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24 de julio: Salida del Madrid. Estancia
en Kunming (China) hasta el 31 de julio. - 2 de agosto:
Real Madrid - Dragon Team en Pekín. Viaje
a Tokio el día 3. - 5 de agosto:
Real Madrid - F.C Tokio. Viaje a Hong Kong el día
6. - 8 de agosto:
Real Madrid - China en Hong Kong. Viaje a bangkok
el día 9 - 10 de agosto:
Real Madrid - Tailandia, en Bangkok. Regreso a Madrid.
Cuando en la tarde
madrileña una histérica alzó su brazo en señal
de 'victoria' después de haberle plantado
a Beckham un beso en la mejilla, comencé a comprender
lo que le esperaba a él y a mí. Lo primero no tiene
mucha importancia porque David está acostumbrado a estas
cosas. Yo no. Los guardaespaldas del guaperas inglés no habían
podido impedir que la muchacha se abalanzara. El
pasillo humano en el aeropuerto de Barajas era impresionante.
Por allí avanzaron como pudieron los galácticos. Fue
una despedida en toda regla. Como a mí nadie me quiso dar
un beso me marché hacia la zona de embarque. No fue nada
fácil porque los agentes de policía encargados de
echar un visazo al pasaporte y al billete no estaban en sus cabinas;
habían tenido que salir fuera para echar una mano a los que
intentaban proteger la entrada de los madridistas. Me pude haber
colado, pero como un buen ciudadano, esperé a que regresaran.
No debí de haberlo hecho porque hasta pareció molestarles:
"Sí hombre, sí, 'tire' pa'lante, ¿no ve
el jaleo?". Vale. ¡Madre mía!,
14 horas de vuelo por delante.
EN PLENO VUELO
Los galácticos ocuparon unos asientos estupendos: la
cama de mi habitación no es tan cómoda.
Los periodistas nos fuimos hacia atrás, y debe ser por eso
del corporativismo que nos pusieron a todos muy juntitos y en asientos
más estrechos, para reforzar los lazos de unión. Poco
a poco, las azafatas nos permitieron algunas
libertades. No vaya a pensar mal; lo que digo es que
nos fuimos esparciendo, porque el avión no iba lleno, ni
mucho menos. Yo me cogí una fila de tres asientos para mí.
Me pusieron un menú un tanto extraño, con mucho curry
(la compañía era la Malasyan Airlines), así
que me levanté para husmear entre la 'clase noble' Beckham
estaba sentado junto a McManaman, con el que charlaba
muy bajito. A la derecha el otro par de superasientos eran para
Solari y Cambiasso (increíble,
ingleses y argentinos compartiendo 14 horas. El fútbol tiene
estas cosas). Ronaldo se zampó el
doble que los demás y se puso a dormir como un
bendito. Es un chico muy majo el brasileño; de lo mejor de
la galaxia blanca. Y nos dieron las 10 y las 11, y las 12 y la una
y las dos.... 12.000 metros de altura y a 980 kilómetros
por hora. LA LLEGADA
No
la olvidaré jamás. Toda la
ciudad de Kunming dejó de trabajar justo en el
instante en que el avión del Real Madrid tomó tierra,
a las 12.03 de la mañana en China, seis horas menos en España.
Desde las ventanas, el panorama que se avistaba era enternecedor.
Ataviadas con los vestidos de la tierra, de colores vivos, envueltas
en flores, decenas de chicas bailaban una
danza suave. A unos cincuenta metros, una alfombra roja
custodiada por soldados y agentes de seguridad aguardaba a la expedición.
El piloto lo hizo perfecto porque ajustó el avión
para que la puerta se abriera a los brazos de aquel séquito.
El gobernador de la región vivió, tal vez, el momento
más importante de su vida. Comenzaron a descender los galácticos
y el aeropuerto estalló de júbilo.
Jamás vi nada igual. Preciosas mujeres fueron
colocando dulcemente un collar de flores a todos los jugadores.
Bueno, en realidad se lo colocaron a todos los que bajaron por aquella
única escalera. Porque, aparte de Beckham, Ronaldo, Roberto
Carlos, Zidane y Figo, las muchachas no tenían ni idea de
quién si y quién no representaba al Real Madrid. A
Beckham también se la pusieron, pero a duras penas porque
los meneos que le daban los cuatro agentes que le protegían
hacían de él un muñeco.
La verdad es que David también es un buen chico, porque eso
no hay quien lo aguante.
EL BAÑO
DE MULTITUDES El trayecto hasta el hotel fue demoledor.
El séquito lo componían unos
20 vehículos, encabezados por tres coches oficiales tipo
CIA, un autocar repleto de soldados, más policía,
más policía y el autobús de la prensa.
La carretera estaba repleta a ambos lados por la gente agitando
sus brazos y pidiendo un saludo. Gente humilde, muy humilde, por
delante de casas imposibles, pequeñas chabolas elevadas sobre
tierra enfangada y que se prolongaban sobre la inacabable carretera.
Desde hacía media hora, el tráfico había sido
cortado por agentes que miraban desconsolados el paso del séquito
madridista. Es difícil, es imposible
imaginar que uno de esos ciudadanos de Kunming pueda tener un solo
yen que invertir en una camiseta del Real Madrid.