'La Colmena', publicada en l951, es otra de las cumbres narrativas
de Cela, piedra fundacional de un nuevo realismo no lineal
y fragmentado, encrucijada estilística y testimonial
de las penurias de posguerra. Posteriores a esos dos hitos
incontestables del Pascual y 'La Colmena', y entre el torrente
de libros que fluyen de su pluma, 'San Camilo 36' (1969) es
otra de las cimas de su novelística. Vienen después
títulos tan representativos como 'Oficio de tinieblas
5' (1973), 'Mazurca para dos muertos' (1983), que obtuvo en
l984 el Premio Nacional de Literatura y 'Cristo versus Arizona'
(1988).
Conquistado Madrid, que era el salto cualitativo desde su
Galicia natal, torna a "la provincia" y se va a
Palma de Mallorca. Allí crea en 1956 una revista que,
desde la insularidad, irradia internacionalidad y acoge conocidas
firmas del extranjero y la diáspora española:
Papeles de Son Armadans. Las lenguas de la periferia maldita,
que en aquellos momentos Cela consideraba tan españolas
como el castellano, también hallaron refugio en los
Papeles; pluralidad de ideas y pluralidad lingüística.
En l957 la Real Academia Española acoge a Camilo
José Cela en el sillón Q que ocupaba anteriormente
un militar: el Almirante Estrada. Pronuncia su discurso de
ingreso el 26 de marzo y lo dedica, en gran parte, a la obra
literaria de quien se había consagrado como pintor
de fuerte y sombría raíz expresionista: José
Gutiérrez Solana. La prosa de Gutiérrez Solana,
como la de Eugenio Noel, siempre interesó a Camilo
José Cela.
Papeles de Son Armadans no es la única empresa editorial
en la que se aventuró Cela; fundó también
Alfaguara en la que Francisco Umbral publicó sus primeros
libros, entre ellos 'Larra, anatomía de un dandy' y
'Balada de gamberros'. También Fernando Arrabal publicó
allí 'La ceremonia de la confusión', circunstancia
que propició, cuando años más tarde fue
detenido y procesado por una dedicatoria blasfema, que Cela
fuera uno de sus más decididos defensores. Llamado
como testigo, Camilo José Cela argumentó, invocando
los manifiestos de Breton, que el automatismo irracional,
o ilógico, de la escritura surrealista, tendencia literaria
a la que adscribió a Arrabal, libraba de responsabilidades
penales al dramaturgo.
Con la llegada de la democracia, Camilo José Cela es
designado senador real y aprovecha su puesto en el Senado
para intervenir en la revisión lingüística
del texto constitucional y en la defensa del español.
Este mismo adaptó para el teatro Bellas Artes, de José
Tamayo, 'La Celestina' de Fernando de Rojas, según
propia declaración, "puesta respetuosamente en
castellano moderno por Camilo José Cela". En el
terreno más estricto de la creación teatral,
Camilo José Cela es autor de 'María Sabina'
y de 'El carro de heno o el inventor de la guillotina', ambas
monumentales piezas literarias por inventiva y por originalidad,
no cuajaron en el terreno propio del teatro: el escenario.
Se perciben en ellas, sin embargo, afanes de ruptura de los
moldes teatrales y nuevas formas expresivas. Fueron publicadas
en Papeles de Son Armadans y posteriormente recogidas, en
ediciones de más largo alcance, por Alfaguara y Júcar.
'María Sabina' es una émula de la heroína
lorquiana, empeñada en la causa liberal, Marianita
Pineda ajusticiada en cadalso por no declarar. Fue estrenada,
en función única, en Nueva York, en abril de
1970, en el Carnegie Hall. El estreno en España, un
mes más tarde, acabó como el rosario de la aurora:
una bronca unánime del público y división
de opiniones en la crítica. Al espectáculo,
dada la importancia de la parte musical, se le había
llamado "tragifonía" y la gran masa de espectadores
no entendió el desembarco de Cela en el teatro. Las
críticas de la época reflejaron con precisión,
aunque sin estridencias, el pateo y la bronca.
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