Cuba, 40 años después

Cuba, 40 años después

EN LA CIUDAD DE BANES, provincia de Holguín, la gente todavía se avergüenza cuando alguien pregunta si éste es el pueblo de Fulgencio Batista. Además del rubor que provoca el nombre del dictador derrocado por las guerrillas de Fidel Castro hace ya 40 años, la mayoría evade cualquier conversación que lo rescate del olvido.

La retórica oficial, a través de los medios de comunicación, cita permanentemente a otras ciudades de la isla por estar relacionadas con figuras o sucesos históricos de la revolución. Banes, situado a unos 800 kilómetros al noreste de La Habana, por ser el pueblo donde Fulgencio Batista nació y vivió parte de su juventud, apenas aparece en la prensa revolucionaria. Los habitantes del lugar tratan de curarse este estigma borrando el pasado de la memoria.

A menos de 100 kilómetros de Banes, por el contrario, en la entrada de la carretera que conduce a la comunidad de Birán, hay una gigantesca valla publicitaria con los grados militares del comandante en jefe de la revolución y una frase que dice: "Sitio Histórico de Birán". Se refiere a la casa donde nació Fidel Castro.

La carretera que lleva a la vivienda de los padres del comandante está mejor asfaltada y tiene menos baches que las calles de La Habana.

La antigua hacienda del gallego Ángel Castro, el padre del líder de la revolución, está construida en el paisaje deslumbrante de una explanada junto a las faldas de la Sierra Maestra. Una cadena y la vigilancia de dos soldados del Ministerio de Interior impiden el acceso de los visitantes que no están autorizados.

"Ustedes son los primeros periodistas de prensa extranjera a los que se les permite entrar en este lugar", dijo Alcides Leyva, director del Sitio Histórico, mientras nos llevaba, junto con el historiador del lugar, a recorrer el caserío.

Hay flores recién cortadas en la tumba de mármol blanco de Ángel Castro (1875-1956), nacido en Lugo, y de Lina Ruz (1906-1963), provincia de Pinar del Río, Cuba. Él ya era un hacendado próspero cuando formó pareja con la joven Lina, que procedía de una familia de braceros pobres.

El gallego Castro, además de la casa familiar, estableció en el lugar todos los servicios básicos necesarios en una comunidad. Uno de ellos era la Escuela Rural Mixta nº 15 a la que Fidel Castro comenzó a asistir a los cinco años de edad. En el interior de la escuela, los pupitres, el pizarrón y el mapamundi son los mismos que conoció el jefe guerrillero en su infancia.

La casona de la familia Castro, en su interior, conserva todo el mobiliario original. En la sala, además de los sillones y butacas hechos con madera de caoba, hay un televisor marca Crasley del año 1954 que todavía funciona. Encima de la mesa hay dos fotos, en blanco y negro, debidamente enmarcadas. En una de ellas aparece Ángel Castro montado sobre un caballo blanco, con polainas y sombrero. Tiene el rostro serio y la mirada del hombre habituado a dar órdenes. Hay en su pose fotográfica una declarada arrogancia. El gallego Castro llegó a la zona sin tener un centavo y cuando se tomó esta foto era un hacendado de fortuna.

EL TERRATENIENTE

"El viejo Castro", dijo Miguel, el historiador encargado de satisfacer la curiosidad de los visitantes, "invertía su plusvalía en favor de los comuneros". A poca distancia del perímetro del caserío están las rústicas chozas o bohíos hechos con tablas y hojas de palma donde vivían los jornaleros haitianos que trabajaban en la finca. A ellos la plusvalía parece que nos les beneficiaba mucho. En la otra foto, la cubana Lina Ruz, vestida de blanco, joven y atractiva, muestra una sonrisa que hace frontera entre la timidez y la melancolía. En la banda izquierda de la casa estaba la habitación de las cuatro hijas del matrimonio Castro-Ruz y, a la derecha, en otro cuarto, una cama para el hijo mayor, Ramón, y otra que compartían Fidel y Raúl.

Fidel Alejandro Castro Ruz nació a las dos de la madrugada del 13 de agosto de 1926 y, al igual que sus hermanos, durmió en la cuna de hierro que hoy todavía está al pie de la cama de los padres. Cuentan que el gallego Castro estaba convencido de que el hijo que respirase en los dos primeros años el aire que entraba en su dormitorio "tenía que ser un niño fuerte e inteligente".

El terrateniente Castro murió en el año 1956 y con ello se ahorró el disgusto de despertar en su aireada habitación con el olor dulzón de la caña de azúcar quemada, cuando, posteriormente, su hijo Fidel mandó a su tropa guerrillera incendiar las plantaciones del padre para darles un ejemplo a los ricos de que no permitiría producir riquezas que beneficiaran a la dictadura. Fidel Castro, hijo de padres ricos, entregó el patrimonio familiar y su vida al apostolado revolucionario en favor de los pobres y a ejercer una infatigable cruzada ideológica contra Estados Unidos. Batista, en cambio, nació en una familia marginada en la extrema pobreza, pero cuando se fugó de Cuba en la madrugada del 1 de enero de 1959, ante el inevitable triunfo del ejército rebelde de Castro, era el hombre más rico de la isla y ferviente protector de los intereses económicos y políticos de los norteamericanos. De su vida en Banes no queda huella alguna. En la carretera con rumbo a Banes, al igual que a lo largo y ancho de la isla, hay grupos de personas a la espera de que algún vehículo les haga favor de darles un aventón. No hay transporte público local. Intentar un viaje a La Habana en ómnibus, requiere mayor cantidad de horas que volar a Madrid. A Dalia Pérez, que cargaba un niño de dos meses, la recogimos a unos 20 kilómetros de Banes y al preguntarle sobre la vida cotidiana la definió con dos palabras: "Tremenda miseria". Su esposo es chófer y tiene un salario mensual de 1.100 pesetas. "Con ese dinero la familia no puede comer todo el mes", dice. Pero Dalia y su bebé no tienen la estampa de las personas subalimentadas. A su vez, madre e hijo visten ropas limpias y bien cuidadas. Para sobrevivir, dijo, "hay que inventar". Esa misma frase se la escuchamos decir a todos los cubanos y las cubanas con los que hablamos en diferentes provincias. La palabra "inventar" simplifica la extensa lista -que llenarían un volumen de 400 páginas- de recursos del ingenio que se aplican en un país donde el salario es en pesos y el consumo básico en dólares.

En las calles de Banes, la mayor parte de los transeúntes visten ropas y zapatos adquiridos en la shooping (tienda de dólares). Roberto, dueño de uno de los tres paladares (restaurantes privados) de la ciudad, comenta: "Aquí circula mucho dinero, aunque no lo parezca. El problema es que la gente se cuida de mostrar que tiene dinero".

UN BARRIO ELEGANTE

De los 89.730 habitantes que tiene Banes, el 90% tiene familiares exiliados en Estados Unidos que les hacen llegar remesas de dinero que les permiten "escapar" de las severas restricciones de consumo que garantiza el Estado a través de la libreta de abastecimiento. La compañía norteamericana United Fruit Company adquirió sus primeras hectáreas de tierra en la zona de Banes al poco tiempo de terminar la guerra del año 1898. En los años 50, era el principal propietario de la región y construyó en el pueblo un barrio con elegantes casas de madera y jardines para los empleados norteamericanos y los cubanos que trabajaban para la compañía.

Abel Tarragó, 60 años, habita en una de ellas. Su casa, como todas las otras, tienen el mismo paisaje del deterioro. Abel comenzó trabajando de sirviente en el hospital de la United y después logró hacerse enfermero. De aquel pasado, Abel contó que algunos cortadores de caña de azúcar que trabajaban para la compañía, como sólo ganaban dinero durante los tres meses que duraba la cosecha, al terminar la misma, se cortaban un dedo con el machete para cobrar el seguro por accidente de trabajo que les pagaba la United. Con el dinero cobrado vivían los largos meses de inactividad laboral al que llamaban tiempo muerto.

La revolución cubana, al comienzo, fue como un cuento de hadas. Las hadas, en este caso, tenían barbas, uniformes verde oliva y fusiles. Pero todos los cubanos, pobres o burgueses, blancos o negros, festejaron con igual alegría el hecho de que la revolución tomara el mando político de la isla.

Sólo Fidel Castro y un reducido grupo de sus más fieles allegados sabían que de aquella generalizada alegría de la victoria, 1 de enero del año 1959, la gente adinerada, en pocos meses, pasaría a odiar a muerte a los barbudos.

El primer Gobierno que se constituyó era una coalición, entre figuras de la burguesía, que se oponían a Batista, y del movimiento revolucionario. Esta coalición respondía a una necesidad táctica prevista por Castro que fue nombrado por ese mismo gobierno, el 2 de enero, comandante en jefe del Ejército.

LA HABANA

la primera medida que tomó -el 6 de enero- cuando todavía se encontraba con su columna guerrillera en la ciudad de Santa Clara, fue decretar que el derrotado ejército batistiano sería sustituido por su ejército rebelde. Castro sabía que para mantener la revolución necesitaba tener un ejército fiel.

El apasionado recibimiento que le ofrecieron cientos de miles de personas cuando entró en La Habana, el 8 de enero, demostraba que ya entonces Fidel Castro era el hombre de máximo poder en Cuba.

Al mes y cuatro días de haber llegado a La Habana, Castro ya ocupaba el cargo de primer ministro. A una velocidad de vértigo aplicó leyes para nacionalizar y expropiar todas las propiedades norteamericanas en la isla e incluso las de los capitalistas cubanos. Al mismo tiempo, se ganó el apoyo popular al rebajar las tarifas telefónicas, las de electricidad y los alquileres de viviendas.

Del mismo modo, ejecutó la primera Ley de la Reforma Agraria para acabar con los latifundios. En la hacienda de su padre, en Birán, incautó a su familia 777 hectáreas y otras 9.712 hectáreas que los Castro tenían arrendadas permanentemente en haciendas azucareras vecinas de propiedad norteamericana.

A su madre, Lina Ruz, el Gobierno revolucionario le respetó la propiedad de la casona familiar de Birán hasta su muerte en el año 1963. El lugar ahora pertenece al Consejo de Estado -máximo órgano ejecutivo del Gobierno- del cual Fidel Castro es su presidente. El histórico caserío de Birán, según fuentes oficiales, pasará a ser un destino turístico donde los visitantes pagarán la entrada en dólares.

Las consecuencias del radical exterminio que aplicó la revolución contra la propiedad privada hace 40 años todavía se perciben en la vieja carretera central. Cuando Castro la recorrió de Santiago de Cuba a La Habana, en cinco días, arrullado por el pueblo como un héroe mítico, el viajero tenía muchas opciones para comer y beber, descansar o reparar su automóvil.

PAN CON CROQUETA

Ahora, en esa misma ruta, sólo hay distantes oasis que venden comida en dólares. En los pueblos por donde pasa la carretera, para los cubanos que sólo tienen pesos, hay chiringuitos privados a los que sólo les está autorizado comercializar comidas ligeras como el bocadillo de pan con croqueta.

En uno de esos oasis, a la salida de la ciudad de Holguín, tres mujeres que están sentadas en una mesa, por la vestimenta colorida, las cadenas de oro al cuello y los adornos de bisutería que llevan en el cabello, tienen la clásica estampa de vivir en Miami.

"Qué va, solavaya, no somos de Miami", contesta Elena, la mayor de las tres mujeres. Las otras dos eran sus hijas y una de ellas, que es médico, había llegado de Sudáfrica donde está cumpliendo una "misión internacionalista". "Ella nos trajo de regalo toda esta ropa" explica la madre que todavía ejerce como maestra. Elena se califica como revolucionaria y culpa al bloqueo norteamericano como el causante de toda la escasez material que padecen los cubanos. A ella, como a muchos otros, el desarrollo educacional de la isla en estos 40 años le parece suficiente argumento como para seguir siendo fidelista.

Un médico, como la hija de Elena, tiene un salario equivalente a unos 20 dólares mensuales. El reducido nivel adquisitivo que ofrece ese salario es una de las causas que está incidiendo en el deterioro de la calidad de la salud píblica en la isla. El hecho de ir a trabajar a un país como Sudáfrica para una doctora cubana equivale a ganar la lotería. Es la única posibilidad que tiene para mejorar, temporalmente, la calidad de vida de su familia.

El programa informativo estelar de la emisora de Radio Rebelde, Haciendo Radio, durante dos días ha tenido como principal tema editorial el conflicto de las croquetas explosivas. Numerosos oyentes han reportado a la emisora que al colocar en la sartén la ración de croquetas, que "les toca" por la libreta de abastecimiento, estallan como cohetes. Los locutores del programa interrogan a un funcionario del Ministerio de la Industria Alimentaria para encontrar la causa de las "explosiones croqueteras" que están perjudicando al "pueblo revolucionario".

En el centro histórico de la ciudad de Camagüey, en la puerta de una carnicería hay una fila de cinco ancianos, con bolsas de nailon en las manos, que esperan su turno para adquirir la cuota de masa de las polémicas croquetas.

En cierto modo, la carnicería y su paciente clientela componen una estampa que no encaja en el escenario de una arquitectura colonial que habla de prosperidad y placer de vida. Por las calles camagüeyanas transitan mayor número de bicicletas que de coches. A diferencia de otros sitios, en esta capital de provincia nadie aborda a los turistas para pedirles una moneda o tratar de venderles una botella de ron o una caja de puros. En el parque de una calle principal, tres jóvenes discuten por qué los cubanos, aun cuando tengan el dinero, no pueden alquilar una habitación en un hotel del turismo extranjero.

En La Habana que acogió a Fidel Castro, el 8 de enero de 1959, con una salva de aplausos y gritos libertarios, lo único que se mantiene intacto después de 40 años revolucionarios es el espectáculo de los atardeceres del malecón. La capital de la isla, vista a vuelo de pájaro, es un paisaje de ciudad herida por un desamparo material de 40 años. El mal estado de más del 50% de las viviendas, es su conflicto más amenazante.

Su reingreso en la economía real a través del dólar, al menos la ha permitido recuperar tradicionales espacios para el divertimento que le dieron fama en otras épocas de ciudad noctámbula y bailadora. Al mismo tiempo, hacia el oeste de su geografía está emergiendo una Habana de negocios y descontaminada del lenguaje ortodoxo importado de un socialismo soviético ya desaparecido.


CRONOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN

1 de enero de 1959. El Che Guevara y Camilo Cienfuegos son los primeros rebeldes en entrar en La Habana. Fulgencio Batista, el hombre que instauró la dictadura con un golpe de Estado el 10 de marzo de 1952, huye en avión hacia Santo Domingo.
16 de febrero de 1960. Fidel Castro es nombrado primer ministro. Declara la continuación de la revolución y aprueba la reforma agraria. Cuba se aproxima a la zona de influencia soviética y John Fitzgerald Kennedy, presidente de Estados Unidos, decreta el bloqueo total de las mercancías que tengan como destino Cuba.
17 de abril de 1961. 1.500 mercenarios anticastristas desembarcan en la Bahía de Cochinos con intención de llegar a La Habana. Castro había anunciado el día anterior la intención de crear el primer Estado Socialista de América Latina. 1962. El año de la "crisis de los misiles". Un conflicto nuclear está a punto de desencadenarse en el mundo.
2 de octubre de 1965. Se funda el Partido Comunista Cubano.
Octubre de 1967. El Che Guevara cae prisionero en Bolivia y es asesinado el día 9. Tenía 39 años.
1968. Fidel castro apoya la invasión soviética a Checoslovaquia y soluciona los malentendidos con la Unión Soviética.
1975. Primer congreso del PCC.
1989. Mijail Gorbachov, presidente de la Unión Soviética, visita Cuba.
Octubre de 1992. Estados Unidos aprueba la Ley Torricelli para limitar el comercio con Cuba de terceros países.
Enero de 1998. El Papa Juan Pablo II visita Cuba.


Reportaje

Fotografías



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