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LA ULTIMA OPORTUNIDAD
La situación
del lince ibérico es dramática. Está
en el umbral del punto de no retorno. Con una población
total estimada entre 120 y, en el mejor de los casos, 150
individuos, que se esparcen en 5 áreas aisladas de
las que sólo dos son genéticamente viables,
puede seguir muy pronto el camino del bucardo, la cabra pirenaica
cuyo último ejemplar se extinguió hace dos inviernos.
De seguir
así, el lince podría desaparecer en menos de
diez años. Los datos de los censos realizados a principios
de los 90 señalaban la existencia de unos 1.200 linces.
Cinco años después se citaban entre 800 y 500.
Ahora los más optimistas señalan alrededor de
400, pero parece que sólo quedan los referidos 200.
La Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza, le ha calificado,junto al tigre de Bengala,
como el felino más amenazado del planeta.
La continúa
sangría de ejemplares muertos por diversas causas en
el entorno del Parque Nacional de Doñana, la segunda
zona lincera y en la que sólo viven unos 40 ejemplares,
ha despertado la alarma y parece que ha puesto las pilas a
los encargados de su conservación.
El
pasado año, el ministro de Medio Ambiente, lo reconocía
en Lugar Nuevo, una finca estatal situada en la sierra
jienense de Andújar, donde se encuentra el núcleo
de lince más importante que tenemos, con alrededor
de 60 individuos en 20.000 hectáreas de territorio.
Somos pesimistas; el lince está en una situación
muy grave. Sólo con la colaboración de todos
los implicados, podrá invertirse la tendencia actual
de hundimiento de sus poblaciones, afirmó. Era
una declaración de intenciones. Ha sido preciso esperar
más de un año para que el asunto haya podido
sustantivarse.
La razón principal, cuesta creerlo, han sido los roces
y los celos de las Administraciones central y andaluza (único
territorio donde la especie mantiene poblaciones suficientes
para asegurar su continuidad).
Para salvar
del infortunio a esta joya de la biodiversidad española
hay varias herramientas. La primera, de la que se sabe poco,
es el Plan de Emergencia, consensuado a finales de 2001 entre
las diferentes Administraciones, científicos y conservacionistas,
y que parece que contará con unos 600 millones de pesetas
en acciones de apoyo para el lince y el águila imperial,
la más amenazada rapaz ibérica con los mismos
problemas que el felino.
El Plan Integral
de Manejo del Lince Ibérico, presentado en Lugar Nuevo,
contempla la inversión de 7,5 millones de euros en
Doñana y la Sierra de Andújar. El Plan de Cría
en cautividad, que aunará los esfuerzos del Ministerio
de Medio Ambiente, Junta de Andalucía y Zoológico
de Jerez, se firma precisamente estos días.
Por su parte,
la Fundación Botín, destinará 600.000
euros a una campaña de divulgación para sensibilizar
a la opinión pública española del grado
de amenaza que sufre el gran gato ibérico.
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