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sábado, 21 de junio de 1997
barcos

MARQUISES 56. Uno de los astilleros que más se ha especializado en los catamaranes, Fountaine Pajot, construye uno pensado para cruceros de gran lujo y de larga duración por el mar Caribe o el Pacífico

Un catamarán de cinco estrellas
En los últimos cinco años se han construido 25 unidades de este modelo
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GERARDO ORTIZ YRURETA

Hace ahora 20 años, Jean-François Fountaine e Yves Pajot decidieron unir sus esfuerzos e iniciar una aventura empresarial de gran dificultad. El primero de ellos, regatista de los grandes catamaranes Charente Maritime y Royale -triunfadores de las históricas carreras oceánicas de los 80- y Pajot, campeón olímpico, apostaron por el catamarán de crucero. Sus resultados al día de hoy son las más de 550 embarcaciones de este tipo, fabricadas en su astillero de La Rochelle, que navegan alrededor del mundo bajo todo tipo de banderas.

Diseñado por Jean Berret, el barco almirante de la empresa reúne, entre sus 17,2 metros de eslora (longitud) y los 8,15 metros de manga (anchura), toda la astucia del especialista en multicascos francés y toda la experiencia acumulada por el astillero a lo largo de los años. Su programa de navegación se planteó indistintamente para las empresas de alquiler y los propietarios privados, ofreciendo una distribución interior y una planificación del trabajo en cubierta sin estridencias ni innovaciones de dudosa efectividad, dentro de los más estrictos cánones de diseño de este tipo de barcos.

La sala de cubierta se divide en salón-comedor y bar compuesto de gobierno interior.

El casco y la cubierta han sido construidos en sandwich de fibra de vidrio. Además, se proyectaron unos alerones laminados para lograr mayor estanqueidad y una más fácil reparación en caso de impacto. Su equipamiento incluye: palo, velas, electrónica, etcétera, de las mejores marcas del mercado, con la confianza que inspiran al haber sido muy probados en los últimos años.

La forma de navegar en estos grandes barcos en determinadas condiciones, como la de los vientos estables en rumbos abiertos, recuerda en cierto modo a los ferrocarriles turísticos de la vieja Europa. Los 160 metros cuadrados de superficie vélica, repartidos entre una mayor de sables forzados -que mantienen la vela dispuesta incluso con muy poco viento- y la génova con enrollador (ambas de muy fácil manejo), facilitan la navegación, a pesar de que el catamarán tiene un desplazamiento (peso) de 13 toneladas en vacío, y logran que se obtengan medias de velocidad de alrededor de 10 nudos con vientos de fuerza 5/6.

En las maniobras a motor y en los momentos en que se hace imprescindible navegar apoyado por los dos propulsores diesel -de 48 caballos de potencia y situados en cada uno de los cascos del catamarán- al 75% de esa potencia, se logra una velocidad de crucero de 8,5 nudos con un consumo relativamente bajo. El barco cuenta con un grupo electrógeno que proporciona la suficiente energía en todo momento para los distintos aparatos, así como electrónica de navegación y de ocio. En cuanto a reparaciones y averías, el astillero, consciente de la dificultad de encontrar repuestos en las zonas del globo en las que de forma habitual navega el Marquises, ha simplificado su mantenimiento.

Navegación estable.

Aunque parezca un contrasentido, uno de los grandes atractivos de los grandes catamaranes es la posibilidad de producir una navegación estable en toda circunstancia, gracias a la gran plataforma que forman sus dos cascos, y a pesar de tener una altura de techos desacostumbrada. Es tal la estabilidad que se logra en el Marquises que puede llegar el momento en que sus pasajeros añoren ese balanceo e incomodidad propios de un monocasco de su misma talla.

El gran salón de cubierta, al que se accede desde la terraza sin necesidad de inclinar la cabeza, está dividido en dos zonas independientes, salón comedor y bar con zona de gobierno interior, y da acceso a los cuatro camarotes ubicados en los cascos. Todos ellos cuentan con cuarto de baño propio y camas con dimensiones poco habituales, incluso en tierra.

En cuanto a su aspecto exterior, la nueva versión ha perdido el atractivo aire futurista que tenía la anterior, con las ventanas curvas que recorrían toda la parte externa del salón de cubierta. Se le ha incorporado la visera común a todos los nuevos modelos , que facilita sombra adicional al espacio de convivencia. El término espectacular no define en toda su amplitud la visibilidad del salón de cubierta o la bañera, auténtica terraza con doble acceso directo al mar a través de las escalas de los faldones de popa.

Diario de a bordo de un viaje sin rumbo

Para grandes cruceros oceánicos

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