa, como recuerda Patrick Burger, coordinador de ventas de Inmobiliaria Chamartín. Está comprando, por tanto, un espacio para desarrollar una actividad.

Pero, ¿qué pasa si desea, además de trabajar, residir en ese mismo espacio? Partiendo de la base de que sabe lo que compra, bastaría con algún pequeño truco.

«Existe un vacío normativo», dice Elisa Martínez, es decir, no hay ninguna ley ni que lo permita ni que lo prohíba. De forma que, lo único que le puede pedir el Ayuntamiento en caso de que realice una inspección es que demuestre que es autónomo y exhiba su licencia de actividad. Si la posee, difícilmente podrá impedir que duerma a sus anchas en su propiedad.

Otra cosa es que, como espacio terciario, el inmueble debe cumplir con todos requisitos exigidos por la normativa correspondiente –higiene, ventilación, etcétera–, algo ineludible para obtener la previa licencia de obra y la de apertura del local. «Lo que no se va a obtener nunca es la cédula de habitabilidad», dice la directora de Loft de King Sturge, al no tratarse de un espacio concebido para residir. No obstante, «las condiciones de habitabilidad son muchas veces superiores a las de una vivienda de tipo medio», añade.

En el caso de tratarse de edificios industriales o semiindustriales, la diferencia con las terciarias es que «la normativa es más restrictiva», dice Elisa Martínez, «sibien es cierto que cuando se ubican en determinadas zonas urbanas, como pueden ser, en Madrid, Julián Camarillo, se han tercializado utilizando vías de escape, como son los servicios empresariales (actividades como informática, programación, etcétera), que se permiten dentro del uso industrial».

Locales comerciales

Un caso aparte lo constituyen los locales comerciales urbanos, donde, tras previo acondicionamiento y transformación, en muchos casos a través de empresas especializadas en esta actividad concreta, ya residen decenas de madrileños.

Si el espacio que se va a transformar en loft tiene permitido también el uso de vivienda, sólo hace falta obtener la cédula de habitabilidad para poder ocuparlo como residencia después de las obras.

Pero, en caso contrario, habrá que solicitar el cambio de uso al Ayuntamiento, quien a pesar de manifestar que «la conversión de lofts está limitada a locales comerciales que reúnen determinados requisitos de habitabilidad para su transformación en vivienda», lo cierto es que la concesión del cambio de uso y de la cédula de habitabilidad «tarda entre seis meses y año y medio, eso si no ponen todo tipo de pegas», dice José Ramón Lajarín.

Aparte de los permisos del Ayuntamiento, también habrá que tener en cuenta la licencia de la comunidad de vecinos, recuerda Antonio Fresnillo, de la editorial El Derecho, ya que «en caso de que no esté recogido el uso de residencia en los estatutos o en el título constitutivo, es precisa su modificación». En caso de que apareciese reflejado este aspecto, no habría problema.

Y mientras todo se pone en orden, ¿qué sucede si usted ya ha ocupado el local comercial convertido en loft? Pues en principio, aunque no tener la cédula de habitabilidad o la concesión de cambio de uso «puede considerarse una infracción administrativa y puede llevar al desalojo de la casa», según Fresnillo, lo cierto es que, según la mayoría de las fuentes consultadas, es muy difícil que el Ayuntamiento intervenga.

Es más, una vez que las solicitudes de los permisos están en curso, «no le puede pasar nada», señala este abogado.

En todos estos casos, lo que hay que tener claro es que estamos hablando de espacios que cumplen los requisitos suficientes para poder vivir, es decir, que no se trata de infraviviendas.



¿Qué le parece a usted la idea de residir en un «loft»?
Arturo Vals. Presentador de televisión.
Me parece una alternativa muy buena, porque ganas en precio y sobre todo en tener un espacio diferente. Hay que abrirse a nuevas formas de vivienda.

Laura Pamplona. Actriz.
Es una solución muy buena, pero me da pena que haya que hacer eso para tener una vivienda en condiciones. Como solución, a mí me gusta. Si no tuviera familia, a lo mejor me lo planteaba. Me parece muy bonito a nivel de decoración.

Javier Muñoz. Decorador.
En Madrid lo hemos cogido un poco tarde pero, desde luego, es una alternativa positiva para gente joven, como primera vivienda y además que trabaja en casa. Eso sí, hay que habilitar espacios adecuados, por eso es imprescindible una ordenanza al respecto.

Paco Pol. Arquitecto, presidente del Club de Debates Urbanos.
Es favorable, pero siempre que venga fundamentado en una ordenación urbanística y arquitectónica. Hay que seleccionar las zonas y también los edificios en los que se pueden realizar.

carlos Lamela. Arquitecto.
Este concepto no cuenta con una legislación clara, que evite en muchos casos actuaciones en zonas destinadas a otros usos como el industrial, así como al aprovechamiento económico de un modelo de moda que tanto por precio de suelo como de construcción debería suponer una oferta más económica.

Emilio Tuñón. Arquitecto.
Las familias toman nuevas formas, y con ellas las viviendas. Me parece bueno que la vivienda se diversifique. Es un proceso que tiene que ver con el precio del suelo y la transformación de las ciudades. Todo lo que sea evolucionar, bienvenido sea.

cristina Narbona. Secretaria federal del PSOE de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.
Poder tener la casa y el lugar de trabajo en un único local es muy interesante. Ahora bien, hay que hacer una ordenanza con criterios claros.

Justo Calcerrada. Concejal de Vivienda de IU en el Ayuntamiento de Madrid.
Estamos en contra del desmantelamiento de la industria. Somos partidarios de reactivar el comercio y su uso tradicional, para las viviendas hay que buscar otro tipo de soluciones, y no ésta.

Emilio José Sánchez. Responsable del Área de Vivienda del Consejo de la Juventud de España.
No hemos estudiado el fenómeno específicamente, pero desde el Consejo somos partidarios de adaptar las viviendas a las nuevas necesidades, y esto es un ejemplo.

Manuel Martí. Secretario general de la APCE.
Lo que no se puede es prohibir o perseguir, no si no hay normativa. Además, si a la gente le vale, pues es lo que debe contar.

Rafael Santamaría. Presidente de Asprima.
Si la gente puede comprar así más barato, pues bien. Eso sí, regulándolo, para que se puedan permitir espacios con uso mixto de trabajo y vivienda y para hacerlo en zonas adecuadas.

Miguel Ángel Muñoz. Presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid.
El permiso se debe tramitar igual que se concibe un PGOU. Una vez es así, veo bien esta utilización.



 
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