LAS 7 HERIDAS | EROSIÓN DE LOS HUMEDALES | URANIO EMPOBRECIDO | POZOS PETROLÍFEROS

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Las siete heridas de la guerra en el medioambiente

por PALOMA DÍAZ SOTERO

Cuando la población de Irak, su biodiversidad y sus históricos humedales mesopotámicos aún no se habían recuperado de la devastadora guerra del Golfo de 1991, llegó otra para asegurar que no quedara nada a salvo. La organización ecologista Seo BirdLife elaboró un informe sobre los riesgos medioambientales a los que se enfrentaba Irak y sobre los efectos en su población y en su biodiversidad. Basándose en el daño ambiental sin precedentes que provocó la Guerra del Golfo entre 1990 y 1991, junto a los más recientes conflictos de Yugoslavia y Afganistán, BirdLife destacó las siete grandes amenazas que la guerra llevaba a Irak y a la región:

    1. Destrucción física y alteración de la fauna silvestre y hábitats naturales de importancia internacional como consecuencia del uso de armas.

    2. Contaminación tóxica de la fauna silvestre y de sus hábitats naturales como consecuencia de vertidos de petróleo o combustión de pozos petrolíferos causados deliberadamente o por los combates.

    3. Contaminación radiológica, química o biotóxica de fauna silvestre y hábitats naturales como consecuencia del uso de armas de destrucción masiva y por bombardeos convencionales sobre instalaciones industriales o militares.

    4. Destrucción física de fauna silvestre y hábitats naturales como consecuencia de la creciente presión humana causada por movimientos masivos de refugiados (por ej., contaminación del agua, utilización de madera como combustible, caza).

    5. Incendios en humedales y vegetación forestal como consecuencia de los combates o por acciones deliberadas.

    6. Desertificación intensiva por los vehículos militares y el uso de armas.

    7. Extinción de especies o subespecies endémicas.

Empezando por el daño que causa la artillería y terminando por la invasión de vehículos pesados, Alejandro Sánchez, director de Seo/Birdlife España, explica estas amenazas. Gran parte de la batalla se libró en los valles que forman los ríos Tigris y Éufrates, que atraviesan Irak de arriba abajo, "donde está toda la biodiversidad y donde vive la mayoría de la población". Según el experto, "cada bombazo provoca un doble impacto: un agujero y un incendio", concreta el experto, sin olvidar que "los vehículos oruga arrasan todo lo que encuentran a su paso".

La contaminación atmosférica "tiene un efecto difuso", en el espacio y en el tiempo. "La tasa de reproducción de las especies baja y la mortalidad sube". "Los vertidos directamente matan", añade, y recuerda que, en la primera guerra del Golfo, los ataques contra depósitos y refinerías de Kuwait se tradujeron en inmensas lagunas de petróleo. Las lagunas siguen allí.

Uranio empobrecido

No hay datos concretos sobre los efectos en el medio ambiente del uranio empobrecido, con el que EEUU reviste su artillería, sus tanques y sus aviones, pero "igual que afecta al hombre, afecta al resto de seres vivos", afirma Alejandro Sánchez.

Un informe técnico de 1995 realizado por el Ejército de EEUU señala que, "si el uranio empobrecido penetra en el cuerpo, tiene la potencialidad de provocar graves consecuencias médicas", tales como muerte celular (cáncer) y mutaciones genéticas.

La Organización Mundial de la Salud fue la primera en constatar el aumento de casos de cáncer y leucemia en la población iraquí en la última década, así como en la población de la antigua Yugoslavia, tras la intervención de la OTAN en 1999. Numerosos soldados que lucharon en la guerra del Golfo de 1991 y en la de los Balcanes han sufrido desde entonces cáncer y deficiencias inmunológicas, lo que pasó a bautizarse como "Síndrome del Golfo".

Cuando un proyectil impacta contra un objetivo, el 70% de su revestimiento de uranio arde y se oxida, volatilizándose en micropartículas altamente tóxicas y radiactivas que pueden ser ingeridas o inahladas y entrar en la cadena alimenticia o en el agua. Así se señalaba en la Conferencia Internacional sobre Uranio Empobrecido celebrada en Gijón en noviembre de 2001.

Sobreexplotación de recursos

Otros trastornos que padece el suelo, el aire y la población sobre la que se hace la guerra vienen causados, por ejemplo, por el transporte masivo de tropas, en este caso, a través del desierto y por los valles de los ríos, erosionándolos.

Y, después de la guerra, cuando los tanques se han ido y las bombas han dejado de sonar, queda la población y poco más. La subsistencia se rige por la ley del más fuerte: si no hay combustible, se cortan los árboles (como ocurrió en la antigua Yugoslavia, donde desaparecieron bosques enteros); si no hay agua, se revientan las fuentes o las tuberías (como ya hemos visto en Irak); si no hay comida, se busca en la Naturaleza. "Tiene lugar una economía de subsistencia, en la que la población sobreexplota aún más los ecosistemas", resume el director de Seo/Birdlife España.

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