Nº 06
Marzo de 2002

Motor & Viajes    
       
ESPAÑA
APASIONADA

A partir de la hora rota del Viernes Santo, el bello pueblo mudéjar se estremece con el retumbar dialéctico de los tambores y bombos, rito ancestral y brusco del Bajo Aragón

CALANDA
El «putuntúm» calandino
Cuatro glorias tienen las tierras y paisajes de Calanda que hacen que sus gentes se sientan más orgullosas, si cabe, de su propio orgullo. Y son: los tambores crugientes que rasgan el aire con su putuntúm al «romper la hora»; el melocotón tardío de allá para octubre; el milagro de Miguel Pellicer y el gesto adusto, irónico y sabio de ...
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JOSÉ ANTONIO LABORDETA

...don Luis Buñuel. Con todo esto esta tierra, este pueblo enjuto y altivo, atraviesa la Historia con el convencimiento de que el futuro le llegará con aires buenos aunque de vez en vez las duras sequías, que agostan los campos, hieran rudas la perspectiva épica de estas tierras bajo aragonesas.

Pocos paisajes de España surgen con mayor personalidad para representar las duras jornadas de la Pasión de Cristo como este territorio que, abandonadas en la lejanía las márgenes del Ebro, anuncia los paisajes increíbles del magnífico Maestrazgo. Sus horizontes lejanos, sus lomas y cabezos ribeteados de ralos pinares o empujados por olivares productores de uno de los mejores aceites del mundo, levantan un Calvario al que se asciende por una dura senda acompañada de todos los misterios de la vida de Cristo. Y a veces, cuando la Semana Santa climatológica es como debe ser, los cierzos arrebatan los manteos, los terceroles poniendo contra el cielo de los atardeceres bruscos un dramatismo imposible de hallar en otras celebraciones de esta Fiesta: el drama de la muerte se hace agrio y ruidoso, violento y trágico bajo los adustos nubarrones de unas inexistentes primaveras aragonesas.

Y si famosos son los melocotones tardíos y famosa es la pierna que le creció a Miguel Pellicer porque todas las noches se untaba el muñón con aceite de la lamparilla de la Virgen del Pilar, famoso es también ese hombre que fue el primero que inmortalizó en una secuencia cinematográfica el brusco sonido de los tambores y bombos de un lugar donde la rompida de la hora, el momento justo en que Cristo le dijo a su Padre: «Por qué me has abandonado», hace crujir los estómagos, los rostros aturdidos, las paredes enjutas de la plaza de Calanda. Todo, en ese instante, se hunde y se levanta y el ruido estrepitoso y curiosamente armónico se desparrama, como sangre derramada de inocentes por todas las calles del pueblo: un rito ancestral ha comenzado. Un estremecimiento recorre las manos, los brazo, los cuerpos y los rostros de niños, de hombres, de niñas, de mujeres haciendo de todo ese estrépito el ritual dramático de un grito en contra de la muerte.

¿Desde cuando? Según alguna leyenda desde el siglo XII se reproduce el ritual para conmemorar el que en esos años los pastores avisaron de la llegada de tropas moras a la localidad de Calanda; pero parece ser que fue a partir del XIX en que las tradiciones ruidosas de alguna de las manifestaciones de la celebración de las Tinieblas se organizaron y acabaron tomando la forma en que hoy nos la encontramos. El padre Allaneguí, fundador de la Cofradía de la Dolorosa, fue el compositor de uno de los toque más emblemáticos del ritual calandino: la marcha palillera.

A la primera campanada de las 12 del mediodía del Viernes Santo, la plaza retumba con la hora rota y una emoción indescriptible recorre los sentidos de los tamborileros, de las gentes de los bombos y de los espectadores que sienten en su interior la dramática fuerza de toda la expresión de tremendo sentimiento de dolor que sale desde los parches que desde siempre artesanos como Tomás Gascón han ido puliendo, con mimo y fidelidad.

PROCESIÓN. Durante dos horas los grupos se desparraman por la villa hasta que se forma la procesión llamada del Pregón. Presiden esta procesión unos soldados romanos de gestos feroces llamados putuntumes a los que dirigen un general romano y un personaje, Longinos. Ambos se enfrentan en un combate, el general da una vuelta sobre sí mismo para mostrar que está muerto mientras los tambores, que los han rodeado, retumban. Vencido el general romano, Longinos sella el sepulcro en el que se supone yace Cristo.

Sobre las cinco de la tarde todo ha terminado. Se respeta unos minutos de silencio y de golpe se reinicia el retumbar de tambores y de bombos que no se detendrá hasta el día siguiente al mediodía. Las cuadrillas se enfrentan dialécticamente con sus redobles y ritmos cuando se encuentran en las esquinas de este pueblo tan hermosamente mudéjar. En la dialéctica al final el grupo más pequeño se pasa al ritmo del mayor y ambos se unen en sus redobles.

Calanda ha ido creando sus cofradías y hoy recorren sus calles las siguientes: la del Santísimo; La Dolorosa; El Nazareno; El Encuentro; El Santo Ángel que interpreta el redoble llamado el cuatrero; la de Cristo Crucificado; la de San Pedro, que rompe la monotonía de los colores ocres con sus capas rojas, y la de Jesús entrando en Jerusalén. A las dos de la tarde del día siguiente todo enmudece y la sangre derramada sobre los parches de bombos y tambores irá ennegreciendo para la memoria del año que viene o de dentro de muchos cuando bastantes de nosotros sólo seamos eso, memoria.

Pero entonces seguirá repercutiendo el putuntúm agreste y dramático; don Luis Buñuel será más calandino que nunca; Miguel Pellicer estará para siempre en los cielos, y en las huertas, en verano, seguirán imponiéndose en todos los bancales los frutos de los melocotoneros. Con todo el espléndido sabor y olor que esa fruta expande deberemos recordar la marcha palillera, emocionante y altiva, agreste y sutil, como todo el paisaje, los pueblos y las gentes del Bajo Aragón.




RUTA DEL TAMBOR Y BOMBO

 

Tradición. A Calanda se unen otros ocho pueblos aragoneses con un mismo fin: preservar y respetar la tradición heredada y mantenida a través de los tiempos del retumbar de bombos y tambores. Desde los Pirineos hasta las serranías turolenses, Calanda, Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén perpetuan este particular sentir colectivo, en forma de estruendo, con el que sus habitantes anuncian al unísono la muerte de Cristo.

 




CUNA DE BUÑUEL

 

De cine. El genial Luis Buñuel nació el 22 de febrero de 1900 en Calanda, cuyos estruendosos tambores de Semana Santa difundió al resto del mundo cinematográficamente. También los inmortalizó en sus memorias Mi último suspiro. «A la primera campanada de las dos de la tarde, todos los tambores enmudecen hasta el año siguiente. Pero, incluso después de volver a la vida cotidiana, algunos vecinos de Calanda aún hablan a tirones, siguiendo el ritmo de los tambores dormidos», dejó escrito.

 




DATOS

 

Geografía: La villa de Calanda se encuentra en la provincia de Teruel, en la confluencia de los ríos Guadalope y Guadalopillo del Bajo Aragón. Está situada a 466 m. sobre el nivel del mar.
Población: Cuenta con 3.500 habitantes aproximadamente.
Clima: Continental, con inviernos fríos y veranos calurosos.

    GUIA

  • Cómo llegar
    La villa de Calanda se encuentra a 143 km. de Teruel. Se puede acceder a ella por la carretera nacional N-420, a 16 km. de Alcañiz.


  • Alojamiento
    No hay mucha elección a la hora de elegir hospedaje en Calanda. Con todo, si se quiere pasar la noche en la villa, está el Hotel Balfagón (Crta. Alcolea Tarragona Km. 404. Tfno: 978 846 312). Otra opción es el Hostal El Molino (Calle General Franco, 42. Tfno: 978 846 007).


  • Restaurantes
    Hay varios restaurantes donde se puede comer bien y a buen precio, la mayoría en los hoteles. Restaurante Caballo Blanco (Gnral. Franco, 42. Tfno: 978 846 326). Restaurante El Molino (Gnral. Franco, 42. Tfno: 978 846 007). Balfagón (Ctra. Alcolea-Tarragona Km. 404. Tfno: 978 846 312).

 

 



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