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sábado, 21 de Junio de 1997
barcos

Un catamarán de cinco estrellas

Diario de a bordo de un viaje sin rumbo

Agustín Rivas, capitán de la marina mercante, cuenta, a modo de diario de a bordo, el viaje que realizó en un Marquises 56 por el área de Belice:

"Llegamos en avión a Cancún a primeros de marzo, y de allí en transbordador a Isla Mujeres, ya se sabe, palmeras, poco calor y mucho calor local. La intención era llevar el barco al canal de Panamá para cruzar al Pacífico. El armador y propietario tenía casi cerrado un alquiler especial, seis u ocho meses sin tripulación. Unos americanos lo recogerían al otro lado del Canal, en ciudad de Panamá. Cogimos el barco con mucho viento, fuerza 5/6, y ola corta al salir de Isla Mujeres. Queríamos bajar costeando por Belice y Honduras, sin ninguna prisa porque estábamos pendientes de las instrucciones del armador y había tiempo de sobra.

Con esos vientos del Norte, los alisios acababan de finalizar su influencia hacía un mes, y desde Isla Mujeres hasta Cozumel a una media de 16 nudos, la navegación resultó casi de película, ya que costeamos líneas de arrecifes y fondos, a veces muy bajos, aunque a respetable distancia. El patrón propuso llegar a la Bahía de Santo Espíritu para una recalada de algo más de un día.

Al amanecer del tercer día entramos en Xalac. Bueno, es un decir, ya que en realidad nos metieron, porque tiene una entrada muy difícil, con arrecifes largos constantemente batidos por las olas, lo que asusta si no conoces la zona. Allí, los pescadores hacen de prácticos, salen, pactas un precio y te meten en una bahía de muy poco calado, 1,50 metros, y mar en calma absoluta dentro.

Y entonces nos enteramos de las verdaderas intenciones del patrón, y todos al unísino se lo agradecimos cumplidamente. A 25 millas de allí se encuentra el Parque Natural de Chinchorro, un atolón, o algo muy parecido. Un lugar de ensueño con muy pocas visitas -y menos en esa época-, los peces de arrecife que se te ocurran y aves de todos los tipos. Empleamos el cuarto día en visitar el atolón y, por fin, nos enteramos de que esa era la verdadera razón del viaje.

Los mismos pescadores que nos metieron allí nos sacaron por una módica cantidad de dinero al día siguiente. Se me olvidaba, en Xalac no había gasóleo, tuvieron que traerlo en un camión cisterna, muy caro. De Xalac a Belice, tan sólo 15 millas al sur, paramos en Puerto San Pedro, ya en Belice. Se tuvo que pagar el viaje al aduanero para que viniera a hacernos los papeles. Llega en el día, se le paga, y listo. Luego, una vueltecita por el pueblo, en el mismo puerto, y una llamada al armador.

Todos de vuelta a casa. Al final, el negocio no se cerró y volvimos a Cancún, esta vez con menos prisa todavía que a la ida: una semana para hacer el mismo recorrido. Hubo momentos en que echabas de menos a la gente. Con semejante barco, el Caribe se vuelve enigmático, da un poco de miedo, incluso se piensan cosas raras. En fin, Puerto San Pedro, Espíritu Santo y a El Carmen, frente a Cozumel, un pequeño núcleo turístico. Un paseo sin pasaje, sin prisas, sin responsabilidades. Se frustró el traslado, pero ha sido una de las mejores singladuras de toda mi vida".

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