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PELICULAS
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El sexto sentido
FRANCISCO MARINERO Es un alivio ahorrarnos otro espectáculo de acción para gloria de Bruce Willis y es una sorpresa contemplarle en una película no sólo buena sino además original: "El sexto sentido" puede verse como un imaginativo cuento romántico, como un suspense imprevisible o como un drama emotivo y funciona muy bien en cada uno de esos géneros y en la suma de los tres. Los fantasmas y los niños problemáticos parecen elementos demasiado fáciles para espantar o conmover y eso justificaba unas reservas que se van disipando muy rápidamente, porque M. Night Shyamalan, que repite elementos de "Los primeros amigos" (Filadelfia, una familia católica, un niño que toma conciencia de la muerte), empieza proponiendo un caso clínico. Un psicólogo infantil (Willis, muy bien en un papel reflexivo y melancólico), traumatizado por un fracaso de consecuencias trágicas, se encarga del tratamiento de un chico (excelente Haley Joel Osmet) con conflictos aparentemente paranoicos; al igual que el paciente que no supo curar, este chico es hijo de una pareja separada, no se atreve a confesar a nadie cuáles son los delirios que le aterran (y, por extensión, se hace cada vez más retraído e insociable en todos los terrenos) y el rasgo más acusado de su personalidad es la compasión. Shyamalan va mostrando de forma convincente cómo el psicólogo se gana poco a poco su confianza (el suyo no es un tratamiento milagroso a lo Hollywood) para que le revele su secreto; es entonces cuando la película, sin dejar de ser drama, va transformándose en un suspense con muy medidos y espaciados golpes de efecto (en general, el ritmo es calculadamente lento, sereno) que no se adivina dónde va a ir a parar y en un cuento románticamente fantasmal. El peligro estaba en las facilidades que permitían estos elementos, pero, tanto en el guión como en la puesta en escena, Shyamalan demuestra no sólo mucha habilidad sino también (y eso es algo que se descubre una vez terminada la película) notable rigor, evitando hacer trampas al espectador.
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