LAS PRUEBAS
UNA GUERRA DIFERENTE
DESPLIEGUE MILITAR
EL ESCENARIO
LA AMENAZA BACTERIOLÓGICA
LAS NOTICIAS
ANÁLISIS
EL DRAMA CIVIL
CONFLICTOS EN EL MUNDO
GRÁFICOS
VÍDEOS
IMÁGENES DE LA GUERRA
PARTICIPACIÓN
JAQUE A EEUU
AFGANISTÁN EN EL PUNTO DE MIRA
LA ÚLTIMA GUERRA DE JULIO FUENTES

ULISES

La psicosis es también una estrategia. Y su expansión crecía en progresión geométrica gracias a las esporas de ántrax. Nadie parecía dispuesto a ceder. La ofensiva se desarrollaba en todos los frentes: financiero, antiterrorista y sobre el terreno. El gobierno afgano aseguraba que estaba dispuesto a morir luchando.

"Nos apoya la voluntad colectiva"
. Con estas palabras, el presidente Bush confirmó el inicio de la operación el 7 de octubre. EEUU, en colaboración con Gran Bretaña, puso en marcha la maquinaria de guerra. Canadá, Australia, Alemania y Francia apoyaron, junto a cerca de 40 países más, el desarrollo de la operación. El discurso de Bin Laden, grabado previamente al ataque, dejaba claro el desafío mutuo: "Estados Unidos no volverá a saber lo que es seguridad".

El llamamiento a luchar contra el terrorismo en todo el mundo fue la clave para unir a los aliados. Pero había que poner en marcha mecanismos que demostrasen la autenticidad de un objetivo tan universal. Nacía así la ofensiva del siglo XXI.

En el Capitolio se escucharon los primeros pasos de esta guerra sucia. El principal: desentrañar la financiación terrorista y cortar el suministro económico. Nada fácil. El negocio de diversas entidades depende de la ausencia total de transparencia y del encubrimiento de las operaciones de sus clientes. Ya entonces, la guerra financiera se vislumbraba larga. Sin embargo, Pakistán dio un paso de gigante al congelar las cuentas del régimen afgano talibán, de Osama bin Laden y de sus asociados justo antes de producirse el primer ataque. El 12 de octubre, el Gobierno estadounidense ordenó congelar las cuentas de 39 grupos y personas vinculadas al terrorismo, con lo que la lista de sospechosos de financiar la violencia alcanzaba la cifra de 66.

En cualquier caso, tal y como se esforzó en precisar el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, "no se tratará de una invasión masiva como la del Día D", en referencia lejana al desembarco aliado en la costa francesa durante la II Guerra Mundial. Tampoco sería"una guerra aséptica", añadió el máximo responsable del Pentágono, "será difícil. Será peligrosa. Y habrá la posibilidad de sufrir importantes pérdidas". En este contexto, como no podía ser menos, el papel de los medios informativos también fue diferente.

Las ofensiva militar estuvo condicionada por diversos factores. El principal, realizarla de tal manera que el apoyo internacional no se resquebrajese ni se desate una incontenible hostilidad en los países árabes. Ahí, el certero consejo del secretario de Estado, Colin Powell, empeñado en delimitar lo más posible al enemigo y en obtener el máximo apoyo internacional, jugó un papel determinante. El propio Bush se lo dijo bien claro a un grupo de senadores republicanos: "Cuando pasemos a la acción, no vamos a disparar un misil de dos millones de dólares sobre una tienda vacía de 10 dólares para darle en el culo a un camello".

El subsecretario Paul Wolfowitz insistió en el mensaje: "No creemos que haya que demostrar que nuestro Ejército es capaz de bombardear. Todo el mundo lo sabe". Simplemente, el cambio de nombre de la ofensiva militar, de Justicia Infinita a Libertad Duradera, fue un síntoma de la estrategia de Estados Unidos. Tampoco se debe pasar por alto el guiño de Bush a los países árabes aliados al declarar que reconocerá al Estado palestino si hay un acuerdo de paz.

   

© Mundinteractivos, S.A. elmundo.es se edita en Madrid (España, UE). Calle Pradillo, 42. 28002 MADRID.
Política de privacidad