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Después de 15 días de estancia en el centro de retiros O Sel Ling (que en tibetano significa "Lugar de luz clara"), situado a 1.600 metros de altitud en las estribaciones de La Alpujarra granadina, en el rostro de Carmen se dibuja la sonrisa apacible de Buda.

"Tu cara es feliz ahora", corrobora con su inglés parvulario el lama Chime, un duende sereno cuya humilde presencia llena de espiritualidad esta pequeña residencia.

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NOMBRE: Luis Morente. EDAD Y LUGAR DE NACIMIENTO: 47 años, Madrid. PROFESIÓN: abogado y profesor de derecho. ESTADO CIVIL: separado. PRIMER ENCUENTRO CON EL BUDISMO: Nepal, 1993. BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN: "afronto de forma más serena los problemas, transmito mayor confianza a mis clientes, soy menos egoísta y más solidario. Liberarme del "ego" me hace más libre". MAESTRO: Orgen Trledorye. NOMBRE: Paloma Alba (o Tenzin Chory). EDAD Y LUGAR DE NACIMIENTO: 46 años, Madrid. PROFESIÓN: era enfermera y ahora dirige el centro O sel ling. ESTADO CIVIL: soltera. PRIMER ENCUENTRO CON EL BUDISMO: Ibiza, 1984. BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN: "tengo la mente más clara y soy más comprensiva. Mi fe no es ciega, está basada en la razón. He mejorado la relación con mi familia". MAESTRO: Lama Zopa.

El centro, orientado a la práctica de la meditación en soledad, está dirigido por una monja budista española, Paloma Alba, y en él residen unas diez personas, además de una vaca, una gata y tres perros bautizados con nombres tibetanos. Desde la atalaya de este antiguo cortijo se divisa el Mulhacén nevado y los pueblos blancos del valle, Capileira, Pampaneira y Bubión, donde nació el niño Osel Hita Torres, la reencarnación del lama Yeshe. En los días despejados también se distinguen en el horizonte las montañas del Rif de Marruecos. El aire es puro y sólo los cencerros lejanos de un rebaño de ovejas ponen música al silencio otoñal. Entre la maleza se alza la estupa, el típico monumento budista que simboliza el camino hacia la iluminación.

Carmen, una extrovertida cordobesa de 30 años, traductora de cuatro idiomas y directora de un conservatorio de música donde imparte clases de solfeo, llegó con el gesto sombrío, 150 pulsaciones por minuto y el corazón encogido por la angustia y el estrés. Un informe psicólogico que hablaba de "trastorno mixto ansioso depresivo por excesiva y continuada carga laboral" le ha obligado a dejar temporalmente su trabajo. "Yo no soy budista", aclara. "Pero estoy aquí porque necesitaba parar en seco, aislarme del teléfono móvil, del coche, del ruido y de las prisas. Siempre he sido muy activa, podía con todo y todo lo hacía bien, pero poco a poco empecé a notar que mi mente iba más lenta. De pronto olvidaba cómo se traducía la palabra inglesa game al español, no acertaba a tocar unas simples notas de piano, interrumpía mi clase porque me quedaba en blanco... Me decía: ¿seré imbécil? Y me echaba a llorar. Me trataron de gastroenteritis, insuficiencia renal e insomnio. Todo esto se juntaba con que estaba en trámites de separación. Además, venía arrastrando cierta obsesión con la muerte. En sólo tres años mi primo se suicidó, mi mejor amiga y mi tía murieron de cáncer, una compañera de trabajo se ahogó en la riada de Biescas, mi padre sufrió aneurisma de aorta... Frente a tanta tragedia, yo intentaba vivir intensamente, sin concederme un tiempo para reflexionar".

Conoció el centro O Sel Ling ("Joselín", traduce ella al andaluz) por recomendación de una amiga y decidió hospedarse por 3.500 pesetas al día en una de las diez diminutas casas de meditación. Construidas de piedra y pizarra, disponen de lo imprescindible: cama, cocina, estufa de leña para el invierno y un altar. Cualquier persona que acude a encontrarse consigo misma, sea o no practicante, se compromete a cumplir los cinco preceptos básicos del budismo: "No matar (ni a personas ni animales), no robar, hacer buen uso de las palabras (no mentir, no criticar, no hablar sin fundamento), no tener relaciones sexuales incorrectas (de las cuales pueda derivarse el sufrimiento de terceras personas) y no tomar sustancias que intoxiquen nuestra mente", recuerda Carmen. Con la práctica de la meditación y la lectura del libro Corazón abierto, mente lúcida, de la monja budista norteamericana Thubten Chöndron, ha aprendiendo a relativizar los problemas, enfocando de forma más precisa la realidad. Ahora se siente más despierta. "Sólo temo volver a enfrentarme con la civilización", añade.

En una de las cabañas de O Sel Ling, la llamada Buda Cave (Cueva de Buda), llegó a hospedarse Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama. En Dharamsala, en la India, donde está exiliado desde su huida de Lhasa en 1959 tras la invasión china del Tíbet, se van a celebrar tres importantes aniversarios del 4 al 10 de diciembre: los 60 años de su entronización como líder espiritual del Tíbet (la fecha exacta es el 22 de febrero de 1940), los 50 de su elección como jefe de Gobierno y el undécimo de la concesión del Nobel en 1989. "Dalai Lama tiene una agenda muy apretada. Estos días tenía un hueco libre, por eso se decidió concentrar las tres conmemoraciones", señala un responsable de la organización. Será una magnífica ocasión para que el "papa moderno" propugne una vez más la "revolución interior" budista.

Con 400 millones de seguidores, la religión fundada hace 2.500 años por el príncipe de Siddharta es hoy la cuarta del mundo tras el cristianismo, el islamismo y el hinduismo. Como señala Thubten Chöndron en su libro, "describe nuestros sufrimientos, sus causas, el camino para liberarnos de ellos y el estado resultante de gozo una vez que cesan todas las experiencias indeseables. Es una aproximación a la vida que ayuda a actuar eficazmente y de forma compasiva. Contiene prácticas que remedian nuestras actitudes perturbadoras y los problemas cotidianos".

A partir del siglo XX encontramos influencias budistas en filósofos y escritores como Nietzche y Schopenhauer. Entre los intelectuales más sensibles a la voz de Buda figuran poetas norteamericanos de la famosa Beat generation de los años 50, encabezados por dos apasionados del zen, budismo procedente de Japón: Ginsberg y Kerouac.

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Las tareas están repartidas en el centro budista o sel ling de Granada. En la imagen, el inglés Steve Milton, de 26 años, prepara un té de mil aromas para la comunidad. De 7.30 a 8 horas de la mañana, justo antes del desayuno, tiene lugar la meditación en la "gompa", decorada con representaciones de buda y pinturas tibetanas o "tancas".

Pero la nueva "conciencia religiosa" emerge a mediados de los 60 ligada a la crisis del "estilo de vida americano" en Estados Unidos y de la "sociedad burguesa" en Francia, sacada a la luz con las revueltas estudiantiles de mayo del 68.

En España, el mensaje de Buda llegó tarde, tras la muerte de Franco, y empezó a escucharse a partir de 1977 en Ibiza gracias a dos maestros espirituales tibetanos, los lamas Yeshe y Zopa (en los 80 llegaría Kalu Rimpoché), invitados por un grupo de estudiantes que lograron contactar con ellos en Nepal.

Al abrigo de su biblioteca, María Giralt, una apacible mujer de 83 años, casada con un ex senador del PSOE que fue embajador en Estrasburgo, recuerda con agrado aquellos ocho días que marcaron su vida: "Mi hermano vivía en Ibiza y, como sabía de mi interés por la filosofía oriental, me animó a conocer a los lamas. En una masía montaron la gompa, una burbuja de plástico que servía de lugar de meditación. Yo debía ser la única persona mayor con seso entre tanto hippie, aunque conecté muy bien con esa gente. Era agnóstica desde hacía tiempo y, aunque me eduqué en un colegio de monjas francesas, la religión católica no me ayudaba a resolver ningún problema vital".

María nunca había conocido un ser tan bondadoso como el lama Yeshe. "Sus palabras me tranquilizaron. Decía que la ira, el apego y la ignorancia son las principales causas del sufrimiento humano, que todo en la vida es perecedero, que la felicidad está en cada uno de nosotros... Se me deshicieron muchos nudos mentales. Desde entonces, empecé a ser más consciente de lo que hacía y a apreciar más la belleza del mundo y el encanto de la gente".

Hace unos años, el arzobispo de París le preguntó al Dalai Lama: "¿Por qué nos robáis tantas almas?" Y es que en Francia existen unos 200 centros de meditación con unos 15.000 practicantes, conocen la doctrina unos 150.000 y reivindican el budismo "como una religión a la que uno se siente más cercano" otros cinco millones. El hecho de que en nuestro país no sea una religión de "reconocido arraigo" explica que no exista un censo oficial de practicantes. Antonio Mínguez, presidente de la Federación de Comunidades Budistas de España, creada en 1990, se muestra cauto a la hora de dar cifras. "La federación cuenta con unos 3.000 socios, y se estima que hay alrededor de 20.000 simpatizantes. La asistencia a los centros ha aumentado un 30% desde 1995". El budismo tibetano (y dentro de éste las escuelas históricas kagyupa y gelogpa, a las que pertenece el Dalai Lama) ha ido ganando terreno al budismo zen. "La práctica zen es más silenciosa, sobria, sin artilugios, mientras que la tibetana es más litúrgica, coral y religiosa. No obstante, ambas comparten una misma doctrina", aclara el primer maestro zen de España, Dokusho Villalba, cuya misión es enseñar "a que las personas lleguen a comprenderse a sí mismas".

Repartidos por todo el territorio nacional hay unos 25 centros de dharma (enseñanzas de Buda). Entre los principales santuarios, situados en entornos naturales, destacan Dag Shang Kagyu (Huesca), Luz Serena (Valencia), O Sel Ling (Granada), Korlo Dompa (Murcia), Tushita (Girona) y Sakya Tashi Ling (Sitges). Gracias a películas como El pequeño Buda, de Bernardo Bertolucci, Siete años en el Tíbet, de Jean-Jacques Annaud o Kundun, de Martin Scorsese, el gran público empieza a diferenciar al menos a un budista de un harekrisna. "La gente que se acerca por primera vez a un centro suele tener de 30 a 40 años, es inquieta, con formación universitaria y les ha llamado la atención un libro sobre budismo. Muchos pertenecen a alguna ONG y tienen cierta predisposición al pacifismo y a la vida natural. La mayoría busca liberarse de una vida acelerada por la vía de la meditación", subraya Mínguez.

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Situado a 1.600 metros de altitud en las estribaciones de la Alpujarra granadina, desde esta atalaya se divisa el pico mulhacén y los pueblos del valle. El vallisoletano David Arias, de 27 años, se gana la vida por europa representando en las calles a un robot sin pilas. En o sel ling trabaja como voluntario.

Según Luis Morente, un abogado de 47 años con bufete propio que está especializado en asesorar a grandes empresas, "en el fondo todos buscamos un camino para ser más felices". Acaba de practicar la meditación shiné en un centro kagyupa madrileño tras una jornada agotadora de trabajo. "Me relaja mucho", asegura. Y hay que creerle, porque transmite una paz interior contagiosa. Educado en un colegio religioso, a los 16 años dejó de ir a misa porque el catolicismo le suponía un "exceso de petición de fe". También es profesor de posgrado en la Universidad Politécnica de Madrid y amante del alpinismo. Hace siete años viajó a Nepal. "Allí comprobé que la gente que practicaba budismo, aun siendo pobre, era mucho más feliz que yo, y eso que todo me iba bien. Intuí un nexo entre la felicidad y la práctica budista y decidí tirar por ese camino".

Hay quien se extraña de que un ejecutivo como Luis medite en posición de loto sobre un cojín. Él, que fue profesor de taekwondo y tocó la guitarra en un grupo heavy, Groenlandia, asegura que tras practicar el budismo sigue siendo un tipo "asquerosamente normal". "Eso sí, en mi trabajo, por ejemplo, afronto de forma más serena los problemas y pienso más en dar soluciones que en mi propio beneficio. Ahora colaboro con varias ONG's y ayudo a dos familias sherpas, aunque esto sea una gota en el océano. La compasión conduce a la solidaridad". La idea de que hay que desprenderse de los apegos le ha ayudado a sobrellevar mejor su separación matrimonial. "El budismo no cura el dolor de forma automática, no es una medicina gratis, pero te ayuda a comprender por qué estás sufriendo, a tomar las riendas de tu vida". Controla más las situaciones conflictivas e inspira más confianza a sus clientes. "Me cuesta trabajo enfadarme", asegura.

John Lennon dijo con la lucidez de un buda que la vida es lo que sucede mientras nos ocupamos de otras cosas. La periodista Luz Rodríguez, de 49 años, ex corresponsal de Radio Nacional de España, estaba ocupada en demasiados asuntos cuando decidió cambiar de vida. "Mientras cubría los prolegómenos de la Guerra del Golfo desde Estados Unidos, entre crónica y crónica empecé a leer Shambala: la senda sagrada del guerrero, de Chögyam Trungpa, del que me habían hablado unos amigos que trabajaban en el Congreso de Washington. Fue llegar a la página diez y encontrar la vía espiritual que andaba buscando", recuerda esta vitalista divorciada que, aunque criada en una familia católica, apostólica y romana, siempre desdeñó la idea de tener fe: "Los seres humanos necesitamos comprender".

PERFECCIÓN ESPIRITUAL. La búsqueda del reino de Shambala recuerda al mito occidental del paraíso terrenal, un continente imaginario de perfección espiritual. La mayoría de los tibetanos están convencidos de su existencia real, donde viven los seres despiertos que han alcanzado la sabiduría. Luz llevaba 15 años practicando yoga, pero la lectura de aquel libro le abrió definitivamente los ojos. Tras aprender meditación, decidió dejar el periodismo "por evolución personal". Ahora organiza cursos en un centro Shambala de Madrid, donde las enseñanzas están más adaptadas a la cultura occidental. "Más que a resolver problemas, la gente acude aquí a reorientar su vida".

Una avispa se posa en la mano del lama Chime. Sin alterarse, sonríe y sale a la calle hasta que el insecto echa a volar. En el centro de retiros O Sel Ling la armonía se aprecia en detalles cotidianos como éste. Hoy toca despedida. Todos van a echar de menos el cuscús (variedad vegetariana) y la lasaña de espinacas y champiñones de Pepe Serrano, hasta ahora encargado de la cocina.

Soltero de 35 años, prepara un viaje a la India. Su deseo es recorrer durante cinco meses los lugares de peregrinaje de Buda. No puede disimular su tristeza al dejar su "casa". Son cuatro años, pero intenta animarse: "Va a ser maravilloso. Dicen que vuelves `tocaíllo', como cambiado". Natural de Pedro Martínez (Granada), empezó a preguntarse por el sentido de la vida tras la muerte de su madre. No lo ha superado del todo, pero la idea de la impermanencia budista le consuela. "No es bueno aferrarse ni a los objetos materiales, ni a las personas, ni a tu propia existencia".

Paloma Alba, la directora de O Sel Ling, dio un paso más. En 1986 fue ordenada monja por el Dalai Lama en Dharmasala. Desde entonces también se llama Tenzin Chory, su nombre tibetano. De la bata blanca de sus tiempos de enfermera en un hospital de Valencia ha pasado a vestir su hábito color azafrán, que significa renuncia. Antes de la muerte de Franco llegó a militar en partidos de izquierdas, pero acabaron decepcionándole las personas. Ya entonces pensaba que "la revolución no puede hacerse si no hay una revolución interior". A los curas les preguntaba qué era eso de la Santísima Trinidad..., y nada. Así que inició una búsqueda espiritual junto a su novio, interesado como ella en las religiones orientales. En un viaje a Ibiza, en 1984, les llamó la atención el anuncio de un curso dirigido por un lama tibetano. "Al principio nos pareció un poco snob, no pegaba mucho un lama con los hippies y la marcha de Ibiza, pero sus palabras nos tocaron el corazón". El encuentro fue el detonante de un viaje a la India. "Él se hizo monje antes que yo". ¿Y su relación sentimental? "No me interesaba vivir en pareja, había ido bien y sabía hasta dónde podía llegar; ni tampoco el matrimonio, ni los hijos". Hay varios grados de ordenación. "Yo estoy en el de 36 votos", prosigue Paloma. "El máximo son más de 300, pero en el nivel en el que estoy puedo llegar a la perfección absoluta: tener la mente completamente liberada. Se trata de evitar, a través de la mente o el cuerpo, hacer el mal". Y eso... ¿No es reprimir los sentidos? "No, cuando hay comprensión hay libertad. El atleta olímpico necesita entrenar, seguir una dieta para cumplir un objetivo. Lo que dejas de lado es porque no te interesa". La comprensión ("ser responsable de lo que te está pasando") es precisamente lo que le ha acercado a sus católicos padres, con quienes mantenía una relación distante y conflictiva. "Es evidente que puedes transformar tu entorno en la medida en que te transformas tú". Cabe preguntarse si una monja budista duda en continuar o no su camino. "No tengo problemas. Mi fe no es ciega, está basada en la razón y en la experiencia".

EL SENTIDO DE LA VIDA. Pero también hubo quien abandonó. Juan Manzanera fue monje budista durante 12 años y en la actualidad imparte cursos de meditación y trabaja como psicoterapeuta en Madrid. En su libro El placer de meditar cuenta que en la adolescencia se quedó enganchado al sufrimiento existencial de no saber qué sentido tenía la vida. Cuando descubrió que iba a morir y que no estaba viviendo de verdad, dejó la carrera de ingeniero industrial, huyó de un ambiente familiar asfixiante y empezó a viajar por Europa. En 1979 contactó con el lama Yeshe en Nepal y empezó a sentir una tremenda paz que le conmovió. En 1981 se ordenó monje. Pero su camino no estuvo exento de crisis de fe: "Me preguntaba si había valido de algo tanto estudio y meditación. Todo mi pasado se me echó encima y lo sentía todo absurdo y vacío". De 1991 a 1993 fue el tutor occidental del lama español Osel Hita en el monasterio de Sera, en la India. "Un niño te exige cariño y atención. Y yo como monje me exigía desapego y aislamiento. Esta experiencia me sirvió para reconocer mi necesidad de afecto. Sentí que quería ser uno más". En 1993 devolvió los votos de monje. Regresó a Madrid y empezó una nueva vida. "Con la psicoterapia he descubierto mis miedos al contacto y a la entrega y he entendido que una parte de mi camino espiritual había sido una huida".

En el arte de vivir en el nuevo milenio, el Dalai Lama apunta una verdad iluminada: "Todos y cada uno de nuestros actos y, en cierto modo, toda nuestra vida, se puede contemplar como nuestra respuesta individual al interrogante que nos espera a todos: ¿Cómo lograré ser feliz?".

> Glosario del budismo zen

Esta religión en España en: http://www.arrakis.es/~jp.arroy/;."El budismo en Occidente" (Seix Barral), de Frédéric Lenoir; "El zen entre cristianos" (Herder), de Hugo M. Enomylla Lassalle; "El monje y el filósofo" (Urano), de J. F. Revel y M. Ricard; "El placer de meditar" (Dharma), de Juan Manzanera.

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