Nº 09
Junio de 2002

Motor & Viajes    
       
PLACERES
COMER

El Bajo de Guía es el antiguo barrio de pescadores de la localidad de Sanlúcar de Barrameda, frente al coto de Doñana, y en él brilla esta casa tradicional

MIRADOR DE DOÑANA
Langostinos frente a Doñana

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FERNANDO POINT

El restaurante, situado en un entorno único, es una de las apuestas de la zona para degustar pescados y mariscos.

Lo del mirador sobre el Guadalquivir y el parque de Doñana es licencia poética —porque salvo la barra del bar, que da sobre unos ventanucos, desde el local no se ve nada—... hasta que llega el buen tiempo y ponen la terraza. Ahí, sí. Desde ella, con el aire salino del Atlántico en la cara —el aire huele a manzanilla de Sanlúcar, ¿o es la manzanilla la que huele al salitre del aire en el Bajo de Guía?—, las barcas y el río delante, y tras ellas la vegetación y las dunas, todo sabe a gloria. Quizá el lugar influya demasiado; quizá no sea todo igual de glorioso. Pero no cabe duda de que, junto a la vecina y quizá más nombrada Casa Bigote, el Mirador es la gran mesa del muelle.

Bueno, el Mirador tuvo su hora de gloria política: aquí fue donde Aznar y Blair brindaron —con manzanilla, of course— por la paz recién firmada en Irlanda... Pero, para gloria, gloria... las acedías bien frescas y bien frititas, por ejemplo.

El Mirador de Doñana no es fundamentalmente, a diferencia de otros locales del bajo de Guía, un sitio muy de tapeo: aquí es, sobre todo, donde se reúnen en unos comedores de más que sucinta decoración, y en torno a grandes mesas, numerosísimas familias gaditanas, en un ritual marisquero y pescadero inmutable.

No hay grandes sorpresas en la carta tan sanluqueña de esta casa en la que lo más barroco es el curioso sistema de reservas de mesa (con una hora tope que luego respetan o dejan de respetar los camareros según pautas un poco insondables): los calamares rellenos son una buena especialidad, y siempre hay un salpicón bien fresco... Pero ya saben por dónde van los tiros: enormes langostinos de aquí mismo, sencillamente hervidos, exquisitos pescaditos fritos, las langostas de su propio vivero (bueno; éstas, para cuando repican gordo, que el marisco está, ya saben, por las nubes)... Pero también hay en Sanlúcar más tradición de guisos que en otras zonas costeras de Andalucía, y no dejan de llamar la atención la sopa de mariscos o la cazuela de rape a la marinera. Para terminar, helado de pasas.

Con la comida de aquí se bebe manzanilla, o se bebe vino blanco joven de la zona que no tiene ni la cuarta parte de la gracia y el estilo de una manzanilla criada en bodegas cuyos enormes ventanales están siempre abiertos a los vientos del Atlántico, lo cual afecta a la flor o velo de hongos microscópicos bajo la que se realiza la crianza biológica del vino fino. De ahí, dicen en el lugar (sin que se haya podido nunca demostrar científicamente) el carácter más salino de sus vinos frente a los producidos en Jerez o El Puerto. Una manzanilla sólo tiene 15 grados de alcohol, y aquí no hace nunca daño. Por eso recomendamos probar un par de ellas de entre la buena colección —en medias botellas, mejor— que ofrece la bodega del restaurante: por ejemplo, empezar con una manzanilla fina, más ligera (del tipo La Gitana) y, con los guisos, probar una más potente manzanilla pasada... ¡Salud!

    Mirador de Doñana.
    Avenida Bajo de Guía, s/n.
    Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
    Tfno: 956 364 205.
    Precio medio: Entre 25 y 30 euros.
    Especialidad: Pescados y mariscos.
    Horario: Cerrado del 15 de enero al 15 de febrero.
    Tarjetas: Se aceptan todas.




 



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