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Rafael
MOYANO
Del 22 al 24 de febrero

Penetrando en el hielo

Fue un almirante español, Gabriel de Castilla, a bordo del buque Buena Nueva, el primero que avistó, en 1603, «un lugar donde había mucha nieve» más al sur del paralelo 60 . Su proeza pasó prácticamente inadvertida para la historia, mientras que el inglés James Cook, que fue el primero en cruzar el círculo polar antártico en 1773, se hizo un hueco en la posteridad como el que abrió el camino a la Antártida. Curiosamente, Cook, aunque si recaló en sus islas más próximas, nunca llegó a ver el continente antártico y sin querer lo circunnavegó.

Seguramente Gabriel de Castilla no calibró la importancia y la belleza de lo que estaba viendo. Tras tres días de navegación en el Hespérides las pruebas científicas y la mala mar han alargado el paso por el estrecho de Drake -todos los que navegamos en el buque esperamos ansiosos la visión de tierra-. Albatros, petreles y dameros que revolotean a nuestro alrededor nos dan los primeros avisos de que no debemos andar lejos. Por megafonía se anuncia: «Informativo: ballenas por proa». Cámaras y prismáticos vuelan hacia cubierta para captar al gran mamífero. Se trata de una ballena yubarta que sólo nos deleita con un par de aleteos para desaparecer lanzando chorros sobre el mar.

No da tiempo a abandonar la cubierta. A estribor nos da la bienvenida a la Antártida la isla Smith. A babor, Castle Rock. La claridad del día aumenta con el blanco de la nieve y el hielo. Algo hipnotiza. Parece que para todos es la primera vez, no se diría que llevan ya más de tres meses por estas latitudes.

Para el cabo primero Roberto Gutiérrez esta es su XI campaña antártica, todas las realizadas por el Hespérides, pero mira igual de absorto al horizonte:«Es que esto engancha». El almirante retirado Manuel Catalán se emociona. Ha vuelto a ver «su» Antártida 12 años después de que la abandonara por última vez.. Desde el 87 al 90 mandó en sus travesías por estos mares al remolcador Las Palmas y ahora vuelve, a sus 67 años, al frente de una investigación de la Facultad de Ciencias del Mar de Cádiz.

El espectáculo aumenta cuando, lejos aún del ocaso, asoma una luna gigantesca que llena inunda de luz el camino del barco hacia la isla Livingston, donde se encuentra la base española Juan Carlos I. El desembarco en zodiac de un ingeniero técnico para subsanar un problema en el sistema de comunicaciones de la base es rápido, la breve noche, apenas seis horas, se nos echa encima. El Hespérides no llega a fondear porque aún nos quedan varias millas hasta llegar a la península antártica. Atrás dejamos Livingston y la isla Decepción, pero ya habrá tiempo de volver.

Navegando entre témpanos

La mañana del 23 nos recibe con otra gran sorpresa. Nos adentramos en caleta Cierva y y entramos en otro planeta. Es la cabecera del estrecho de Guerlache, en plena península Antártica, la misma que Cook nunca llegó a ver. Icebergs flotando y bamboleándose, riscos negros y abruptos salpicados por glaciares y un silencio espeso nos rodean. El agua pronto se convierte en un mar de témpanos que tienen que esquivar las dos zodiacs lanzadas desde el barco para que nos acerquen a la costa.

El desembarco no es hoy posible pero podemos recrearnos en la pingüinera donde cientos de barbijos, la especie más pequeña de estos elegantes y dignos animales, agotan sus últimos días del verano austral. La lancha también nos permite contemplar muy de cerca el insultante azul del hielo de un iceberg. De su punta, porque bajo el agua ocultan entre cinco y siete veces más del tamaño de lo que enseñan.

A la estela del motor nos acompaña en todo momento una foca leopardo, el animal más voraz de estas aguas que, con sus 300 kilos de peso, devora pingüinos y otras focas de menor tamaño. Ahora asoma la cola, ahora la cabeza, pero no nos abandona hasta que las zodiacs son izadas sobre la cubierta del Hespérides. Se podrían estar aquí horas sólo mirando y escuchando el silencio, pero nos espera isla Decepción, un volcán en medio del hielo que añade aún más contrastes a estas tierras al sur del sur.



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