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URGENTE

Actualizado: 18:44 CET - 15 de Junio de 2005 - Internet time @738 by

DESEMPLEO
La precariedad laboral obliga a emigrar a los titulados sanitarios
Los de Ciencias de la Salud son los licenciados con más contratos temporales. Esto les obliga a irse fuera, lo que, según los expertos, perjudica a España, que deja escapar a sus mejores profesionales

ISABEL GARCÍA

La tasa de empleo precario entre los profesionales de enfermería se sitúa por encima del 37%. Un día cualquiera del año se encuentra desempleado el 47% de ellos. En el caso de los médicos, el 22% está inscrito en el Inem.

Los datos constatan una realidad: los titulados en Ciencias de la Salud son los que más trabajan con contratos temporales –el 50%–, según la encuesta Cheers, que pasa revista a 40.000 universitarios. Al contrario sucede en carreras como Matemáticas o Informática, donde la precariedad alcanza a 15 de cada 100. Incluso la ministra de Sanidad, Ana Pastor, afirmó recientemente que las condiciones laborales de los profesionales sanitarios son «muy mejorables».

También lo piensa Pilar Mosteiro, directora de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Oviedo: «No hay demasiado paro entre los diplomados en Enfermería –el 12%, según el SATSE, el sindicato mayoritario de este colectivo–; tardan en trabajar tres o cuatro meses, pero en condiciones precarias; no hay empleo estable». Señala que es en verano cuando cuentan con más posibilidades de trabajo, realizando, sobre todo, sustituciones. Una vez llegado el 1 de octubre, vuelven al paro.

CONTRATO TEMPORAL. Una de las consecuencias del desajuste laboral es la emigración de estos titulados a países como Reino Unido, Francia, Italia e incluso Portugal. Un total de 5.000 enfermeras españolas han sido contratadas por hospitales británicos desde 2001.

Hasta ahora, se había hablado del fenómeno como de una oportunidad laboral para los licenciados, no como una forma de huir de la precaridad nacional. La situación recuerda a la que se vivió en España hace ya varias décadas. Sin embargo, los emigrantes de entonces eran trabajadores no cualificados, al contrario de lo que ocurre en la actualidad.

Lo confirma Angel Asenjo, director de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Alcalá: «Muchos de nuestros titulados aceptan las ofertas europeas porque ofrecen mayor estabilidad. No es que no sean necesarios aquí, sino que el mercado en esas profesiones se ha movido muy poco en los últimos años. A ello se unen los contratos en un periodo corto de tiempo o en prácticas».

María José García, secretaria del SATSE, vaticina un futuro todavía más oscuro: «España no dispone del personal necesario para atender a una población donde cada vez tenemos más mayores, inmigrantes...». De hecho, nuestro país se sitúa entre los últimos puestos comunitarios en cuanto a número de enfermeros por habitante (uno por cada 226,2), mientras que en el resto de Europa se duplica: uno por cada 140.

Estas cifras no concuerdan, según Asenjo, con el éxodo de sanitarios: «Distintos agentes sociales hemos mostrado nuestra extrañeza ante la exportación de titulados, cuando el panorama de la asistencia sanitaria en España es cada día más preocupante». Es consciente de la «escasez y debilidad» de las plantillas de enfermeros, «lo que se traduce en mayores índices de absentismo, rotación de enfermeras y abandono». Más motivos a añadir a la lista de pros para emigrar. Antonio Pérez, vicedecano de Medicina en la Universidad de Murcia, señala uno más: el reconocimiento profesional, «algo que aquí se da en contados casos».

Además, los de Ciencias de la Salud son, junto a docentes y policías, los profesionales que más índice de burnout o síndrome del quemado padecen, el 30%. Asenjo teme que la situación provoque la catástrofe del sistema sanitario nacional, como ocurrió con el británico bajo el mandato de Margaret Thatcher, obligando ahora a importar empleados.

Es un problema sobre el que la Organización Internacional del Trabajo ha llamado la atención, incidiendo en la situación de los países en desarrollo, de donde suele proceder la mano de obra. La organización alerta del retroceso que pueden sufrir estos países si sus profesionales se van. La UE también estudia el problema y ya ha enviado a la Comisión Europea una propuesta para controlar estos movimientos.

LOS MEJORES SANITARIOS. Lo traslada a nuestro país Julián Rivas, decano de Farmacia en la Universidad de Salamanca: «Es una mala inversión para España porque estamos formando a los mejores sanitarios del mundo, algo constatado, para luego irse». Su homólogo en la Complutense y presidente de la Conferencia de Decanos de Farmacia, Benito del Castillo, diferencia el caso de los farmacéuticos: «Son muy demandados en el extranjero, pero porque son los mejores. De hecho, imitan nuestros planes de estudios. Se van porque les pagan más, no porque exista un paro alto».

Sí admite, en cambio, el intrusismo que sufren por la proliferación de parafarmacias. «Son falsos profesionales de la Salud, por no llamarles curanderos. Tenemos el ejemplo de una casa; no se la pides a un albañil sino a un arquitecto».

Aun así, y para no saturar el mercado, las carreras de Salud tienen limitada la admisión de alumnos (números clausus). Razonable teniendo en cuenta que cada año se licencian en España entre 2.000 y 2.500 farmacéuticos, mientras que en Alemania o Francia lo hacen 1.400, a pesar de tener una población mayor. Medicina, por su parte, estudia reducir la masificación mediante un número «ideal» de alumnos, que podría equivaler a un 50% menos.

A la misma conclusión han llegado los decanos de Veterinaria, que estudian la forma de limitar el número de plazas –suponen el 25% de toda la UE–. «Los veterinarios también emigran, pero porque han tenido una experiencia previa positiva como Erasmus, por ejemplo», dice Pilar Arruebo, vicedecana de Veterinaria en la Universidad de Zaragoza.




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