ACHERO MAÑAS: "No
soy un realizador vocacional, soy un contador de historias"
Entrevista del miércoles
27 de septiembre de 2000
J.
P HUERCANOS
Después de una precoz trayectoria interpretativa
y unos exitosos antecedentes como director de cortos
(Cazadores, Paraísos artificiales
y Metro), Achero
Mañas ha presentado su primera realización
de formato largo. Se trata de El bola, una
historia de amistad y sentimientos encontrados en
un entorno maltratado por la violencia. La cinta fue
recibida con calurosos aplausos tras su proyección
en Zabaltegi y se estrenará en salas comerciales
el 20 octubre.
- ¿Cómo
ha resultado el acercamiento hacia la historia de
los personajes y el trasfondo del maltrato?
- Surgió como resultado de las experiencias
de mis anteriores trabajos. Maduré la historia
después de tratar con chavales de la calle,
afectados por situaciones extremas de violencia. Hasta
entonces quería abordar el mundo de la infancia,
pero no sabía de qué manera.
- La
cinta parece más una obra de madurez. ¿Es
usted consciente?
- No, siento muchas dudas sobra la película
y algunos de sus elementos. No tengo la capacidad
objetiva de analizar qué es lo que he hecho.
Por eso, me parece atrevido pensar que he hecho una
obra madura.
- ¿Cuáles
son los aspectos con los que no se siente tan satisfecho?
- Siempre intento jugar al límite con la interpretación
y frenar en el momento de caer en lo grotesco. Así
se consiguen caracteres muy veraces, sobre todo en
situaciones dramáticas. Pero intentar jugar
al límite provoca que uno nunca sepa exactamente
si se ha quedado corto. El final de la historia es
algo que también me ha provocado interrogantes.
De hecho, escribí cinco finales diferentes.
- ¿Le
ha resultado complejo retratar ese entorno de violencia
sorda?
- No creo en el mal por el mal, pienso que muy poca
gente hace el mal con premeditación y alevosía.
La violencia esconde situaciones psicológicas
concretas y cualquier persona puede llegar a ejercerla
en algún momento extremo. Pero no quería
justificar la violencia, sino situarla en su contexto
y evidenciar que ciertas situaciones pueden ser incontrolables.
-
¿La escritura le motiva?
- Siempre digo que no soy un director vocacional.
La dirección fue el resultado de una propuesta
que surgió en un momento, como resultado de
las historias que tenía escritas. Me interesan
el factor humano y las situaciones de conflicto. En
realidad, soy un contador de historias.
- ¿No
se plantea dirigir otros guiones?
- No. Tengo varias historias en la cabeza y una de
ellas será mi próxima película.
- ¿Se
considera un cineasta comprometido?
- Intento seguir una línea consecuente con
lo que pienso y no traicionarme a mí mismo.
Eso es lo que me propongo a la hora de escribir. Como
actor ya me he traicionado y he hecho suficientes
películas para poder comer.
- ¿Su
faceta interpretativa ha quedado en un segundo plano?
- Nunca he abandonado la idea de interpretar,
pero no voy a hacerlo más por presión
o necesidad de dinero. Volveré a la interpretación
cuando me lo pase bien.
- Su
película es la séptima cinta española
que participa en Zabaltegi y que opta al Premio de
Nuevos Realizadores ¿Es un síntoma del
buen estado de salud de la nuevas generaciones?
- El cine y el arte pasan por un momento concreto,
que cada vez resulta más difícil de
ubicar en un espacio y tiempo concretos. Ya no hay
movimientos. Salvo el Dogma, que se entiende como
un intento por crear una escena que luche contra esa
excesiva individualidad y la dinámica por la
que las cosas se comen y se tiran a la basura. Pero
el cine español vive momentos de saltos continuos.
Entre todo el cine que se está haciendo, saldrá
gente que sea constante y que esté interesada
en contar historias.
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