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Actualizado: 12:45 CET - 24 de Junio de 2003 - Internet time @490 by

TRIBUNA
Espacio Europeo de Educación Superior: ¿estamos implicados o concernidos?

por SENÉN BARRO AMENEIRO

Los ministros de Educación de 29 países europeos suscribieron, en 1999, la conocida como Declaración de Bolonia, que ha marcado el inicio de un proceso de armonización de la educación superior en la Unión Europea.

Algunos de los elementos que se han establecido como clave para conformar su proceso de construcción son: la adopción de un nuevo sistema de créditos (ECTS); el establecimiento de una nueva estructura de titulaciones; y la adopción del suplemento al título como un documento que sirva para hacer explícita la formación adquirida y facilitar el reconocimiento de la misma.

El sentido de estos elementos es claro y los objetivos encomiables, pero no por eso debemos dejar de profundizar en su significado. Si el ECTS va a quedarse en un mero cambio del actual sistema de cómputo de la labor docente, resoluble sin más mediante una tabla de conversión directa, nada habremos avanzado.

El nuevo crédito debe surgir del debate sobre los objetivos que pretende cubrir la formación universitaria y el proceso de enseñanza-aprendizaje que ha de acompañarla.

La nueva estructura de titulaciones debe suponer mucho más que la agregación de lo que previamente se ha disgregado y la homogeneización de lo que durante años se ha diversificado. Las nuevas titulaciones deben replantearse bajo nuevas fórmulas que hagan coexistir de modo equilibrado aspectos de formación básica con habilidades, destrezas y competencias de carácter transversal y una mayor orientación práctica, dirigida hacia la empleabilidad. Por ello, es necesaria la implicación de todos, la Universidad, la Administración, los empleadores, las asociaciones y colegios profesionales.

FORMAR BUENOS CIUDADANOS. Armonizar supone hacer que no discuerden dos o más partes de un todo o dos o más cosas que deben concurrir al mismo fin. No podemos permanecer impasibles ante la evolución del resto de países que conforman el espacio europeo al que pertenecemos.

En todo caso, conviene tener presente que se trata de armonizar, que no de clonar; de facilitar la comparación, que no la mera competición; de propiciar la movilidad académica, que no únicamente la laboral; y yo diría que, por encima de todo, de fomentar un cambio de paradigma y la calidad en la formación. Tampoco debemos olvidar que, además de formar buenos profesionales, debemos formar buenos ciudadanos, europeos y del mundo.

También es necesario reflexionar sobre el tiempo invertido por los estudiantes en titularse. Acortar la duración de los estudios, sin que por ello se resienta la calidad de la formación, es otro de los grandes objetivos. ¿Seremos capaces de conseguirlo?

En todo caso, no pretendo revisar los muchos puntos críticos que encierra este proceso. Mi principal reflexión se formula como una pregunta, la que da título a este artículo. ¿Estamos implicados o sólo concernidos en la construcción de este nuevo espacio en Europa?

Trataré de aclararles el sentido de la pregunta con una referencia al clásico y nada cardiosaludable desayuno británico. Dicho desayuno lleva huevos y bacón, de tal manera que el cerdo está implicado en él mientras que la gallina está sólo concernida a través del huevo que previamente ha depositado y que acaba en el plato.

¿Está el profesor implicado? No parece que lo esté todavía. La posición que ha de adoptar el profesor debe ser la de estar en el centro de los alumnos, pero no ser el centro. Ha de ser un catalizador, un agente de estímulo del diálogo y el debate, del trabajo en equipo y de la discrepancia razonada. Desde Sócrates hemos ido abandonando la mayéutica que él practicaba, haciendo preguntas a sus pupilos y dejando que encontrasen la respuesta por sí mismos. Este papel, que hoy están redescubriendo las empresas bajo el nombre de coaching, está muy alejado de la práctica usual entre profesores y alumnos.

¿Está implicado el estudiante? Creo que, una vez más, está sólo concernido, y sobre su papel en el futuro no soy optimista en absoluto. No se está haciendo nada por mudar su rol hacia una actitud más activa y participativa. Lo más desalentador de todo es que los estudiantes parecen estar conformes con ese papel de receptores pasivos de conocimiento más o menos bien organizado y presentado.

Es frecuente la experiencia de profesores innovadores, que dan más a sus alumnos pidiéndoles más a cambio, y que resultan mal valorados en las encuestas de evaluación. Ante esta actitud conservadora de los estudiantes, ¿qué hacemos por conseguir que sean cómplices de la fórmula aprender a aprender?

Como resumen de lo que he querido transmitir, les diré que quedarnos en el mero lifting de nuestro sistema educativo superior sería un fracaso muy costoso a nivel económico, educativo y psicológico. Para evitarlo tenemos que pasar de estar concernidos a estar implicados.

Tenemos que hacer que el espacio europeo, además de afectarnos e interesarnos, signifique tanto para nosotros que pongamos algo nuestro en su construcción. Como dice Pat MacLagan, titulando uno de sus libros: el cambio es cosa de todos. Implícate. Implícame.

Senén Barro Ameneiro es rector de la Universidad de Santiago de Compostela.




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