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American Beauty

Del drama a la ironía

FRANCISCO MARINERO

En Estados Unidos, American Beauty ha conseguido ya tres Globos de Oro y opta a ocho Oscar. Un prestigio que me hace pensar que quizá yo me esté perdiendo algo, que no sea capaz de captar toda la ironía de este retrato de la familia media americana, porque la película es interesante y tiene algunos hallazgos, pero está muy lejos de merecer tanto reconocimiento.

Como en "El crepúsculo de los dioses", de Billy Wilder, el propio protagonista nos anuncia cómo va a llegar a morir (la voz de ultratumba no es un recurso nuevo, pero se le aporta la novedad de ilustrar imágenes luminosas en lo que promete ser una comedia). Ese protagonista es un hombre de 42 años (Kevin Spacey), publicitario, casado con una agente inmobiliaria (Annette Bening) que se ha cansado de él (y viceversa), padre de una adolescente normal (Thora Birch), o sea, conflictiva, y vecino de una urbanización de confortables chalés. Su vida carece de alicientes hasta que conoce a una amiga de su hija, una lolita que le enloquece (le provoca fantasías), y de rebote le hace soñar con volver a los años 70, a su juventud: la buena forma, el porro, la falta de responsabilidades, la soltería.

La pasión que despierta en él esa chica no resulta convincente, pero no importa mucho (de hecho la chica aparece y desaparece de la narración de forma un tanto arbitraria porque sólo cuenta como detonante de la crisis) y la comedia se centra en las pequeñas y progresivas rebeliones del héroe contra el medio. Más grave es que esa sátira se apoye no tanto en el guión (que apenas proporciona situaciones) como en las interpretaciones de Spacey (brillante) y Bening (muy buena), dispuestos a poner ironía incluso donde no la hay y, más grave aún, que se disperse en personajes que cobran ocasionalmente protagonismo para ir dándole facetas dramáticas y líricas.

Y en el terreno del drama, el debutante Sam Mendes se muestra inseguro, titubeante. Parece que quiere enriquecer su obra recurriendo a las fantasías visuales de Spacey y a un personaje hermético que graba vídeos de forma casi compulsiva y pasando el protagonismo de Spacey a Birch. Dicho de otra manera, no se atreve a apostar decididamente por el drama, por la comedia o por poner sentido del humor en una tragedia: lo que hace es alternar registros. Algo que culmina cuando se prepara el terreno para el suspense: al haber anunciado la voz en off el pronto desenlace, se invita al público a adivinar cómo se producirá. Y la elegía por sí mismo es el colofón poético a esta variedad de intenciones.

A su favor están muy buenos trabajos de todos los actores, una gran fotografía y ese cuadro costumbrista e irónico de un vecindario aparentemente ideal.

Ficha técnica
Director: Sam Mendes
Intérpretes:
Kevin Spacey, Annette Bening, Wes Bentley, Mena Suvary
Año: 1999
Duración:
121 min.
Candidaturas: 8
Mejor película, mejor director (Sam Mendes), mejor actor (Kevin Spacey), mejor actriz (Annette Bening), mejor guión original, mejor fotografía, mejor montaje y mejor B.S.O

 
Un especial de EL MUNDO