Entrevista / Karembeu

Karembeu


Christian Karembeu es un hombre de cultura y tradición. Se siente muy orgulloso de sus raíces. El apodo de filósofo del Real Madrid le sienta como un guante porque sabe cómo tomar los eventos y las dificultades con distancia.

Y distancia es lo que hay en su vida: desde su Nueva Caledonia natal, Karembeu, de 27 años, ha esperado mucho tiempo para llegar a Madrid y jugar con un club que consideraba mítico. Francés de nacionalidad, el perro loco -como le apodaron en Francia- se formó en la primera división con el Nantes, desde donde pasó a la Sampdoria de Italia en 1995. Y de ahí a España. En octubre de 1996, la noticia saltó a los periódicos deportivos: el Real Madrid y el Barça echaban a sus pies sus respectivas camisetas. Al final, Karembeu firmó cuatro temporadas con el Madrid y se embolsó 741 millones de pesetas. Sus goles decisivos en la Liga de Campeones han confirmado el valor de este jugador y le han abierto el corazón de la afición. Son numerosos los adultos y los jóvenes que lo esperan después de los entrenamientos en la Ciudad Deportiva. Hombre de respeto, atiende a todos los que le piden autógrafos.

Karembeu está esperando a que finalice el Mundial para buscar una casa. "¿De qué serviría que se quedara vacía durante los próximos meses?", dice. Pronto su residencia madrileña acogerá a su compañera, la modelo italiana Adriana, y a los hijos que quiere tener con ella.

Pregunta.-¿Qué balance hace de sus cinco meses en Madrid?
Respuesta.-Positivo. Ahora puedo decir que soy feliz. Me gusta entrenarme y jugar con mi equipo. Me encanta vivir aquí. Todo eso tengo que agradecerlo al club.


"A pesar del dinero que se mueve en el fútbol, quedará siempre, en el fondo, el sentido del deporte "


P.-Ahora conoce la presión de la prensa, siempre siguiendo sus movimientos, interesándose por su vida privada. ¿Cómo lo viven sus íntimos y en particular Adriana, su novia?
R.-Somos una pareja tranquila. Cuando estamos juntos el resto del mundo no existe. Queremos vivir nuestra vida y nuestra relación como todos los demás enamorados. No puedo decir que quiera protegerme porque significaría que me pongo encima de los demás. Pero lo que pido a la prensa es respeto.

P.-¿Cómo conoció a Adriana?
R.-Fue hace dos años, en el aeropuerto de Milán. Estaba esperando el autobús que tenía que llevarnos al avión. Había tres entradas abiertas, pero en una de ellas, donde yo estaba, había mucha gente. Llegó Adriana, en la que ya me había fijado. Ella es tan guapa... y tan alta. Por supuesto, entró por la puerta en la que yo estaba y se situó cerca de mí. Intenté hablar con ella en francés, en italiano y al final me enteré que podíamos comunicarnos en inglés. Para seducirla empecé a bromear. La hice sonreír. Ella no sabía quién era, aunque jugaba en la Sampdoria, y yo no supe reconocer en ella la modelo de éxito, ya que ha hecho mucha publicidad en Italia. Después viajamos juntos y así es como empezó nuestra historia de amor, cada día más bella.

P.-Ya tiene una hija de una relación anterior. ¿Cómo consigue criarla en la distancia?
R.-Mi hija Inés es todavía muy pequeña, tiene tres años y vive en Francia con su madre. Hasta ahora confío mucho en la escuela pública. Cuando ella sea mayor le inculcaré mis valores y mi cultura. En cuanto puedo, voy a verla. Me gusta muchísimo estar con ella, jugar, correr, gritar con ella. Son momentos muy privilegiados para mí.

P.-¿Piensa tener más hijos?
R.-Por supuesto. Me haría ilusión ver críos corriendo por mi futura casa de Madrid. Pero por ahora nos concentramos en el trabajo.

P.-Ha dicho que si no hubiese sido jugador le hubiera gustado trabajar en un campo humanitario, en contacto con la gente...
R.-Servir a los demás es servirse a uno mismo. Es un valor fundamental. Pero también hay que ser comprensivo y aprender a entender lo que le pudo ocurrir en el pasado a una persona que se dedica a hacer el mal.


"La música es una parte de mí. Esta pasión tiene que ver con mi cultura y las tradiciones de mi pueblo"


P.-¿Hay alguna causa por la que se interese particularmente?
R.-Hay una enfermedad que se llama el Lock in Syndrome. Te deja como una planta. Vives sin poder moverte ni hablar. La ha padecido alguien cercano a mí. Es terrible porque la persona sigue entendiéndote, tiene un mundo dentro de sí, pero no tiene la posibilidad de comunicarse. Deberíamos aprender a dar mucho más de nosotros mismos.

P.-La música es un ingrediente importante de su vida. Su casa madrileña va a tener un estudio donde tocar...
R.-Sí, para tocar con mis hermanos cuando vengan a visitarme. ¿Sabes que tenemos un grupo? Nos gusta tocar juntos. La verdad es que la música es una parte de mí. Esta pasión tiene también que ver con mi cultura y las tradiciones de mi pueblo. Tenemos danzas sagradas para llamar al fuego, para pescar... Me gusta cantar, tocar y bailar. Mi instrumento preferido es la guitarra.

P.-¿Y la vida con su equipo?
R.-Aunque sepa que existe una competencia entre nosotros, no puedo acostumbrarme.

P.-El Real Madrid es prácticamente el equipo más famoso del mundo, ¿cómo consigue mantener el equilibrio con la presión que hay alrededor de este club?
R.-Vengo de un sitio, Nueva Caledonia, donde la tradición es algo que cuenta. Está basada, sobre todo, en el respeto de los demás. Y esta cultura muy fuerte, a la cual no puedo escapar, me ha ayudado mucho en eso.

P.-Con la vida itinerante que tienen los jugadores de fútbol -una temporada en Francia, en Italia, ahora en España-, ¿cómo se mantiene el contacto con la familia?
R.-Menos mal que existe el teléfono (risas). Les llamo por lo menos una vez por semana.

P.-¿Sufre momentos de soledad o de duda?
R.-Hasta ahora no tengo dudas en lo que hago. Toco madera. ¿Por qué tendría que tenerlas? Lo que soy es mi fuerza. Además, sigo estando abierto a la vida. Si algo no me va bien, sé que siempre podría comenzar de nuevo en otra actividad. Suena terrible, pero la duda es algo que no existe para mí.

P.-Es verdad que antes de jugar al fútbol ha pasado por otros deportes...
R.-Sí, el hecho de que haya pasado por el tenis, el atletismo, el balonmano... me hace más seguro. Mi estado de ánimo es que siempre pienso que puedo ganar, tanto en un deporte colectivo como en uno individual. Esto también me ha llevado al nivel en el que estoy ahora.

P.-Me comentaba que un día que estaba jugando en la escuela le descubrió alguien...
R.-Es una historia un poco extraña. Me descubrió un técnico de la Federación de Fútbol francesa porque jugaba descalzo en la escuela, en el equipo del colegio. Tenía un primo al que le gustaba mucho este deporte. Con mi hermano se puso a fabricarme una falsa licencia para jugar en un club local. Me llevaron a un partido amistoso entre dos equipos. Faltaba un jugador. Yo creía que no podía jugar porque no tenía la licencia. Pero me pidieron que bajase de la tribuna para que le sustituyese. Ganamos el partido y el mismo técnico que me vio jugar en la escuela me recomendó para el equipo de Nantes. Así empezó la historia. Como te decía, en la escuela jugaba descalzo. Cuando empecé a jugar en un club, descubrí el placer de tener un entrenador, un equipo, la facilidad del transporte, las ventajas de una organización...

P.-¿Con todo el dinero que hay alrededor del fútbol, no opina que los jugadores son casi productos?
R.-A pesar del dinero, quedará siempre, en el fondo, el sentido del deporte. Mira, por ejemplo, lo que pasa en Estados Unidos con el sport business (negocio del deporte): han ido más lejos que nosotros. Hay mucho dinero detrás de un equipo como los de la NBA pero eso no impide, todo lo contrario, la existencia de una organización tremenda y de un equipo tan profesional. El dinero, el marketing, el sponsoring, todo esto se queda atrás: el resto es todo deporte. Pienso que eso será la evolución natural del deporte y que tendremos que aprender a vivir con ello, sin más prejuicios. Pero todavía necesitamos años para llegar a este nivel.

P.-Se habla siempre de quién ganará el mundial ¿Quién piensa que lo hará?
R.-Se piensa siempre en países como Brasil, Italia, Inglaterra... Son los equipos que veo, porque ya han ganado el Mundial. Quizá Francia...


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