Nº 09
Junio de 2002

Motor & Viajes    
       
EUROPA
MAGICA

En las puertas de Centroeuropa se abre una ciudad inagotable, donde el Medievo convive con las vanguardias las calles narran mitos que desprenden un aire de fábula y magia

PRAGA
Entre la aurora y el crepúsculo

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TANA OSHIMA

La Plaza del Ayuntamiento Viejo, en el barrio de Staré Mesto o Ciudad Vieja, con la iglesia de San Nicolás y el célebre reloj astronómico.

Duerme, despierta y se despereza. Es el amanecer del largo sueño soviético. Ciudad de ángeles y de tumbas, poco importa dónde estemos: el cielo despliega sus alas sobre esta ciudad tricéfala que casi nunca llora; una ciudad dentro de otra y dentro de otra, como las matriushkas en versión checa que posan en las vitrinas; una...

...ciudad que antaño eran tres, de nombre Staré Mesto, Nové Mesto y Malá Strana –hoy barrios–; y dentro de Malá Strana el castillo, una ciudad en miniatura; y dentro de Staré Mesto otra lacerante escisión: Josefov, el barrio judío, la herida abierta, el gueto natal de Kafka que hoy le rinde honor con una plaza, un café y varias placas.

Tres ciudades, pues –dos en la margen derecha del Moldava y otra en la izquierda, con el Castillo de Praga–, con sus ayuntamientos y sus iglesias. El recorrido suele comenzar en Staré Mesto (Ciudad Vieja), que aunque sólo es uno de los cascos antiguos, ha sido siempre el centro de la ciudad. Pero incluso comenzando por Nové Mesto, las calles peatonales que parten de Námestí Republiky dan casi todas a un mismo lugar, el punto centrípeto que atrae a todos los caminantes: la plaza del Ayuntamiento Viejo (Staromestké Námesti). Y en ella, el famoso reloj astronómico. Esta plaza parece guardar algo que es la esencia de Praga: el imperceptible horizonte entre la realidad y la fantasía, la silueta de un funambulista haciendo equilibrio sobre el hilo que pende de lo irreal; la sombra del soñador que se pierde en el laberinto de lo probable. Sobreviene entonces una extraña sensación: es la magia de Praga.

El edificio que albergó el ayuntamiento en el siglo XIV luce ese enorme reloj que evoca el artilugio de algún mago. En frente, la iglesia de San Nicolás, oscurecida por los años, con sus pináculos en punta como agujas afiladas que clavan el cielo. Solemne y erguida, la iglesia se impone con su silencio.

Callejeando hacia el norte –gran ventaja la de esta ciudad cuyos lugares de interés se pueden recorrer a pie, aunque hay un bonito tranvía y un práctico metro– y siguiendo la calle Maiselova, se llega al hermético corazón de Josefov. El tinte hebreo es inconfundible: tres sinagogas se suceden (la Maisel, la Antigua Nueva y la Alta) hasta que se vislumbra, en lo alto, la torre del reloj –en números hebraicos y con manecillas que giran alrevés– del Ayuntamiento Judío. Es detrás de la Antigua Nueva Sinagoga donde se extiende, en un espacio mínimo, el camposanto judío, el más viejo de toda Europa. La acumulación anárquica de tumbas por falta de espacio dificulta la identificación de los difuntos si no es por las lápidas que asoman de la tierra, con inscripciones y cubiertas de musgo. Hoy desvencijada y melancólica, esta antigua necrópolis cerró hace dos siglos y más tarde sobrevivió a la invasión nazi.

En la orilla izquierda del río está Malá Strana, con el enorme castillo amurallado –que todos ven siempre desde el otro lado, lejano y entero y reflejado en el agua– y la catedral de San Vito, espectacular obra del gótico. Por sus calles en cuesta se asoman lujosos portales barrocos y numerosas cafeterías flanqueadas por bonitas plazoletas. Dentro de las murallas, en el laberinto de callejones que rodea el castillo, destaca uno célebre: el Callejón Dorado, donde se suceden casitas de colores, casi élficas, de las cuales una fue habitada por Kafka. Y el puente Carlos, que nos ha ayudado a cruzar el río, también forma parte de la gloria arquitectónica medieval del rey Carlos IV.

UN MUNDO FANTÁSTICO. Atardece. Una indudable aura de fábula y magia flota sobre los tejados de la ciudad. La Muerte marca la hora y da vuelta a su reloj de arena, y los 12 apóstoles desfilan y hacen reverencias mientras uno de los anillos marca la casa del zodíaco en la que se encuentran el sol y la luna. Hay algo de cábala mística. Allí, en el puente Carlos, músicos, mimos y titiriteros se bañan en la luz del crepúsculo y algunos turistas se apresuran para ir a cenar –el goulash del Privnice Radegast es excelente y muy barato– o para adentrarse en la penumbra del Teatro Negro. Al llegar la noche, las omnipresentes estatuas religiosas parecen trágicas en su quietud; los dionisíacos gigantes que sujetan algunos edificios antiguos parecen retener su respiración, y casi se oye a las gárgolas despertar, acaso esperando, todos ellos, la llegada del Golem, la criatura fantástica nacida de las entrañas de Praga.

La ciudad no sólo ha integrado tres ciudades sino también varios estilos arquitectónicos. El gótico convive con el barroco, el modernista con el soviético y el cubista con el moderno. Nové Mesto o Ciudad Nueva –nueva para Carlos IV, quien la fundó en el siglo XIV–, cuya principal referencia es la avenida que baja desde la plaza de Wenceslao, conserva poco de su pasado medieval y reúne los edificios más emblemáticos de los siglos XIX y XX. Entre fachadas de art nouveau se intercalan otras cubistas, y es también aquí donde está la gran obra de 1996: el Edificio Danzante, una original construcción que emula a Fred Astaire y Ginger Rogers.




Don Giovanni

 

Un estreno histórico. Puede resultar sorprendente, en un primer momento, la cantidad de homenajes que se rinden en Praga a Wolfgang Amadeus Mozart. Bustos, calles, cafés, teatros, libros, discos, bombones con su nombre llenan la ciudad casi tanto como en Viena o en Salzburgo. Pronto uno descubre que el genial músico austriaco estrenó en 1787 su ópera ‘Don Giovanni’ en el actual Teatro de los Estados (Stavovské divadlo. Tfno: 24 21 5001), y que este evento ha sido motivo suficiente para enorgullecer a los praguenses. Más aún cuando el checo Milos Forman decidió rodar su película ‘Amadeus’ en las calles de Praga porque consideraba que guardaba más parecido con la antigua Viena que la actual. No obstante, pese al estrellato de Mozart, la capital checa también tiene un músico propio del que presumir: el gran Antonin Dvorak.

 




DATOS

 

Geografía: Praga, capital de la República Checa, se encuentra en el centro de Europa.
Población: Casi 1.200.000 habitantes (uno de cada 13 ciudadanos checos vive en la capital).
Clima: Entre marítimo y continental. Veranos cálidos con algunos chubascos e inviernos fríos con nevadas.
Moneda: La corona checa.

    GUIA

  • COMO LLEGAR
    Czech Airlines (Tfno: 91 542 6628) ofrece vuelos directos de Madrid a Praga, desde 325 euros ida y vuelta.


  • DONDE DORMIR
    Un hotel con encanto situado en Staré Mesto es el Dum U krale Jiriho (Liliová, 10. Tfno: 22 22 0925). Se recomiendan las habitaciones del ático. En Malá Strana, el Romantik Hotel Uraka (Cerniska, 10/93. Tfno: 20 51 1100) dispone de un cuidado jardín.


  • DONDE COMER
    Privnice Radegast (Templová, 2) sirve una excelente y barata cocina checa.

 


 



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