UN DOCUMENTO DE
DIRECTORIO
Perfil
 
El político
El hombre
Su imagen
ÁLBUM
SUS PALABRAS
DICEN DE ÉL
LA CALLE OPINA
 

IMAGEN PÚBLICA
Astuto, discreto y socarrón


Por PALOMA DÍAZ SOTERO

Foto: Kike Para

Dicen de los gallegos que por sus respuestas es imposible saber lo piensan. Mariano Rajoy es gallego, como otros dos hombres que marcaron la historia política española -Franco y Fraga-. De su origen ha dado buena muestra en público. No hay rueda de prensa en la que Rajoy no dé una respuesta enrevesada e irónica que deje a los presentes congelados unos segundos.

Pero precisamente esa arma de seducción que provoca sonrisas de admiración, puede resultar cansina y hermética; o sea, impopular. «Es un gallego profesional», resume el semiólogo Jorge Lozano, catedrático de Teoría de la Información de la Universidad Complutense.

Es serio y tranquilo. Sereno, si queremos traducirlo en virtud. Tiene fama de entenderse bien con todos, y eso incluye la oposición. Recientemente, antes del agosto vacacional, se reunió con Zapatero, en plena tormenta de la Asamblea de Madrid y de la posguerra iraquí. La elección de Aznar ha sido «un intento de buscar a alguien que caiga bien a todos», asegura Fermín Bouza, catedrático de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense.

Lozano dice -parafraseando a Manuel Vicent- que es como si hubiera que elegir un autor del 98: saldría Azorín, porque es el que le gusta a la mayoría. O como si hubiera que escoger un dulce y saliera elegido el mazapán. Vamos, que aunque a unos más y a otros menos, les gusta a todos.

En la calle, cuando uno pregunta por su opinión sobre Rajoy, la mayoría de la gente contesta con una respuesta al estilo del 'elegido': «ni bien ni mal, sino todo lo contrario».

Dice el experto en opinión pública y comunicación política Fermín Bouza que Rajoy tiene la imagen del «político profesional». Eso denota astucia, racionalidad, diálogo; también cintura política, cambiar de chaqueta cuando haga falta, frialdad, un toque de indolencia y otro de altanería. Su carácter gallego le puede hacer decir A y al día siguiente B. Su inteligencia puede camuflarlo de interés general.

Presume de proteger su intimidad y podría hacer lo mismo en su trabajo. Con su agilidad y desenvoltura en el discurso, puede zafarse de dar explicaciones más duras. Su ironía puede meterle goles a sus oponentes y entretener a la parroquia mientras él cocina a gusto en el fogón. Puede salir bien del barro y por eso Aznar le puso a orquestar la campaña electoral de 2000, la de la mayoría absoluta; por eso le encomendó la portavocía; y por eso le envío a lidiar con el 'Prestige'.

Esa profesionalidad le puede perjudicar. La política no vive su mejor momento y mucho menos desde que Aznar no para por el Congreso a dar explicaciones, desde que los tránsfugas protagonizan los telediarios y desde que el discurso queda reducido a titulares. «Los políticos profesionales no están en su mejor momento», dice Fermín Bouza.

Frente al político profesional y astuto, puede resultar más beneficiosa la imagen de político poco hecho o «político de primera comunión», según Bouza, como Zapatero o Gallardón.

Además, Rajoy no es infalible. Con «los hilillos» de fuel del Prestige no tuvo su mejor momento.

«Es un candidato bueno, pero tendrá dificultades para ganar», concluye este experto.

«Esperemos que no se exceda en ironía y no sea sólo el gran lacayo», añade su colega Jorge Lozano.

 
 
Mundinteractivos, S.A. - Política de privacidad