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URGENTE

Actualizado: 20:31 CET - 16 de Diciembre de 2004 - Internet time @855 by

El gasto universitario en España, más cerca de Latinoamérica que de Europa
El porcentaje del PIB español dedicado a educación superior es del 0,9%. En América Latina se reduce tan sólo al 0,8%, siendo la zona del planeta que menos invierte en este capítulo. Estas cifras se alejan de la media europea (1,7%) y de EEUU (2%)

ISABEL GARCÍA

España invierte en educación universitaria el 0,9% de su Producto Interior Bruto (PIB). La cifra media que se destina en los países de América Latina y Caribe se asemeja bastante: el 0,8%, aunque existen diferencias por regiones. Así, mientras Brasil supera el 1,1% y México llega al 0,7%, Ecuador, Paraguay y Bolivia están estancados en el 0,4%, según la UNESCO.

Estas cifras sí se alejan, en cambio, de la que se estila en Europa: 1,7%. Los países nórdicos son los que más recursos destinan, siendo Dinamarca el más espléndido, con un 2,4%. Le siguen Finlandia y Suecia (2,1%), Austria (1,7%) y Bélgica (1,5%). Incluso Portugal supera en puntos a España y Latinoamérica, destinando una partida del 1%. Fuera del ámbito comunitario, Estados Unidos, Corea y Canadá ejercen de líderes a la hora de abastecer las arcas universitarias. En los tres casos, superan el 2% del PIB.

Estos datos demuestran que el presupuesto dedicado a educación superior en nuestro país está más cerca de América Latina –la zona del planeta que menos invierte en universidad, por detrás incluso del África subsahariana– que a sus vecinos europeos. Las cifras referentes a la educación general no son más halagüeñas. El gasto público español centra el 4,4% de su PIB, siete décimas menos que la media europea. En América Latina, se sitúa entre el 2,5% y 4%. Estos números nada tienen que ver con los que recomienda la UNESCO, que fija un mínimo del 7%.

También son los culpables de que los expertos encuentren justificación a datos como éstos: el sistema educativo español se encuentra al mismo nivel que países como Trinidad y Tobago o Hungría. En una clasificación internacional, España ocupa el puesto 26. Por delante, Noruega, Corea del Sur e incluso Polonia.

FALTA DE CALIDAD

Los expertos achacan la pésima situación de sus centros a la falta de calidad, tanto a nivel de excelencia como de cumplimiento de objetivos. Es la postura de Daniel López, presidente de la Red de Universidades Regionales Latinoamericanas (Urel): «Exigimos pertinencia a la hora de cumplir los roles sociales que le competen a la Universidad. Para toda Latinoamérica, la opción de alcanzar el desarrollo está limitada en gran medida por la pobre calidad de su educación y su incipiente nivel de investigación e innovación». Dice que, para solucionar estos problemas, primero se debería tener conciencia de ellos y, después, plasmarlos en unos «presupuestos inteligentes».

Las grandes diferencias económicas existentes entre las clases sociales van ligadas, en su opinión, al escaso porcentaje de jóvenes en edad de acceder a la Universidad que inicia una carrera: el 15%. Este porcentaje incluye otros tipos de educación superior, como las escuelas técnicas, profesionales o de formación. «Los sectores más pobres no forman parte del contingente universitario», sintetiza López. El 15% se reduce a menos del 10% en Nicaragua, Guatemla, Honduras o Paraguay. Hasta antes de la crisis, sólo Argentina se asemejaba a Europa, con un 35%. En un término medio (entre el 15% y el 30% de cobertura), se situarían zonas como Chile, Cuba, Venezuela, Costa Rica y Panamá. Se considera que el modelo de acceso es universal cuando supera el 35%. Si es inferior al 15%, es de elite, y entre el 15% y el 35%, de masas.

DIFERENCIA DE CLASES

En la mayoría de los países europeos, el modelo es universal, con entre el 40% y 60% de su población en edad de acudir a la Universidad cursando estudios superiores. Alma Maldonado, investigadora del Centro para el Estudio de la Educación Superior en la Universidad de Arizona, no habla de un futuro esperanzador: «Hay iniciativas, proyectos y convenios que podrían ser prometedores. Sin embargo, la falta de recursos, la inestabilidad política en algunos países y las políticas económicas de los gobiernos reducen las posibilidades de impulsar el desarrollo de la educación superior».

Comparte su opinión Álvaro Marín, profesor investigador de la Universidad Pedagógica Nacional mexicana: «Muchos jóvenes creen que ir a la universidad es perder el tiempo y, además, tienen que trabajar para ganar dinero». Por eso, califica de problema «social» el bajo porcentaje de universitarios. «La mayoría de mis conciudadanos tiene entre cinco y siete años de escolaridad, por lo que no conoce sus propias instituciones universitarias y no las valora. Muchos nos ven como privilegiados irresponsables que siempre pedimos dinero y beneficios».

LA INFLUENCIA DE EEUU

Marín va más allá mostrando quiénes son los «héroes» de los jóvenes latinos: «los narcotraficantes que viven en palacios, se desplazan en carros blindados de lujo y tienen a funcionarios de alto nivel a su servicio». Ante este cuadro, se pregunta: «¿Qué prestigio o influencia social va a tener un doctor en ciencias o humanidades?». Su crítica alcanza a la burguesía latina, que manda a sus hijos a estudiar a EEUU porque cree que allí obtendrán una mejor educación. Cita un ejemplo: «A un colega que deseaba completar un doctorado en París, sus compañeros le pidieron que recapacitara porque un diploma en inglés tiene más influencia en ciertos círculos mexicanos». Esta muestra le sirve para pedir a las universidades europeas –y sobre todo españolas– que afiancen sus relaciones con aquel continente, «para equilibrar la influencia estadounidense, que es avasalladora y creciente».

A pesar de las bajas cifras de acceso a la educación superior en América Latina, las matrículas aumentan cada año. Se ha pasado de alrededor de 65 universidades en 1950 a más de 800 hoy (el 70% privadas). Eso sí, también se advierte un alto nivel de abandono de la carrera. En países como México afecta a la mitad de los alumnos. En España, los desertores no llegan al 28%. Allí existen, además, 20 centros con más de 40.000 estudiantes, que acaparan el 85% del alumnado total de Latinoamérica. En muchas de ellas, las mujeres ya suman mayoría, sobre todo en titulaciones relacionadas con los ámbitos de la salud, la educación o la comunicación.

Esta región también cuenta con algunas de las universidades más grandes del mundo, como la Autónoma de México y la de Buenos Aires, que rebasan los 200.000 estudiantes. En comparación, la universidad con más alumnos en España, la Complutense de Madrid, no alcanza los 95.000. Según la docente Maldonado, el desmesurado tamaño genera problemas como «la excesiva burocratización o la falta de recursos para cubrir necesidades».

CRECIENTE PRIVATIZACIÓN

Esta proliferación ha ido de la mano de una creciente privatización. Actualmente, entre el 40% y 60% de las matrículas se realiza en centros privados. En Europa, sin embargo, el 88% de los fondos universitarios procede de las arcas públicas. Un ejemplo: de las 54 universidades de Bolivia, 15 son públicas y 39 privadas. Otro: en Argentina se cuentan 40 públicas –llamadas nacionales– y 53 privadas. Perú: 31 estatales y 46 no. En España, a pesar de la multiplicación de las privadas (17), las públicas siguen siendo más (48). Es lo que Maldonado llama «capitalismo académico». Lo explica: «Los centros han adoptado cada vez más mecanismos de mercado en todas sus actividades, desde la investigación a la manera de financiarse y vender sus servicios». La docente cree que es un fenómeno creciente en todo el mundo, no sólo en América.

También opina así Manuel Ramiro Muñoz, docente de la Universidad de San Buenaventura (Cali, Colombia): «La privatización es una consecuencia del retiro del Estado en su misión por garantizar la educación para todos. Se la considera un servicio de libre mercado, no un servicio público». El presidente de la red Urel, Daniel López, también alerta de los posibles riesgos: «La educación se está haciendo regresiva, ya que puede haber libertad de elección con las privadas, pero no igualdad de oportunidades». También piensa que se pierden valores propios de la universidad pública como el pluralismo, la tolerancia o la promoción de la equidad.


EL APOYO DE LAS ENTIDADES PRIVADAS

Santander Universidad es el programa creado por el Grupo Santander para potenciar la educación superior tanto en España como en América Latina. El programa se incluye dentro de los proyectos destinados a obra social de la entidad bancaria, que el año pasado contaron con un presupuesto de 77 millones de euros, 55 de los cuales fueron a parar a iniciativas universitarias. Entre ellas, se encuentra la creación del portal Universia (www.universia.net), que integra a 812 universidades iberoamericanas, ofreciendo contenidos y servicios referentes a la educación superior. El BSCH también acaba de poner en marcha, junto a la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), el programa de becas de posgrado, doctorado y máster Miguel de Cervantes, dirigidas a profesores y licenciados latinoamericanos. Otro de los convenios suscritos por el BSCH tiene como fin la cooperación astrofísica entre España y México.


SUSPENSO EN INVESTIGACIÓN

El porcentaje del PIB que América Latina dedica a I+D es del 0,47%, cifra alejada de la Unión Europea (2,2%), Estados Unidos (2,7%) o Japón (3%). El dato se asemeja más a España, que destina el 1,1%. Es una de las causas por las que, según el docente colombiano Manuel Ramiro Muñoz, la universidad aporta «poco» a las dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales del continente: «Se forman profesionales y se investiga, pero de forma descontextualizada». Otros expertos, en cambio, creen que la inserción social es uno de sus puntos fuertes. «La universidad representa en esas sociedades tan desiguales un mecanismo de ascenso social, que debe conservarse con el apoyo gubernamental», analiza Alma Maldonado.


INDIGENISMO

En países como Ecuador, sólo el 0,05% de la población indígena acude a la Universidad. El bajo porcentaje está provocando que distintas instituciones estén promoviendo ayudas y medidas para integrar a este colectivo en el sistema educativo. Para preservar estas culturas ancestrales se están creando universidades indígenas, como la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas, que coordina iniciativas entre Perú y Bolivia, o el Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera (Chile). El indigenismo cuenta con departamentos y posgrados tanto en Latinoamérica como en España. Como ejemplo, la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) imparte el doctorado Historia de América Latina. Mundos indígenas.




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