Un suplemento de EL MUNDO  Un servicio de 
 DIRECTORIO   Mayo de 2003, número 20
Portada
Números Anteriores
 OTROS SUPLEMENTOS
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Ariadna
La Luna
Aula
Campus
 OTROS MUNDOS
elmundo.es
elmundodinero
elmundolibro
elmundoviajes
elmundodeporte
elmundosalud
elmundovino
medscape
elmundomotor
Emisión Digital
Metrópoli
Expansión&Empleo
Navegante
mundofree
elmundo personal
juegos: level51
elmundomóvil
 
AMÉRICA FASCINANTE | MÉXICO
Chiapas o la inverosimilitud
La magnificencia de su geografía, la belleza de sus ciudades coloniales, el esplendor de sus yacimientos mayas, la singularidad de sus comunidades indígenas... todo sorprende
MARÍA FLUXÁ
Las aguas del río Grijalva trazan en el Cañón del Sumidero uno de los paisajes más sublimes no sólo de Chiapas, sino del mundo entero. / FOTOS: CRISTINA MORATÓ
   

Aquello resultaba inverosímil. Aunque, a decir verdad, todo Chiapas es inverosímil. Por su naturaleza, dramática, de árboles jamás antes vistos; por sus pueblos, de indios valerosos y aguerridos, vejados como ningún otro por la Historia; por sus hermosísimas ciudades, cuyas paredes exhiben colores casi tan irreales que difícilmente tienen nombre; por sus yacimientos arqueológicos mayas que evidencian el esplendor de un imperio, desaparecido también de forma inverosímil; por sus enormes riquezas naturales y sus lamentables carencias materiales...

En fin, que llegar a San Juan Chamula y divisar, allá en lo bajo, una iglesia en ruinas, circundada por un cementerio moteado de basuras y corderos amarrados, campando a sus anchas, no podía ser otra cosa menos que inverosímil. Y fascinante.

Los chamulas son, de hecho, un pueblo fascinante. La estampa viva de sus antepasados mayas. Indomables y arduamente conquistados, jamás aceptaron la imposición católica. Tomaron como suya la nueva fe adaptándola a sus creencias, para hacer del sincretismo su religión. Desde las ruinas de San Sebastián, se observa a lo lejos la cabecera municipal, allá en el ombligo del mundo, como piensan sus habitantes, en el valle escogido por el propio San Juan. Allí se emplaza la sede de las autoridades —chamanes ataviados con túnicas blancas, con un refajo bordado en la cintura—, el mercado, y la iglesia. Su iglesia. Un templo blanco, con detalles azules y verdes, tan hermoso como tantos otros en el estado de Chiapas que aparentemente no se diferencia de ellos. Hasta que se cruza el umbral.

Huele a copal. Finas velas y juncia fresca se esparcen sobre el suelo. Las paredes, ennegrecidas por el humo de las teas, exponen alineados a decenas de santos católicos, todos ellos identificados, de los que cuelga un espejo para que nosotros, los ladinos, veamos reflejada nuestra impureza. A estos santos rezan los chamulas. Unos postrados en el suelo, otros de pie. Unos entonando en círculo cánticos misteriosos acompañados por instrumentos inéditos; otros musitando oraciones. Unos bebiendo pox, un fuerte licor de maíz y chilacayote, que escupen indistintamente; otros, soda. Eructando. Sin dejar de eructar. Ése es el modo que tienen de comunicarse con sus dioses, aquéllos que intentaron arrebatarles los conquistadores, entre otras muchas cosas. Tal vez por ello parece que estos mayas tzotziles, polígamos y autárquicos, aún hoy cargan con el insoportable peso de la Historia, como si la herida siguiera abierta.



LA ACUARELA COLONIAL

También hay tzotziles en San Cristóbal de las Casas, una de las ciudades coloniales más bellas y evocadoras de México, muy próxima a Chamula. Antigua Ciudad Real y Chiapa de los Españoles, su topónimo se lo debe a fray Bartolomé de las Casas, el obispo defensor de los indígenas. Jamás se verán más colores juntos. Tantos que no es posible nombrarlos. Se entremezclan con ardientes buganvillas, como la ingente que cuelga en el patio de Na Bolom, la Casa del Jaguar, fundación y museo dedicado a los pueblos indígenas de estas tierras, como los indómitos lacandones que no pudieron conquistar los españoles.

Para llegar a Na Bolom, hay que dejar atrás, por pinas calles empredradas, casas de techos de teja roja, así como la Catedral, de un barroco sobrio, bermeja y gualda, ubicada en la Plaza 31 de Marzo; o el Convento de Santo Domingo, muy próximo, con su fascinante y ornamentada fachada, en cuyos aledaños se esparce el mercado. Un festín de colores, otro más, en el que los indígenas venden prendas bordadas, artesanías de tradiciones ancestrales y sus cultivos. San Cristóbal de las Casas es, sin duda, un lugar para pasear, recorrer sus calles quebradas, para deleitarse sosegadamente en cada fachada, como lo es también Comitán. El lugar de las nueve estrellas lo habitan los tojolabales. Más accesibles que los anteriores, también estos mayas protagonizaron lides en el pasado.

Dice la leyenda que al descubrir a un león bebiendo de un manantial decidieron erigir allí mismo el pueblo, llamado por los aztecas Comitlán, el lugar de los alfareros. Es la actual plaza de las Siete Esquinas, en el barrio de La Pila, en cuya fuente aún las indígenas llenan sus cántaros. Allí se ubica la iglesia de San Caralampio, cuya imagen reclamaban en Guatemala al considerarlo de allí oriundo. Finalmente, y tras varios raptos, se quedó en Comitán, al que protegió de la peste. Raptos y disputas olvidados, todos los años se celebra una florida romería en su honor, a la que también acuden vecinos guatemaltecos.

No es, sin embargo, esta iglesia la más llamativa de Comitán. Compiten el templo mudéjar de Santo Domingo Guzmán, erigido por los dominicos en el siglo XV, amarillo pálido, como la plaza donde se ubica. Tranquila como las aguas de su fuente, sólo se ve enturbiada por algún que otro vochito, como allá llaman al Volkswagen Escarabajo. La otra es enteramente blanca, de estilo gótico. Emplazada a no muchos pasos, está dedicada a San José.



LAS SERPIENTES SAGRADAS

Pero en Chiapas, quizás, los templos que más despiertan la atención del viajero son otros. Aquéllos que desde hace ya muchos siglos llevan ganada la batalla al tiempo. Los que permanecen piedra sobre piedra, guardando secretos y atestiguando sobre la civilización que los puso en pie. Así, devorado por la selva, se yergue el impresionante sitio arqueológico de Palenque. De proporciones menores a otros yacimientos mayas mexicanos, para muchos es, sin embargo, el más extraordinario.

Un breve sendero conduce a sus pirámides más significativas: el Templo de las Inscripciones, que alberga la tumba del Rey Pakal, monarca bajo el cual Palenque, entonces Na Shan Kan —El Lugar de las Serpientes Sagradas— gozó de su máximo apogeo, en el siglo VII d.C; y el Templo de la Reina Roja. El primero, lamentablemente, permanece cerrado al público por motivos de conservación. Quienes tuvieron, hasta hace pocos años, la fortuna de poder acceder a él y contemplar su cripta sintieron la misma indescriptible sensación que debió de experimentar Alberto Ruz Lhuillier cuando la descubrió en 1952. El rey Pakal, con su escudo solar y el tubo hueco esculpido con forma de serpiente que comunica la cripta con la parte superior del templo, adopta una postura cargada de simbolismos mayas. Pakal murió el 31 de agosto del año 683, a los 80 años de edad, tras haber gobernado desde los 12, y, sin embargo, parece un astronauta del siglo XX.

Sí se puede visitar, en cambio, el Templo de la Reina Roja, cuyo húmedo interior se tiñe de ese color a causa del sinabrio, un veneno empleado por los mayas para relacionar el mundo de los vivos con el de los muertos.

Completan Palenque otros fascinantes templos, como el Palacio, con sus ventanas en forma de T, dedicadas a Ik, el dios del viento. La vehemencia con la que adoraban a esa divinidad también se plasma en la crestería de peine que corona otras pirámides. Este detalle arquitectónico aviva el silbido de los vientos, los mismos que cuentan historias de jade y ceibas, de quetzales y jaguares.



LIBERTADES Y CAVERNAS

Una fauna mágica para un lugar mágico. Y no hay lugar más mágico que el que componen los paisajes dramáticos que va trazando el río Grijalva, especialmente en el Cañón del Sumidero. Esta fascinante garganta recibe su nombre de la convicción de los lugareños de que, abismo dentro, el Grijalva se sumía en una profunda caverna. Paradigma del arrojo de sus primigenios pobladores, el Cañón del Sumidero es de una belleza inverosímil, indescriptible. Cuando en 1527 los españoles, apoyados por mexicas y tlaxcaltecas, proseguían su salvaje conquista en estas tierras, los impávidos chiapanecas se arrojaron con sus pertenencias al Cañón, prefiriendo perder la vida antes que la libertad.

Una extraña sensación, equiparable a la libertad, se siente al navegar sus aguas. Por imponentes barrancas se descubre lentamente uno de los santuarios naturales más fascinantes del planeta. Las orillas están flanqueadas por manglares, y en sus inmediaciones crecen copales, guanacastes, aguacatillos y amates; árboles, en suma, jamás antes vistos. El agua se precipita en cascadas, dejando dibujos en sus paredes. Es el caso del Árbol de Navidad, plasmado en la roca. Además, el capricho de la erosión ha dejado cuevas, como la de Colores, con su Virgen de Guadalupe. Como la Del Caballito de Mar, donde la piedra, increíblemente, se ha convertido en un hipocampo. O como la Del Silencio, donde no habita ni Eco.

Paisajes inverosímiles, para un lugar inverosímil. Así es Chiapas, difícilmente descriptible. Con sus colores imposibles, sus remotos imperios pétreos, sus selvas insondables, sus pueblos de otras épocas. Tan compleja, diversa y única, que por momentos se presenta irreal, parece inverosímil.



GUIA

GEOGRAFÍA: Ubicado al sureste de México, el estado de Chiapas limita al norte con Tabasco, al este con Guatemala, al sur y sureste con el Océano Pacífico, y al oeste con los estados de Veracruz y Oaxaca.

CÓMO LLEGAR: La mejor forma de llegar es con Aeroméxico (Tfno: 91 305 85 45), hasta la Ciudad de México, y allí tomar otro avión, bien de Mexicana Aviación, bien de Aerocaribe, hasta Villahermosa (Tabasco) o Tuxla Gutiérrez, la capital del estado.



DÓNDE DORMIR: En San Cristóbal de las Casas es muy recomendable el Hotel Ciudad Real Centro (Reservas: 1/800/537/8483), por su perfecta ubicación y la comodidad de sus instalaciones. En la capital, el Holiday Inn Tuxla es una perfecta elección.



DÓNDE COMER: En el Parque Ecoturístico Cañón de Sumidero (www.sumidero.com), tras pasar allí un inolvidable día.



INFORMACIÓN: En la web www.visitmexico.com

 
  © Mundinteractivos, S.A. - Política de privacidad
 
  C/ Pradillo, 42. 28002 Madrid. ESPAÑA
Tfno.: (34) 915864800 Fax: (34) 915864848
E-mail: sieteleguas@elmundo.es